Histórico

Palabras de doble sentido

08 de abril de 2009

Palabras de doble sentido, de grueso calibre, vulgares y de tono encendido han existido y existirán, desde que existan personas que quieran imponerse, agriar o tergiversar un concepto, con fines humorísticos o agresivos.

Según la tonalidad y la significación, pueden ser soeces u obscenas, más aún cuando tienen referencias con lo sexual. Entonces se distorsiona la palabra, se ensucia el vocablo y se enloda un epíteto que aún en el diccionario más abierto, no tienen aposento.

Existen individuos que manifiestan su amargura y resentimiento con la vida, con el sexo, con aquello que es puramente natural, como órganos o funciones del cuerpo.

Se habla del lenguaje prostibulario y del lenguaje carcelario, pleno de bajezas e inmundicias que envilecen el diálogo, haciéndolo mezquino. A algunas personas se les pega, se les adhiere, no tanto en su mente, a su zona del lenguaje, sino a su alma y parece ser que se mantienen en vilo para vomitar literalmente vocablos y expresiones rastreras que, en muchos casos, enlodan, rebajándola hasta la más abyecta de las posiciones.

Cuando se tiene sensibilidad y dignidad se rechaza a esas personas porque irradian una energía maldiciente y malévola, como invitándonos a lo que debe ser el averno.

Qué bueno cuando nuestras palabras son la expresión misma de nuestra armonía interior.