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Estados Unidos vive un reñido final por la Casa Blanca

Periodista egresada de la facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana.

Tengo la maleta siempre hecha y mi brújula, que por lo general apunta al sur, me trajo al periodismo para aclarar mi voz. Busco la pluralidad y no le temo a la diferencia.

04 de noviembre de 2020

Donald Trump estaría cumpliendo su promesa de quedarse en la Casa Blanca y hasta el cierre de esta edición (12:00 a.m., con 327 votos electorales definidos de 538) ganaba virtualmente las presidenciales de este 2020 para estar en el poder durante un periodo más. Hasta ahora, el país se prepara para una era Trump de ocho años.

El republicano se perfila como ganador de la contienda en la que, más que disputar los comicios contra el demócrata Joe Biden, estaba compitiendo contra sí mismo: sus 46 meses y 14 días de gestión, en medio de una pandemia sin precedentes y con el reto de recuperar la economía. Lo que suceda en Pensilvania y Arizona en el transcurso de este miércoles podría ratificar su reelección.

El candidato-presidente punteó en el primer momento del conteo de los sufragios populares. Comenzó quedándose con Indiana y Kentucky, dos estados en los que acostumbra liderar su colectividad. Después llegaron los resultados de Florida, un territorio en disputa que lo llevó a la presidencia en 2016 y que en esta jornada también fue determinante para perfilarlo como posible ganador. Con el triunfo en la costa del sureste de Estados Unidos comenzó a trazar, casi invicto, su camino al poder por un periodo más.

Se quedó con Georgia, uno de los estados que eran impredecibles, también con Texas, lugares que le ayudaron a sumar los votos electorales necesarios para consolidarse. En Estados Unidos gana los comicios el candidato que tenga más votos electorales, no populares. El número mágico es 270 entre los 538 que están en disputa y hacia las once de la noche, la tendencia en los estados indecisos (que pueden variar entre el apoyo al candidato republicano o al demócrata), permitía avizorar una ventaja para Trump.

No obstante, las cuentas que se conocen este miércoles sobre la jornada aún no son definitivas. Pensilvania, por ejemplo, aceptará los tarjetones de votación anticipada que lleguen durante los próximos tres días. En California el plazo es mayor y podrán contar esas papeletas hasta la próxima semana. Por eso las estadísticas entre los candidatos podrán variar en las fechas por venir, pero desde anoche ya se comenzaba a marcar una tendencia. Aunque Biden lidera en Arizona y Minneapolis, y en al menos otros cuatro estados el porcentaje escrutado no supera el 50 %, la apuesta por la reelección de Trump mantiene vigencia.

Incluso, la resolución solo llegará el 14 de diciembre, cuando los electores presenten ante el Congreso los votos electorales de manera oficial. En el pasado ha habido casos en los que estas personas, encargadas de llevar ante el Capitolio la decisión que tomó el Estado que representan, cambian el fallo que dio la ciudadanía en las urnas. Esto le sucedió a Richard Nixon y a Donald Trump, sin embargo, no cambiaron la tendencia del escrutinio de noviembre.

La jornada de ayer martes estuvo marcada por movilizaciones en Nueva York y Washington, desde el fin de semana los propietarios de negocios cercaron sus puertas con barreras de madera y la Casa Blanca fue acordonada por vallas de concreto, previendo que las marchas podrían terminar en desmanes. No obstante, la jornada logró ser pacífica. En Florida los resultados se esperaron al ritmo de salsa en los centros de encuentro de la comunidad latina, en Delaware, la casa de Biden, los demócratas se congregaron en sus carros para esperar la definición.

Campaña: una montaña rusa

En esta contienda Trump estuvo acompañado de su vicepresidente Mike Pence, su ancla al Partido Republicano. Entre tanto, su primera dama, Melania, lo acompañó en sus correrías por el país, pero estuvo ausente del activismo en la campaña. El mandatario convocó a eventos masivos a pesar de que el mundo pasa por una pandemia, se enfermó de covid y en cuestión de una semana retomó su agenda en la calle, le pidió a su gente salir a “votar, votar, votar” y sus seguidores copiaron su mensaje.

La fórmula demócrata, Joe Biden y Kamala Harris, le apostó a arrebatarle Texas, recuperar Florida y Pensilvania, además de quedarse con otros estados en disputa como Michigan, pero no lo consiguieron. Cuando comenzaron a contarse los votos, hacia las 6 de la tarde, la posibilidad del continuismo comenzó a abrirse paso en el mapa de los 50 estados del país que trazaba qué color conquistaba cada territorio: el rojo republicano o el azul demócrata (ver gráfico).

En ese croquis del Colegio Electoral norteamericano aún hay zonas en gris que solo tendrán un nuevo color hasta el final de esta semana. Aunque la resolución aún no llega, David Levine, experto en integridad electoral de Alliance for Securing Democracy, explicó a EL COLOMBIANO que la seguridad de la eleección está garantizada y puntualizó que las demorar para definir el escrutinio son normales y están en el marco de la ley.

En Florida la contienda fue reñida. Solo cuando se contaron poco más del 90 % de los votos la diferencia porcentual entre los candidatos marcó más de un punto de ventaja para Trump. Ese final por foto finish recordó la contienda del 2000 entre George Bush y Al Gore que terminó en los estrados ante la escasa diferencia en los sufragios populares.

Así como ocurrió en 2016, en este 2020 las encuestas tampoco catapultaban a Trump como favorito. Durante todo el año Biden llevó la delantera, llegando a superar los 10 puntos de ventaja sobre el republicano. En el primer debate el presidente se mostró agresivo, el segundo jamás sucedió porque se enfermó con covid y al tercero, con una faceta más amable, reiteró su promesa de seguir haciendo a “América grande otra vez” y aplicar “Ley y Orden”.

El empresario, el hombre de las cadenas de hoteles y el showman que creó los realities, lucha cabeza a cabeza por quedarse en la Casa Blanca ante un Biden que está dando la pelea por ser su contrapeso, pero al que se le agotan las opciones, conduciendo a Estados Unidos a vivir más de los mismo, quizás, con una mayor intensidad: mano dura con la migración, ruptura con las instancias internacionales como la Organización Mundial de la Salud, una disputa internacional contra China e Irán y un mandatario que va en contra de los pactos mundiales por el ambiente y el cambio climático.

Estados Unidos es un país con una tradición de reelecciones. Los antecesores de Trump – Barack Obama, George Bush y Bill Clinton consiguieron quedarse en la Casa Blanca por dos periodos. Ahora, el Trump de las discordias estaría consiguiendo ese mismo camino, para completar ocho años en el poder y dejar la huella de dos mandatos con su nombre.