Nicaragua, en la ruta de un gobierno paria
Por la escalada represiva del gobierno de Daniel Ortega, la OEA iniciará el proceso para aplicarle la Carta Democrática.
Periodista de la Universidad de Antioquia. Creo que es bello dedicarse a leer el mundo, a buscar los trazos que dan forma a esa figura punteada. Creo en los párrafos borrados, en las conversaciones obsesivas, en las palabras que buscamos y, a veces, encontramos.
El gobierno de Daniel Ortega dio otro paso hacia el descrédito internacional. El secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, anunció que iniciará el proceso para aplicar la Carta Democrática, la mayor sanción de esta entidad multilateral, como respuesta a las violaciones de Derechos Humanos cometidas por ese régimen.
La respuesta contundente de la OEA llega con motivo de la expulsión, el pasado 19 de diciembre, de los investigadores de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), encargados de verificar en terreno los abusos estatales desatados en abril de este año y que, según la propia comisión, han dejado 325 muertos y 400 detenidos y al menos 50.000 exiliados.
El anuncio de Almagro se dio durante una sesión extraordinaria de la OEA convocada por varios países de la región, entre ellos Colombia. En ella, el secretario lamentó que Ortega, a quien denominó como uno de los últimos revolucionarios del continente, haya elegido “el camino de l autoritarismo”.
¿Una orden de aislamiento?
La Carta Democrática, aplicada en junio de este año contra Venezuela, es la mayor sanción que puede adelantar la OEA contra uno de sus países miembros. De concretarse, implicaría la exclusión del gobierno de Ortega del organismo interamericano y la pérdida de su legitimidad como presidente democrático a los ojos de la región.
“Nicaragua se convertiría en un país paria”, explica Jairo Libreros, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Externado. El docente agrega que “aunque para algunos esta medida no sea suficiente, en América Latina es determinante, pues ningún país está en condiciones de sobrevivir aislado del mercado internacional”.
La Carta no solo asfixiaría a Nicaragua diplomáticamente, también en términos económicos. Por ejemplo, podría exigir que se aceleren los pagos de créditos contraídos por el país centroamericano con el Banco Mundial.
No obstante, para Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh), la medida adelantada por Almagro “no cambiará nada la situación de represión. De hecho, será un alivio para Daniel Ortega ese aislamiento, no tener que rendirle cuentas a la OEA”.
Núñez, cuya ONG fue allanada ilegalmente por la Policía nicaragüense y clausurada hace dos semanas, cree que este tipo de mecanismos de presión internacional “se han quedado en otra época, funcionaban para otras dictaduras, pero lo que vivimos está fuera de cualquier precedente”.