MONTICELO, 60 AÑOS
En este mes de marzo, la comunidad carmelitana de Monticelo está cumpliendo 60 años de fundada, primero como seminario menor de la Orden de Carmelitas Descalzos durante varias décadas, y luego, tras años de búsqueda, como Casa de Espiritualidad.
Monticelo nació como colegio de aspirantes en diciembre de 1951 y fue inaugurado en marzo de 1952, trasladado de Sonsón, donde había sido establecido en 1941. El benefactor y filántropo antioqueño, don Pedro Estrada y su esposa, doña Teresa Gómez , donaron la bella finca Monticelo, situada en el paraje La Loma, de El Poblado.
Allí se instaló la nueva casa de formación carmelitana. El padre Gabriel Toro y el padre Olegario Zuazúa, con el apoyo del Hermano Joaquín Montoya , fueron puestos al frente de la experiencia.
Con el correr de los años y yendo en aumento las vocaciones, la orden emprendió la hazaña de construir, al lado de la antigua casa, el gran edificio donde hoy funciona el CES.
Pero la crisis de vocaciones que sobrevino, después del Concilio Vaticano II, obligó al cierre de dicho seminario. A la vuelta de años el edificio fue alquilado y luego adquirido por el CES, que ahora también se ha hecho a la última construcción que se levantó aledaña a la casa para atender las nuevas exigencias de las labores de la comunidad. Hoy, en estos 60 años de existencia, luego de un largo escarceo en que fue, después de seminario menor, centro de pastoral juvenil, casa de aspirantes, casa de retiros y convenciones y hasta elegante y antojadora hospedería, Monticelo ha regresado a su esencia, a lo que, tras su servicio como seminario, animó su historia de aciertos y desaciertos, de expansiones y contracciones: una Casa de Espiritualidad.
Los religiosos carmelitas buscan seguir irradiando el espíritu del Carmelo, aprovechando las dotaciones que quedan del camino recorrido y del ambiente natural de silencio que reina en el sector. Monticelo renace, pues, como Casa de Espiritualidad que, en verdad, nunca ha dejado de ser. En ella se ofrecerá, según se anuncia, espacio y orientación para retiros, dirección espiritual, conferencias, publicaciones, cursos y jornadas de reflexión. Siempre a la luz y al amparo de Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Teresa de Lisieux y otros místicos del Carmelo. Se seguirá oyendo hablar, sin miedos ni aspavientos y sin odiosos proselitismos religiosos, de mística, de oración, de contemplación. Con el misterio acechando desde el silencio.
Monticelo, presencia y recuerdo. Memoria agradecida para quienes, por una u otra razón, enredamos nostalgias y olvidos en la soledad allí degustada.