La Gabriela, de nuevo
Hace tres meses ocurrió la calamidad de La Gabriela y vale la pena mirar qué ha pasado con la atención de los damnificados de ese barrio y qué está pasando con las acciones gubernamentales hacia los dos millones de afectados por la ola invernal del año pasado.
Empiezo por recordar que la denominación de calamidad se debe a que no se trató de un fenómeno exclusivamente natural sino de uno en el que la mano del hombre jugó un papel crucial.
En el caso de La Gabriela, el periodista José Guarnizo demostró con claridad cuál es el proceso que permite que estas tragedias ocurran. Someramente: el Estado hace una vía (la mal llamada Autopista Medellín-Bogotá); particulares con agallas detectan los predios aledaños y toman posesión de ellos (los finos montan restaurantes, los menos finos lavaderos de carros); los funcionarios del municipio (en este caso Bello) les tramitan licencias sin que hayan demostrado la propiedad; los autorizan a recibir escombros y no controlan el uso del terreno; la comunidad y las autoridades (Corantioquia) alertan a la Alcaldía cada año, durante cinco años, pero puede más la indolencia o la corrupción. Enseguida, la tragedia.
¿Qué pasó después? Los damnificados que no perdieron parientes o propiedad recibieron un mercado de no perecederos y artículos de higiene para dos meses y el trasteo de sus cositas. Los damnificados que perdieron parientes y propiedad recibieron el mercado para tres meses y un apoyo hasta por 300 mil pesos para arriendo por tres meses. Lo anterior por ayudas oficiales locales. Algunos se quejan de no haber recibido nada y muchos solo recibieron una parte de esta ayuda.
La Alcaldía de Bello -fortín del procesado Óscar Suárez Mira- ha adoptado una conducta de retaliación contra las organizaciones barriales de La Gabriela, porque sus líderes hicieron quedar mal al Alcalde cuando el presidente Santos visitó la zona. A su dolor le sumó los reproches públicos y el aislamiento. Ahora, la Alcaldía les manda una carta a los vecinos diciéndoles que vuelvan a La Gabriela, pero la policía les dice lo contrario, que el riesgo sigue latente.
El Gobierno nacional no ha hecho nada en La Gabriela. Es lo que me dicen los líderes del barrio. Y debe ser cierto, pues esta semana el director del Dapard se pronunció públicamente demandando la llegada de la ayuda del Gobierno central. El Procurador ya pidió declarar inexequible la emergencia social y las decenas de decretos, los discursos y las promesas amenazan irse al suelo como un castillo de naipes.
Van tres meses. El Ministro de Hacienda no dejó pasar tres días ante la posibilidad de que expire el Atpdea y ya está ofreciendo ayudas a los exportadores. Eso no necesita montar ningún dispositivo especial, ninguna emergencia. Para eso hay agilidad mental e institucional.
Aparte del gotero que ha usado la Alcaldía de Bello para ayudarle a su gente, la única ayuda seria que ha llegado a La Gabriela ha sido la que provino de la solidaridad ciudadana, del sector social y de algunas instituciones. Ese es el cuadro.