Histórico

Soñando el destino de Colombia

09 de mayo de 2010

El futuro se sueña y se construye; es la voluntad común de los pueblos la que orienta el destino de las naciones.

Con ese preámbulo, a comienzos de 1997, el proyecto "Destino Colombia" convocó a 43 colombianos de las más diversas extracciones políticas y sociales, para imaginar cómo sería Colombia en 2013, según el rumbo que tomara en ese momento.

En la reunión se aplicó la Planeación por Escenarios, utilizada por grandes industrias y países, como Sudáfrica y Canadá, para construir su destino. El método consiste en generar confianza recíproca entre los participantes para imaginar posibles futuros según las decisiones del presente, y lograr consensos básicos para buscar lo mejor de la colectividad.

Es interesante revisar los cuatro escenarios que el grupo consideró como posibles en 1998, y que ilustraron con cuatro refranes; pero conviene aclarar que, aunque los participantes los consideraron como posibles, no pensaron que deberían desarrollarse de manera consecutiva.

Amanecerá y veremos : El país se sumió en el caos ante la creciente incapacidad del gobierno para enfrentar los problemas. A fuerza de transar nos quedamos bajo la ley del más fuerte, sin normas, sin autoridad y sin controles. Los gobiernos, debilitados, compraron respaldos y adhesiones con privilegios y favores. Los sectores de mayor influencia concentraron más poder y riqueza; se aumentaron las desigualdades y la corrupción creció.

Más vale pájaro en mano que cien volando : Después de librar una guerra que nadie podía ganar, el Estado decidió dialogar a cualquier precio e inició negociaciones bajo las exigencias de la guerrilla: despejar una amplia zona del país y excluir a las autodefensas del proceso. Parte de la opinión pública, estimulada por algunos medios de comunicación, rechazó cualquier clase de concesión; otra, en cambio, entendió que una paz duradera requería concesiones económicas y políticas. El diálogo fracasó; la falta de autoridad y la inseguridad llegaron a niveles desesperantes.

Todos a marchar : Tras el fracaso de la negociación, se instauró un mandato firme para poner orden al caos. Encontramos un líder que fortaleció la economía, amplió el pie de fuerza del Ejército y de la Policía, y redujo las restricciones legales que regulaban a las Fuerzas Armadas, aunque esas medidas provocaron críticas de los defensores de los Derechos Humanos. Golpeados, los grupos armados aceptaron propuestas de diálogo. Los resultados de la economía, unidos a los triunfos militares, le aseguraron al Presidente un segundo período, autorizado por una reforma constitucional. En ese segundo gobierno, la economía siguió en recuperación pero se agudizaron las tensiones sociales.

La unión hace la fuerza : La participación y la organización ciudadanas les erosionó el sentido a la lucha armada y a la politiquería. Las luchas político-ideológicas locales, armadas y no armadas, cedieron terreno en favor de respuestas concretas a las necesidades urgentes de la sociedad. Colombia empezó a construir aeropuertos y estadios, acueductos y alcantarillados, escuelas, iglesias, y centros de salud con la unión de los esfuerzos de distintos grupos. Los gobiernos locales con el apoyo de veedores ciudadanos, derrotaron la corrupción. La influencia del narcotráfico se atenuó a medida que la moralización de la vida local se fue consolidando.

Si bien Destino Colombia no trató de predecir el futuro, son significativas las coincidencias entre los tres primeros escenarios y las administraciones de Samper, Pastrana y Uribe, e incluso previó una reforma constitucional para permitir su reelección.

La ola verde, expresión espontánea de una movilización política, cataliza el anhelo unánime de los colombianos de derrotar la politiquería, el clientelismo, la corrupción y el narcotráfico. Convertida ya en tsunami, esa ola puede ser el primer impulso para ejecutar el escenario que nos queda pendiente: La unión hace la fuerza. Inshalá.