Mundo

Bukele: de la popularidad al control de la democracia

El presidente de El Salvador utiliza sus mayorías parlamentarias para destituir magistrados del Constitucional. Hay preocupación en el mundo.

Periodista de la Universidad de Antioquia con estudios en escritura de guión de ficción y no ficción.

14 de mayo de 2021

La comunidad internacional puso el grito en el cielo. Haciendo lo que puede hacer: rodeando la decisión de comunicados. Desde la ONU hasta la OEA, pasando por la Unión Europea, Estados Unidos y organismos internacionales como Human Rights Watch (HRW), todos escribieron de su “preocupación” debido a lo que en El Salvador ya se ha consumado: la Asamblea, controlada por las mayorías del presidente Nayib Bukele, acaba de destituir a todos los magistrados titulares y suplentes de la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia. La decisión, la primera de una Asamblea que apenas se posesionó el pasado 1° de mayo, no podría ser descrita como una sorpresa.

Bukele ya había dado muestras de su talante. En febrero de 2020 irrumpió con soldados del ejército y oficiales de la policía al Parlamento, en ese entonces en manos de la oposición, después de que este se negara a aprobar un préstamo por 109 millones de dólares. Poco más de un año después de eso, fue a las urnas con su partido, Nuevas Ideas, y ganó una mayoría abrumadora en el legislativo (61 de los 84 diputados). Fueron ellos los que, según la comunidad internacional, asestaron un golpe a la separación de poderes con su decisión de sustituir a los magistrados de la Corte.

Afuera el rechazo es unánime. Adentro no lo es tanto. Apenas unas decenas de personas se reunieron el 2 de mayo con carteles de “No al poder absoluto”. “Bukele es una figura que se presentó desde el comienzo como un salvadoreño más del común, cansado y desconfiado de un sistema y sus instituciones. Él representa un descontento general con el status quo”, explica Margarita Bojórquez, consultora independiente en El Salvador en Comunicación Política y Estratégica, y magíster en Gobernabilidad y Alta Gerencia Pública. “Para compartir su mensaje creó un marco de comunicaciones que le ha dado éxito”.

Bukele es un gran tuitero. Desde el segundo día de su gobierno sorprendió regañando a ministros (incluso “despidiéndolos”), dando órdenes presidenciales y respondiendo a personalidades del exterior por Twitter. En su cuenta, seguida por 2.4 millones de personas, se describía como el “presidente más cool del mundo”. Su apuesta por una comunicación aparentemente transparente deja de lado otras opacidades que hacen difícil el control de su gestión.

En una investigación de sus primeros 100 días de gobierno realizada por Alexia Raquel Ávalos Rivera, magister en Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana (México), esa tesis se hace evidente.

“Su comunicación se basa en una campaña política permanente, el mercado de ideas, tuits y transmisiones en vivo en donde su discurso suele ridiculizar a sus adversarios, satirizar la prensa y construir un ambiente que él puede manejar y controlar”, señala Ávalos. No hay ruedas de prensa en las que los periodistas puedan preguntar ni encuentros con la ciudadanía que no estén bajo un control anticipado.

“Ha concentrado la comunicación a través de una Secretaría. Datos oficiales que antes eran de acceso fácil, ya no lo son. Todo se hace a través de esa institución”, agrega Bojórquez. “Es una estrategia que le ha servido para mantenerse conectado con la gente en sus términos”. A través de Twitter, Bukele ha defendido la decisión de cambiar a los magistrados, algo que es legal. “El pueblo no nos mandó a negociar. Se van. Todos”, escribió.

“Es posible que a su electorado no le interese hoy el riesgo para la democracia porque siente que nunca le ha funcionado”, explica Bojórquez, “el peligro es que se den cuenta de su importancia cuando ya se haya perdido”