San Bernardo, un domingo cualquiera
EN EL BARRIO Belén San Bernardo el domingo es un día en el que se descansa, se va a misa y se trabaja. Unos que dicen vivir en un paraíso al que le falta algo de seguridad.
Antes de la misa de doce, Belén San Bernardo es un desierto. No hay música, solo un silencio de domingo que sabe a descanso, a día que no comienza, a mañana que ya se acaba.
En la acera, tres señoras de delantal bien puesto conversan. Son las encargadas de endulzar la salida de misa. La primera tanda de la mañana no rindió mucho: señoras que a las diez de la mañana lo que menos quieren es papita criolla, raspado o mango biche. "Pero la de doce promete", explica una de ellas, Olga Villa.
El domingo es el día de ellas, aquí en la Parroquia de San Bernardo. El resto de los días son separadores en su oficio dominical.
Olga vive feliz en San Bernardo. Llegó hace 40 años, de Rionegro. "Cuando esto sólo eran casitas viejas y terrenos para ocupar", dice.
Ahora, también lo explica, hay biblioteca, hay hospital, hay transporte y suelta la frase con la que intenta resumir su intención "Es que uno no necesita ir al Centro".
En eso la apoyan las dos amigas. Una de ellas, Blanca Ofelia, eso sí, quiere dejar claro que lo mejor de San Bernardo es la gente. "Aunque es un barrio con muchos avances, aquí la gente sigue siendo la misma", dice.
Falta un cuarto para las doce. La peregrinación comienza. Frente a la iglesia está el granero La Amistad, una tienda de barrio bien tenida que no sólo vende la leche, los huevos y las arepas de siempre, sino que sirve de refugio a los maridos felices en domingo por la mañana.
Allí está Bernardo Isaza. Mensajero de profesión, con una expresión radiante de algo similar a la vida bien llevada. Tiene 20 años de vivir en el barrio y también le reconoce que es el mejor vividero de Medellín. Esta mañana se la pasa con una cerveza en la mano para ir después a la casa a almorzar.
"Lo que hace este barrio tan agradable es que la gente sabe dónde está viviendo. Aquí no ves problemas, no hay gente peleando", dice. El letrero del granero debería dar pistas sobre esa armonía.
El tendero, Gerardo Mejía, explica que él granero se llama así porque en ese lugar se hacen muchas amistades. "La gente viene acá de la forma más sana del mundo y se toma una cerveza y se hacen amigos de una forma que a veces uno se sorprende", explica Gerardo.
Ya casi son las doce. El flujo de personas aumenta y en punto después de un solemne Angelus, empieza la misa para darle movimiento a la tarde en Belén San Bernardo, que a pesar de tenerlo todo, lo mejor sigue siendo la gente, coinciden todos.