El disparate del POT en Bogotá
El alcalde Petro debe superar los delirios del centro ampliado y acometer un plan de choque para reactivar la construcción y devolver la confianza sobre las bases firmes del pasado.
La más reciente aventura institucional del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, su propuesta de modificar el Plan de Ordenamiento Territorial (POT), fue rechazada categóricamente por el Concejo de esa ciudad, que atendió múltiples objeciones y reclamos de gremios, organizaciones cívicas, exalcaldes y medios de comunicación.
Bogotá venía desarrollando todas sus actividades urbanísticas y económicas con referencia a un modelo cerrado consagrado en el POT que concibió en el año 2000 el entonces alcalde Enrique Peñalosa, bajo la visión de delimitar fronteras a la expansión de la ciudad.
Antanas Mockus realizó en el año 2003 una revisión parcial del mismo, que llevó ese modelo cerrado, a otro de articulación regional con varios de los principales municipios de la sabana, que se convirtieron en receptáculos de actividades económicas y residenciales.
Bajo el propósito de "superar la segregación socio–espacial, de ordenar la ciudad en función del agua, de adaptarse al cambio climático y de fortalecer lo público", Petro propuso redensificar Bogotá en 11.000 hectáreas en el que denominó "centro ampliado" de Bogotá.
Lo quiso consagrar a través de una "modificación excepcional del POT", que la propia veedora Distrital, Adriana Córdoba, calificó como una "revisión estructural disfrazada", argumento que compartieron las mayorías del Concejo que hundieron la iniciativa, por ese serio error de procedimiento y por otros de fondo como que la redensificación no estaba sustentada en una estrategia urbanística, lo cual llevaría a Bogotá a un caos de infraestructuras viales, de servicios públicos, dotacionales y de zonas verdes, peor que el de hoy. Perjudicaría todas las actividades económicas y reduciría dramáticamente la calidad de vida de sus habitantes.
Petro no se resignó al naufragio de la iniciativa que intentó revivir, sin éxito, en el Concejo. Y ha insinuado incluso la posibilidad de aprobar el POT por decreto.
Por encima de las discusiones jurídicas y políticas, la cuenta mayor a la fecha es la parálisis de la construcción en Bogotá durante lo que lleva la administración Petro, quien, con la mira puesta en su plan del centro ampliado, atrofió la actividad en los ejes principales de la construcción -el plan zonal del norte, Usme, el borde occidental, entre otros-. Y contuvo la construcción de vivienda de interés social, incluidas las casas gratis con el Gobierno Nacional, todo lo cual ha ocasionado la pérdida de 80 mil empleos y de 9 % del PIB del país en 2012.
El resultado de esta cara aventura de improvisación se refleja en el reciente informe del Dane que señala que la participación de Bogotá en las iniciaciones totales pasó del 41 % en 2008 al 31 % en 2012 y al 18 % en el primer trimestre de 2013. Y también en el de Camacol que indica que, entre enero y abril de 2013, período de actividad excepcional por el plan de vivienda gratis, mientras la construcción en Bogotá cayó 10 % en el resto del país creció 27 %.
Tradicionalmente la construcción en Bogotá representa un 45 % de esa actividad en Colombia. En la actual coyuntura muchas de las grandes empresas han logrado compensar sus pérdidas de la capital, gracias a proyectos de vivienda gratis en otras ciudades. Pero como lo ha dicho con claridad y entereza el ministro de vivienda Luis Felipe Henao, con la mira puesta en el interés de la ciudad y del país, el alcalde Gustavo Petro debe superar los delirios del centro ampliado y acometer, de inmediato, un plan de choque para reactivar la construcción y devolver la confianza a la industria y a los empresarios, sobre las bases firmes del pasado.