Cardenales anticipan un cónclave de “dos o tres días” para elegir al próximo papa: “Hay un ambiente fraterno”
Tanto Francisco como su predecesor, Benedicto XVI, fueron elegidos después de dos días de votación.
Cardenales de todo el mundo se reunirán para elegir al nuevo líder de la Iglesia católica tras la muerte del papa Francisco. Aunque el cónclave no tiene una duración preestablecida —y puede prolongarse todo lo necesario hasta lograr un consenso—, desde el interior del Vaticano se percibe una voluntad de no alargar el proceso.
“Hay una impresión de que será corto el cónclave, dos o tres días, esa es la sensación que tenemos en el aula”, dijo el cardenal salvadoreño Gregorio Rosa Chávez a varios periodistas congregados en el Vaticano.
Así también lo percibió el cardenal Gualtiero Bassetti, de 83 años. En una entrevista con el diario italiano Corriere della Sera, el miembro del Colegio Cardenalicio dijo tener la “sensación de que este cónclave no durará mucho. Incluso en hermanos que quizá no he conocido, y que tal vez vienen de los confines de la tierra, veo un gran amor a la Iglesia y el deseo de que pueda volver a empezar lo antes posible con su cabeza. En estos días se puede realmente sentir la universalidad de la Iglesia”.
Agregó que “naturalmente, puede haber algunas dificultades porque los electores nunca han sido tan numerosos y no todos se conocen entre sí”, sin embargo, el cardenal describió un ambiente “muy bello y fraterno”.
Por su parte, el cardenal canadiense Michael Czerny, jesuita de 78 años, prevé que no será un cónclave dividido.
En sus declaraciones al diario italiano, subrayó la continuidad doctrinal dentro de la Iglesia: “El magisterio de cada Papa es irreversible y al mismo tiempo hay un desarrollo continuo en la sucesión de pontífices. La enseñanza de Francisco permanece.”
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El cónclave comenzará a las 16h30 (hora de Roma) del 7 de mayo, tras una oración en la Capilla Paulina del Vaticano.
Aunque llevó casi tres años nombrar al Papa Gregorio X en el siglo XIII —el cónclave más largo hasta la fecha—, las reuniones modernas suelen durar unos pocos días.
Tanto Francisco como su predecesor, Benedicto XVI, fueron elegidos después de dos días de votación.
Los 252 cardenales de la Iglesia fueron convocados a Roma tras la muerte de Francisco el 21 de abril y 224 acudieron al funeral el pasado sábado.
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Todos ellos tuvieron voz y voto en la elección de la fecha del cónclave, pero solo 133 menores de 80 años votarán la sucesión.
El 80% de los “cardenales electores” fueron nombrados por Francisco y proceden de todos los rincones del planeta, incluidas regiones que históricamente fueron poco representadas.
Europa, no obstante, tiene el mayor bloque de votantes, con 53 cardenales, frente a 27 cardenales de Asia y Oceanía, 21 entre Sudamérica y Centroamérica, 18 de África y 16 de América del Norte.
Italia es la nación más representada, con 19 electores. Estados Unidos tiene 10, Brasil siete y Francia cinco.
Las deliberaciones se mantienen bajo estricto secreto, so pena de excomunión instantánea.
Los teléfonos inteligentes y cualquier acceso a internet están prohibidos. Los cardenales no pueden leer periódicos, escuchar la radio o ver la televisión.
Cualquier contacto con el mundo exterior está prohibido, salvo por “razones graves y urgentes”, que deben ser confirmadas por un panel de cuatro pares.
Los cardenales celebran cuatro votaciones al día —dos por la mañana y dos por la tarde— hasta que un candidato obtiene dos tercios de los votos.
Tras tres días sin lograrse el nombramiento de un pontífice, la votación se suspende para un día de oración.
El cardenal elegido deberá responder a dos preguntas del decano: “¿Aceptas tu elección canónica para sumo pontífice?” y “¿cómo quieres ser llamado?”. Si responde sí a la primera, se convierte en papa y obispo de Roma.
El nuevo pontífice se retira a una habitación conocida como la Sala de las lágrimas para ponerse el traje papal. Desde el balcón de la basílica de San Pedro, el cardenal protodiácono anuncia “Habemus papam”.
A continuación, aparece el nuevo pontífice e imparte su bendición “urbi et orbi” (A la ciudad y al mundo).