Histórico

En sepelio de Alisson, masivo rechazo a las balas perdidas

Una multitud se unió espontáneamente a expresar solidaridad y afecto a los padres y familiares de la niña asesinada y condenaron la práctica de los tiros al aire.

03 de enero de 2013

José Vicente Britel había sido fuerte, pero hasta el más valiente corazón se quiebra ante el dolor y una manifestación masiva de solidaridad. Por eso, al ingresar al templo donde se celebró la misa fúnebre por su hija Alisson Lizeth, flaqueó un instante y se desmayó junto a su esposa Viviana Sánchez y su otro hijo Cristian.

Al lado, el féretro blanco le recordaba que en él reposaba el cadáver de su hijita de 11 años, que el 31 de diciembre recibió un disparo en la frente y el 1 de enero falleció ante la gravedad del impacto.

La iglesia de Nuestra Señora de la Madre Reina, en Manrique Las Esmeraldas, donde se celebró la ceremonia, estaba llena e invadida de dolor.

"Si pudiera devolver el tiempo, para verte de nuevo, para darte un abrazo", se oía una canción en los altavoces del templo.

Era una melodía triste, homenaje a los que se van al infinito y que no quieren ser recordados con dolor, y por eso, para la mayoría de asistentes, fue inevitable el llanto.

Fue en ese momento cuando José Vicente no pudo más y el mundo se le fue. Él, que había sido todo fortaleza para hablar con la prensa y consolar a su esposa y su hijo, se desvaneció y entonces fue Cristian quien hizo todo, en plena misa, para revivirlo. Luego llegó la calma y el sacerdote, Wilderman David Manco, intentó darles consuelo a los familiares de la niña.

Una sola voz
"Ni siquiera la muerte o la violencia pueden arrebatarnos el amor", expresó el religioso en su homilía, en la que todo el tiempo mencionó a la pequeña Alisson, de la que dijo que será un símbolo de la comunidad de Manrique y abogó porque hechos como este no vuelvan a suceder jamás.

"Es admirable que de los labios de esta familia no haya salido una palabra de odio, rencor, venganza o resentimiento aun en circunstancias tan dolorosas", dijo el padre y la iglesia toda aplaudió.

El ataúd con el cuerpo inerte de la niña llegó allí hacia la 1:15 minutos, tras una marcha silenciosa que partió de la casa donde la infante recibió el disparo que segó su vida, en la calle 82 con carrera 42. Fueron unas ocho cuadras hasta llegar al templo, por las cuales la comunidad de Las Esmeraldas manifestó su repudio y le expresó solidaridad a los padres.

Toda la familia de Alisson, padres, hermano, abuela, tíos, tías y demás, se puso camisetas blancas, "porque es un angelito que nos cuida en el cielo y no hay que llevar luto", dijo una tía.

Una pancarta con el letrero "no más víctimas inocentes por balas perdidas" encabezó la caminata. Al llegar a la iglesia, el cortejo fue recibido con banderitas, bombas y pañuelos blancos y velas con la llama encendida. De fondo, la canción de Roberto Carlos aumentó las emociones de tristeza: "tú eres mi hermano del alma, realmente el amigo", se escuchó y siguió un aplauso general de los presentes, que ocuparon cada rincón del recinto religioso. José Vicente, Viviana y Cristian estuvieron todo el tiempo amorosamente abrazados.

En la sala de velación de Villanueva, en la mañana, prefirieron la intimidad familiar y cerraron las puertas a la prensa y a decenas de personas que llegaron a expresarles su solidaridad.

"Yo les agradezco las expresiones, pero estamos cansados, no tenemos que estar presentes para creer en Dios, que él nos bendiga y nos dé fortaleza", salió José Vicente a decir. Se abrazó con algunos curiosos y luego volvió a la intimidad de la velación.

Afuera, los civiles no se fueron, quisieron acompañarlo de todos modos.

"Yo vengo porque como ciudadano me duele, tengo un hijo y no quisiera que eso le pasara ni a él ni a nadie", comentó Fernando Hoyos.

Nelson Botero, un vecino, logró darle el pésame y lamentó que en una "ciudad tan bella como Medellín pasen estas cosas. La Navidad no son tiros al aire, pólvora y borracheras, debe ser para compartir con la familia en paz", expresó.

Una voz agradecida
Pese a ese silencio de la mañana, las emociones hicieron que el final de la misa por Alisson Lizeth, su padre rompiera el silencio y tomara el micrófono para dirigirse a la iglesia atiborrada:

"A ustedes gracias por su solidaridad, han hecho algo muy grande por nosotros. Les agradezco por adoptar a mi niña, una niña que no es de acá sino bogotana, solo tengo que decirles gracias".

Las palabras de este padre, que se lamentó de no haber sido él la víctima en lugar de su hija, fueron recompensadas con un aplauso fuerte y muchos llantos. Más de mil personas que ocuparon la iglesia, la calle y los balcones, hicieron suyo este drama y dejaron constancia de su rechazo total a la práctica de disparar al aire sin medir las consecuencias.

Alisson Lizeth se quedó en el corazón de este barrio. Fue cremada y sus cenizas llevadas a Bogotá. Todos piden justicia, pero del culpable aún no hay noticias.

"Nada no las va a devolver, pero tanta solidaridad nos deja sin palabras. Muchas gracias a todos", dijo Paula Andrea Guerra, una de las tías de la inocente Alisson Lizeth.