Histórico

Julian Beever hace magia con su tiza

Este artista británico es un experto en pintura callejera tridimensional. Prepara una obra para Medellín.

02 de septiembre de 2013

Pareciera una ilusión, pero no lo es. Se trata de otra manera de ver la realidad o de expresar emociones con un estilo muy particular. "Yo lo llamo anamórfico", explica el artista británico Julian Beever, más conocido como el artista callejero de la tiza o el Picasso del pavimento.

Su estilo se entiende si se tiene claro que hay un juego óptico, que produce una deformación de la imagen. Se llama anamorfismo. "En mi caso, lo hago estirando la imagen al máximo".

Después de pintar murales en el Reino Unido, Bélgica, Francia, Holanda, Alemania, Estados Unidos, Australia, México, España, Uruguay, Ecuador, Argentina y Chile, Julian llegó a Medellín como uno de los invitados a la inauguración de la nueva torre médica de El Tesoro.

"Estoy muy agradecido con los directivos de este centro comercial tan grande y hermoso, lleno de exuberante vegetación. Ellos me contactaron por internet, me explicaron el proyecto que tenían en mente y aquí estoy, feliz de la vida en mi primera visita a Colombia".

El proyecto, que inició ayer en la mañana y que deberá estar terminado para este próximo jueves, -"complejo porque incluye mucha geometría"-, consiste en una gran torre que representa las nuevas unidades de servicios (salud, entretenimiento y eventos). Encima, en el techo, habrá una figura humana en espera de ayudarle a otra persona que trepa por entre un girasol gigante para llegar a la cima.

"Yo primero hago un bosquejo de la idea y luego, con ayuda de diferentes tipos de tiza (desde la común del colegio hasta otras más especializadas), plasmo la obra para que sea entendida desde un ángulo específico, ojalá a través de la lente de la cámara, para disfrutarla tridimensionalmente", puntualizó Julian Beever.

El británico recordó sus inicios en las calles de Londres, primero como músico y luego como retratista callejero. "Vivía de lo que la gente depositaba en los sombreros que ponía alrededor". Claro que es importante anotar que antes de volcarse a la calle, Beever había estudiado artes.

"A la gente le gustaba lo que yo hacía pero no lograba conseguir patrocinadores y lo que recogía no me daba para vivir. Tuvieron que pasar varios años antes de que este género artístico, que empecé en Bélgica, fuera reconocido".

Entre tanto tuvo que conseguir un empleo estable para vivir. Se contrató como maestro de inglés y si no hubiera sido por su novia, hoy su esposa y madre de sus dos hijas, seguiría dictando clases entre cuatro paredes, aprovechando cada tiempo libre para hacer bosquejos.

"A mi novia se le ocurrió ilustrar unos temas en internet con varias obras mías. Yo en ese momento no tenía idea de la magnitud de la internet y mucho menos de las redes sociales. Fue allí donde empezaron a hablar de mi trabajo, a compartirlo y por donde empezaron a llegarme propuestas de trabajo. A partir de entonces mi vida cambió por completo", afirma feliz este artista que no tiene ni idea de cuántas obras ha realizado en los 33 países que ha visitado.

Su trabajo está lleno de detalles, ilusiones ópticas que se lleva el viento o la lluvia. Sin embargo no lo lamenta "Lo importante es que cada una queda registrada fotográficamente". E incluso ha llevado a los libros, como se puede ver en Pavement chalk artist, que en su segunda edición se puede adquirir a través del sitio web Amazon.