Viva o muerta a la gallina se le saca provecho
La vida útil de las gallinas no comienza cuando nacen ni termina cuando mueren. En la avicultura se le puede sacar provecho tanto a un huevo roto como al cadáver de una ave.
Con un proceso natural y sencillo la gallinaza, los residuos de alimentos, las cáscaras de huevo y la mortalidad de una granja se pueden convertir en compost.
En la cartilla Alternativa para el manejo de residuos orgánicos, la Federación Nacional de Avicultores de Colombia, Fenavi, consideró que el compostaje evita los olores de la descomposición de materia orgánica, la proliferación de moscas y disminuye enfermedades.
Un experto en el tema es Julio César González, director de compostaje de Avinal. La empresa, además de vender huevos, procesa material orgánico que vende como acondicionador de suelos. Él advirtió sobre el peligro para los suelos y fuentes de agua cuando los desechos no reciben tratamiento.
El proceso
Cuando se trata de las gallinas muertas, Fenavi recomienda construir unidades de compostaje o cubículos.
El suelo debe ser en cemento y el área no puede exceder los 2 por 2 metros cuadrados y la altura máxima de la pared son 1,60 metros.
El techo debe tener una altura entre 2,20 y 2,50 metros y un alero de al menos un metro: con el espacio entre la pared y el techo se garantiza la aireación imprescindible en el proceso.
Los materiales para la pared pueden ser guadua, madera o cemento y la cubierta del techo debe proteger al material de la humedad.
Para iniciar se debe espaciar en el suelo del cubículo una capa entre 20 y 25 centímetros de gallinaza o pollinaza.
A los animales muertos se les cortan las patas y se les ubican en la cavidad abdominal para garantizar la descomposición. Luego se distribuyen sobre la cama tratando de que no queden espacios entre ellas.
Es importante que las aves queden separadas de la pared a unos 15 centímetros para evitar que animales carroñeros las identifiquen y se acerquen.
En las dos primeras etapas los cuerpos se humedecen hasta un 60 por ciento. La cartilla de Fenavi habla de 150 mililitros de agua por cada ave grande en las dos primeras capas. En las siguientes pueden ser 300.
La última capa es de gallinaza y cuando el cubículo está lleno se esperan 30 días para revolver y airear. Se revisa que tenga una humedad de un 50 por ciento y se ubica de nuevo en el cubículo.
Luego se dejan pasar otros 30 días y para triturar la mezcla para que este lista para el uso.
Pollinaza y gallinaza
Para un buen proceso de compostaje de gallinaza o pollinaza es necesaria una relación entre carbono y nitrógeno de 25:1 a 35:1.
Algunos productos ricos en carbono son las hojas senescentes, la paja, la corteza, el papel, el diario, el cartón y la viruta o aserrín. Cada uno con una proporción distinta del elemento. Ricos en nitrógeno son los restos de verduras, la borra de café, el pasto y el estiércol.
Un ejemplo de buena mezcla podrían ser 25 palas de aserrín con una de estiércol. Otra opción: 25 por ciento de mantillo, 35 por ciento de materia orgánica vegetal (hojarasca de bosque, hojas de leguminosas) 35 de materia de origen animal (gallinaza pollinaza) y 5 de cenizas, roca fosfórica o cal dolomita.
El experto aclaró que no existe una mezcla única pues todo depende de la calidad y cantidad del material, lo que debe hacer cada granjero es caracterizar lo que tiene.
Con la mezcla se hacen pilas en las que el alto sea la mitad del ancho de la base: por ejemplo 1,30 metros de alto por 2,60 de ancho.
El experto advirtió que si mide menos de 1,20 metros de alto podría no tener las condiciones necesarias.
A la mezcla también se le debe garantizar una condición inicial de humedad entre 40 y 60 por ciento.
Debe ser así porque en el proceso los microorganismos necesitan de temperaturas óptimas para realizar la descomposición. Cada semana, más o menos, la pila se debe voltear para que la parte exterior pase al centro.
Un indicador de que el compost está listo es cuando toma la apariencia de tierra y es inodoro. Un promedio pueden ser 60 días.