Histórico

NO TODOS LOS MUERTOS SE MUEREN

06 de diciembre de 2012

Este cuento ya lo he contado: dicen que nadie dudaba del diagnóstico de un famoso médico de Medellín en los años 40-50. Un día certificó que alguien estaba muerto y cuando estaban a punto de meterlo en la tumba despertó, golpeó el ataúd y gritó: no me entierren que estoy vivo. Usted no sabe más que el doctor Morales, y con él para adentro.

El caso de Miguel Calero lo pone a uno a pensar. Hay personas que quedan en estado de coma por muchos años. Unos dicen que ojalá muriera, que no le den esto o aquello. Otros creen en eso que llaman milagro.

Hace menos de un mes se reportó que Scott Routley, en coma hace 12 años tras un accidente, fue capaz de decirles a los médicos, mediante un novedoso método de resonancia magnética que monitorea el cerebro en tiempo real, que no sentía dolor: las imágenes mostraban reacción cuando le preguntaban algo.

Sorprendente. ¿Y si continúa en coma muchísimo más tiempo, qué debe hacerse? Eso no es vida, se dirá.

Fue en 1968 cuando comenzó a hablarse, tras la Comisión Harvard, de muerte cerebral y se aceptó esta nueva definición de muerte; pero dos años después estudios mostraron que personas con muerte cerebral aún tenían señales: el test Harvard solo indicaba si el tronco del encéfalo estaba muerto, no la neocorteza, zona del cerebro relacionada con la conciencia. Entonces se dijo que había que tomar un electroencefalograma para certificar la muerte cerebral. Y pese a este examen, algunos cerebros aún producían ondas. Se les dijo a los médicos que obviaran el EEG. Una persona estaba muerta si tenía muerte cerebral así latiera su corazón y los médicos debían definir las pruebas para certificarlo.

Muchos de estos pacientes, con cuya muerte cerebral podían convertirse en donantes de órganos mostraban reflejos y se movían ligeramente.

Un estudio en The Lancet en 2000 reveló que de 38 pacientes con muerte cerebral, 15 se movían incluso 24 horas después de ser declarados muertos. Y de 144 cadáveres por muerte cardiaca, 79 tenían reflejos tras morir.

Por eso se pide a los médicos no permitir que los familiares de donantes por muerte cerebral vean a su familiar.

Con pacientes en coma o con respiración asistida surgen tantas preguntas y siempre existirá la esperanza de que ocurra ese milagro. No es fácil una decisión.

Tan delgada que es la línea entre la vida y la muerte.

Maullido: asustan y duelen las condiciones laborales en que muchos almacenes contratan personal decembrino.