“No hay pruebas”: el presidente Guillermo Lasso esquivó el primer golpe en el parlamento de Ecuador
El Presidente se defendió, en Quito, durante la primera jornada del juicio político que se le sigue por corrupción. Falta la votación final.
El presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, se enfrentó este martes al Congreso, en cuyo seno hay un grupo, al parecer con mayorías, que busca sacarlo del cargo. Y ante ellos y demás miembros de la Asamblea Nacional defendió su “total, evidente e incuestionable” inocencia en el presunto delito de peculado, bajo el cual la oposición de izquierda quiere destituirlo del cargo mediante un juicio político.
En un contexto de aumento de la violencia ligada al narcotráfico y de descontento popular por el costo de la vida, lo que puede ser el fin del gobierno de derecha es para el principal bloque de izquierda una oportunidad para recuperar fuerzas de la mano de su líder, el exmandatario Rafael Correa, prófugo en Europa y condenado a ocho años de cárcel.
“No hay pruebas ni testimonios relevantes. Más bien lo único que hay son informaciones que comprueban mi total, evidente e incuestionable inocencia”, se defendió el mandatario a lo largo de casi una hora de discurso en el hemiciclo de Quito.
Ese fue el comienzo formal, con la asistencia de 109 de sus 137 miembros, del juicio político contra Lasso en la Asamblea, en el que los congresistas presentaron los argumentos seguidos de la defensa del mandatario.
En el poder desde mayo de 2021, el mandatario es acusado de un supuesto peculado en el manejo de la naviera estatal Flota Petrolera Ecuatoriana (Flopec).
Según las denuncias, Lasso decidió continuar con un contrato que fue firmado antes de que asumiera la Presidencia, pese a que había informes de que era lesivo para el Estado.
El contrato para el transporte de crudo con el grupo internacional Amazonas Tanker dejó pérdidas por más de 6 millones de dólares. El mandatario no ha sido procesado por delito alguno en la justicia ordinaria y aseguró que presentó en 2022 una denuncia ante la Fiscalía para que investigue el caso.
“Lamento mucho que del frágil castillo de naipes que construyeron durante cinco meses, no les quedó más que conformarse con la carta más débil”, aseveró el presidente de 67 años, antes de dejar la Asamblea aupado por sus simpatizantes. Incluso, varios se reunieron desde temprano fuera del Congreso.
En efecto, cientos de personas se concentraron de manera pacífica en los alrededores del Parlamento, que estaba acordonado por policías. A través de pantallas gigantes, algunos siguieron el juicio político.
Los seguidores del gobernante ondearon banderas de Ecuador, lanzaron gritos contra los asambleístas y portaron carteles con consignas como “¡Viva la democracia!” y “Defendemos la democracia y la paz”.
En todo caso, el proceso despierta los fantasmas de la inestabilidad política que vivió Ecuador entre 1997 y 2005, cuando tres gobernantes que surgieron de las urnas fueron derrocados.
El Congreso requiere 92 de los 137 votos para cesar a Lasso, en una deliberación que podría tomar varios días. Y esta es la segunda vez que el exbanquero queda entre la espada y la pared. En junio pasado el Parlamento intentó mediante votación directa destituirlo en medio de violentas protestas indígenas contra el alto costo de vida.