Policías en Brasil, ¿de la legítima defensa al legítimo ataque?
Un proyecto de ley del gobierno busca flexibilizar el trato a uniformados que usen la fuerza.
Periodista de la Universidad de Antioquia. Creo que es bello dedicarse a leer el mundo, a buscar los trazos que dan forma a esa figura punteada. Creo en los párrafos borrados, en las conversaciones obsesivas, en las palabras que buscamos y, a veces, encontramos.
El presidente Jair Bolsonaro emprendió la “guerra moral” contra la criminalidad y la corrupción que prometió en campaña. A través de su ministro de justicia, Sergio Moro, presentó esta semana un proyecto de ley que busca, entre otras cosas, endurecer las penas contra el crimen organizado y aliviar el trato que se da a los policías que, estando en servicio, llegan a cometer homicidio.
Según este punto, uno de los más polémicos de la iniciativa, los jueces tendrían la posibilidad de reducir el castigo o eximir a un uniformado si considera que estos actuaron bajo “miedo, sorpresa o violenta emoción”.
A pesar de que Moro ha asegurado que “no se trata de una licencia para matar”, el proyecto genera reservas. Para el analista político brasileño Iván Godoy, en caso de que la iniciativa llegue a ser ley se facilitaría un escenario en el que “la policía pase a matar en lugar de capturar”. Esto en un país que, según el Foro Brasileño de Seguridad Pública, 14 de los 175 homicidios que se presentaron diariamente en 2017 fueron cometidos por fuerzas policiales (ver Infografía).
Entre osadía y distracción
Además del punto de la legítima defensa de los policías, el proyecto de ley plantea la eliminación de los beneficios carcelarios para miembros de pandillas como Primer Comando, que opera en Sao Paulo, y también sugiere un control al derecho a la defensa de los presuntos criminales impidiéndoles reunirse en privado con sus abogados.
Para Godoy, se trata de una iniciativa ambiciosa, que cambia más de diez leyes y se tramita al mismo tiempo en el Legislativo que la reforma al sistema de jubilaciones.
La apuesta de Bolsonaro, por lo tanto, sería doble. Buscaría, primero, mantener el respaldo popular producto del hastío de una parte de la población ante la creciente violencia en Brasil y, en segundo lugar, trasladar el debate de la reforma pensional –la cual a juicio del analista es prioritaria– hacia un terreno en el que Bolsonaro se siente más cómodo: el de la seguridad