Nacho y Coquito no se olvidan
Las cartillas de aprendizaje tal vez no siguen en las escuelas, pero vivirán en la mente de quienes tuvieron la oportunidad de aprender a leer y escribir con ellas.
Eran mediados de los 70, principios de los 80. En de las instituciones educativas colombianas nacía una leyenda, que ahora no se ve mucho en las aulas, pero que nunca desaparecerá de las mentes y los hogares de cientos de profes y estudiantes que ahora, ya adultos y profesionales, recuerdan aquellas cartillas con las que aprendieron a leer, escribir y a portarse como caballeros y damas.
Hablamos de clásicos como Nacho Lee, aquel libro de portada colorida en el que aparecía un niño de sombrero de paja y que con su cartilla repasaba las letras a través de frases como "mi mamá me mima", una de las alternativas con la que los niños aprendían sus primeras palabras.
En 1973 se editó por primera vez este libro que todavía es publicado por Susaeta Ediciones y que, según indican los maestros, en 2013 (40 años después) aún se usa para repasar con sus hijos en casa las letras del abecedario y enseñarles fácilmente a leer.
"En su momento fueron cartillas muy útiles si el método de enseñanza era silábico y también generaban igualdad porque todos tenían su libro, pero ya desde mi punto de vista están descontextualizados", explicó la profesora de primaria Sandra Osorio.
Los de antes
Varias generaciones tuvieron la oportunidad de aprender a través de las cartillas.
Otra de las que están clavadas en la mente de las personas son las lecciones de Coquito, un texto que también funcionaba como Nacho y que llegó desde Perú, país en el que nació y en el que todavía vive.
"A mí me tocó con Coquito en la primaria y mis hijos sí tuvieron la oportunidad con Nacho que es un poco más joven", sostuvo la ama de casa Rocío Gallego de 52 años.
Una afirmación que tiene validez, pues las primeras ediciones de Coquito vieron la luz en 1955, según indica la editorial que lo publica.
Algunos años antes que su amigo Nacho, pero que las personas recuerdan con igual cariño. "Yo aprendí con Nacho hace 27 años, mi hija aprendió con él hace 5 años y ahora mi hijo de 6 años también", expresó Adriana Marcela Gómez.
Moral y comportamiento
En la memoria de los mayores deben sonar con fuerza dos apellidos: Astete y Carreño.
El primero es recordado por su catecismo, un compendio de escrito por el español Gaspar Astete y que hablaba más de lo que se requería para ser un buen católico. Es un texto escrito en 1500, pero que perduró en sus enseñanzas hasta bien entrado el siglo XX.
El otro texto es el escrito por el venezolano Manuel Antonio Carreño Muñoz, conocido popularmente como la Urbanidad de Carreño, que en verdad se llama Manual de urbanidad y buenas maneras para uso de la juventud de ambos sexos.
Este texto data de 1853 y del que aseguran que ha perdido vigencia, aunque algunos sostienen que muchas normas allí descritas todavía funcionan. "La Urbanidad de Carreño contribuye todavía en un aprendizaje del comportamiento recto que hay que tener en la sociedad", aseveró la maestra Nubia Marulanda.
Los de ahora
Hay una distancia abismal entre el siglo XIV y el XXI. La producción literaria aumentó y libros como Ética para Amador, de Fernando Savater o algunos textos (mitad autoayuda, mitad propaganda religiosa) de Carlos Cuauhtémoc Sánchez pudieron ocupar sonoros lugares en los planes de educación del bachillerato, no lograron la recordación de los anteriores.
Algunos textos como Leíto, de la editorial educativa King Kolor, son los llamados a tomar en parte esos puestos que dejan Nacho o Coquito, aunque no llegan a tener la fama y el cariño que estos últimos tendrán durante toda la vida.
Cartillas que pasaron de las instituciones educativas a los hogares. Así lo manifestó Osorio, pues en el momento los profesores de los primeros años de primaria manejan libros que les sirven como apoyo, pero los niños aprenden de otras formas.
"Periódicos, afiches, mensajes publicitarios, cuentos entre otros son las ayudas que los niños usan ahora", explicó.
Es necesario tener en cuenta que ahora las nuevas tecnologías se unen al proceso de enseñanza aprendizaje y a través de software complementan la labor docente.
Carreño, Nacho y Coquito se irán desdibujando en el recuerdo de aquellos a quienes les tocó la educación con pocos nombres y autores.