Emergencia en vuelo 924 de American
El susto más "berraco" de sus vidas. Así, sin más adornos, fue lo que pasó ayer en el aeropuerto José María Córdova hacia las diez de la mañana, cuando un avión de American Airlines, con destino Miami, debió regresar de emergencia por el daño en una de sus dos turbinas.
Daño en las turbinas, eso fue lo que vio Paula Jiménez. Ella vino a pasar unos días en Medellín desde Atlanta, donde reside hace un año y observó el momento en que una de las turbinas del Boeing 737 de American se incendió, cuando llevaban algunos minutos de vuelo.
De inmediato, el capitán de la nave, Bill Brooks, le informó a los 148 pasajeros que el avión había sufrido un percance y que debía regresar al José María Córdova.
"Una señora que estaba a mi lado comenzó a llorar. Otros se pusieron a gritar. Fueron momentos muy tensionantes. No sabíamos que iba a pasar", recordó Paula.
El avión , con algunas dificultades, hizo las maniobras de regreso. Debido a que perdió el 50 por ciento de sus motores, su capacidad de aterrizar también se había visto afectada.
Por eso, al momento de aterrizar, el piloto debió utilizar los frenos al máximo y una de las llantas explotó sobre la pista del aeropuerto.
"Fue un aterrizaje muy brusco, muy duro. Sentimos cuando la llanta se reventó. El susto más grande de mi vida", dijo.
Judith Blandón era otra pasajeras del vuelo. Vino a Medellín para pasar las dos semanas de Navidad y tenía todo planeado para estar en la tarde de ayer en la ciudad de New Jersey, donde reside desde hace algunos años.
Para ella, la pericia del capitán y su capacidad de comunicar todo a los pasajeros, fueron las razones para que estuviera contando el cuento.
"Fue un susto impresionante. Lo único que le puedo decir es que el capitán fue el héroe de la jornada".
Parálisis
Las operaciones de rescate se demoraron unas dos horas, según algunos pasajeros del avión.
"Durante unas dos horas nos dejaron allí. Nos sacaron en la mitad de la pista", dijo Mónica Escobar, otra de las que iba en el avión.
Al salir, los pasajeros fueron llevados hasta una de las salas de espera, mientras técnicos de la empresa y personal especializado del aeropuerto realizaban los trabajos de limpieza de la pista.
Posteriormente fueron llevados a un hotel cercano y en las horas de la noche debían reanudar su viaje.
Durante estos procesos, los vuelos nacionales e internacionales que debían salir e ingresar al José María Córdova fueron suspendidos y desviados hacia otros aeropuertos como el Palmaseca en Cali o El Dorado en Bogotá.
Entonces comenzó otro problema: la espera. El aeropuerto José María Córdova parecía una plaza de mercado, gente por todas partes, con expresiones de cansancio y un poco de desespero.
Diana Carmona llegó a las once de la mañana para recoger a su mamá que llegaba de New York. A la una y media de la tarde, seguía esperando.
"No se hasta que horas vamos a estar aquí esperando. Nos dijeron que el vuelo había sido desviado hacia Cali. Ojalá no nos coja la noche por aquí", dijo.
Otros estaban preocupados por las conexiones nacionales, en especial con las restricciones de ciertos aeropuertos como el de Pasto.
"Mi familia debe llegar a Pasto antes de las seis de la tarde, porque sino el aeropuerto lo cierran. El problema es que debe hacer escala en Cali. Yo creo que les va a tocar dormir ahí", dijo Jhon Jairo Solarte.
Hacia las dos y media, las autoridades del aeropuerto reabrieron las operaciones que durante cuatro horas estuvieron cerradas, especialmente en la tarea de dejar la pista impecable, sin ningún tipo de residuos de la llanta del avión que explotó al aterrizar y moverlo hacia uno de los hangares cercanos para que fuera revisado.
Según el subdirector de la Aerocivil, el coronel Ronald Tascón, la emergencia fue superada con éxito, gracias a que no se presentaron heridos ni personas fallecidas.
Sin embargo, también aclaró que era muy pronto para determinar las causas que produjeron el accidente.