La foto del cadáver
No es una foto cualquiera. En una época en la que la gente se volvió loca por las imágenes gracias a los aparatos digitales, millones de personas clamaban por ella a gritos. Ver para creer. La prensa decía que el gobierno de Estados Unidos iba a publicarla en unas horas. La noticia de la muerte del jefe de Al Qaeda, Osama Bin Laden, era recibida con júbilo o estupor, en muchos países, con dolor y espanto, en otros.
Y la foto por fin apareció. La publicó una cadena de televisión de Pakistán. El jefe de la cadena dijo que la imagen les fue entregada por el Ejército de su país. En un abrir y cerrar de ojos, la foto se difundió por el mundo a través de internet. Miles de usuarios asqueados la devolvieron a sus amigos pidiendo que no les enviaran basura de esa clase.
Pero, en pocas horas, el engaño quedó al descubierto. Varios periodistas comprobaron que, usando un programa llamado Fotoshop, un editor gráfico unió dos caras: la de Bin Laden y la de un hombre muerato con una gran herida en la cabeza y un agujero de bala encima de su ojo izquierdo. La foto fue distribuida como si fuera la del cadáver del jefe de Al Qaeda. La foto ya había circulado por internet en 2009. Las cadenas de Pakistán que la difundieron sin verificar su autenticidad, decidieron sacarla del aire.
Según el gobierno de Estados Unidos, el líder de Al Qaeda recibió dos disparos a corta distancia cuando opuso resistencia a su detención, aunque estaba desarmado. Uno de los disparos le dio en la cabeza y el segundo entró por el pecho. Luego, su cadáver fue lanzado al mar tras una verificación de su ADN. Antes hubo una corta ceremonia religiosa celebrada en un portaaviones, en medio del mar Arábigo, en la que se leyó en voz alta una plegaria musulmana y se envolvió su cuerpo en una sábana.
Después vino la discusión. Dicen que el jefe de la CIA quería publicar las fotos del cadáver destrozado por las balas. Obama y sus asesores, no. Finalmente, la Casa Blanca anunció la decisión del presidente de no hacerlas públicas. Jay Carney, portavoz del gobierno, dijo ante la prensa que, sin embargo, Obama quería dejar claro que "no cabe duda de que matamos a Osama Bin Laden", pero que "no sacaría a relucir su cuerpo como trofeo". Ante la pregunta de si el gobierno había tomado esa decisión presionado por las posibles reacciones en el mundo musulmán, Carney contestó: "El presidente Barack Obama ha demostrado tener más respeto hacia Bin Laden y su cuerpo que el que tuvo Osama con las víctimas del 11 de septiembre".
Sin embargo, en privado, la foto fue mostrada a algunos senadores y a los periodistas de la cadena CBS . Los que la vieron, la calificaron como "horripilante", "atroz". Dijeron que se observan las heridas del disparo que Bin Laden recibió en la frente, cerca del ojo izquierdo, que dejan al descubierto parte de su cerebro, y el otro, en el pecho.
Como ciudadano de un país como Colombia, donde la degradación de la guerra ha provocado la exhibición de cadáveres sin el menor respeto por los cuerpos, ni por las familias de las víctimas, ni por sus sentimientos, fieles a la costumbre atroz del imperio español que destrozaba a nuestros héroes de la Independencia y mostraba sus cuerpos descuartizados colgados en las plazas públicas, seguí con mucho interés las discusiones sobre la decisión de publicar la foto del cadáver de Bin Laden. ¿Era necesaria? ¿Necesitamos las fotos macabras de los cadáveres para resolver el problema de la guerra? ¿O para polarizarla? ¿O las necesita la televisión para alcanzar más sintonía? ¿O los periódicos para vender más ejemplares?
En un artículo publicado en The New Yorker , Philip Gourevitch equipara la publicación de estas fotos con la venganza en bruto. Dice que en la guerra contra Al Qaeda, Estados Unidos abandonó sus mejores principios invocando su defensa y luchó contra el terror usando el terror. También, hizo frente a la barbarie empleando la barbarie. Según él, la muerte de Bin Laden puede permitir a su país pasar la página de esta guerra sucia, pero seguramente no si la página se imprime con una fotografía del trofeo oficial con su cabeza destrozada por las balas. Un lector de la revista escribió: "Quiero ver las fotos de Osama". Otro le contestó: "Si usted quiere ver una foto de una bala y una cabeza destrozada por un disparo, ¿por qué no vuela a Pakistán con una pancarta de Mahoma?". Al final, un lector decía: "Estoy muy agradecido por este artículo y por la decisión del presidente. Yo estaba convencido de que las fotos serían publicadas solo para terminar siendo usadas por algunos como estampas de Jesús en la cruz".