El cuerpo humano tiene su chispa
LAS DESCARGAS ELÉCTRICAS pueden resultar bastante molestas para quienes las padecen día a día. ¿Por qué se producen? ¿Qué tan peligrosas son? ¿Cómo prevenirlas?
Alguna vez ha sentido una descarga eléctrica al estrechar la mano de otra persona? ¿Es frecuente para usted sentir un corrientazo al cerrar la puerta del carro? No se preocupe: usted, como el universo entero, está siendo afectado por la estática.
Expertos en física aseguran que este tipo de descargas difícilmente representan un peligro para la salud. "Generalmente esto no tiene riesgo excepto para personas que tengan marcapasos, que tengan algún tipo de dispositivo electrónico en el organismo que con una chispa se puedan dañar", advierte Héctor Castro, físico y docente de la Universidad Nacional.
No obstante, para personas que se desenvuelven en ciertos ambientes, estas descargas cotidianas pueden convertirse en algo muy frecuente y bastante molesto.
¿Por qué ocurre?
Como toda la materia, el cuerpo humano está compuesto por átomos. Lo saben bien los estudiantes de la clase más básica de ciencias naturales: los átomos tienen partículas eléctricas llamadas protones y electrones.
"La fricción y a veces el calor pueden hacer que los electrones que están fuertemente agarrados a los átomos queden libres. Esos electrones que se despegan de los átomos se acumulan", explica el también físico Jorge Zuluaga Callejas.
Cuando dos cuerpos entran en contacto "un material le arranca los electrones al otro. El que toma los electrones queda cargado negativamente y el que pierde los electrones queda cargado positivamente", señala Castro.
Normalmente, todos los átomos y materiales son neutros. Es decir que tienen igual cantidad de electrones y protones. Cuando un cuerpo "cargado" entra en contacto con el cuerpo humano, éste sirve de puente y conduce la energía a tierra.
Es por esto que áreas con aire acondicionado, sillas plásticas y hasta automóviles son susceptibles de provocar la incómoda chispa.
La razón de por qué esta carga que se libera a través de nuestro cuerpo no reviste peligro alguno es sencilla: los electrones dejan de fluir rápidamente pues la carga eléctrica es limitada.
Zuluaga explica que este fluido es como el discurrir de un río, donde se necesita un desnivel para el movimiento de las aguas. En el caso eléctrico, se habla de un "desnivel" de cargas positivas y negativas.
"En el caso de las descargas cotidianas nunca se va a producir una situación de riesgo porque la pendiente desaparece", dice.
Todo lo contrario ocurre con una fuente de energía como un tomacorriente. En este caso, la cantidad de electrones es ilimitada y los riesgos son mayores.
Ojo al H2O
El agua, excepcional conductor de energía, es uno de los principales factores que intervienen en las descargas cotidianas. Si la humedad en el ambiente es baja, es más probable que se produzca el corrientazo.
Dice Jorge Zuluaga que "cuando hay mucha más agua, por ejemplo a 90 por ciento de humedad, los electrones que se acumulan en la silla plástica, en el cuerpo o en los vehículos pasan más fácilmente al agua que está en el aire".
De hecho, mayor o menor cantidad de agua en el cuerpo puede ser la clave para explicar por qué unas personas sienten constantemente las descargas mientras otras expuestas a las mismas condiciones ambientales no.
Para Héctor Castro, "hay gente que tiene un cuerpo más seco que otros, tanto superficialmente como por dentro. En el que haya más humedad, la carga circula más fácil".
Tenga en cuenta que si bien es difícil prevenir estas descargas, sí es probable disminuir los factores de riesgo. Si usted es de los que a menudo vive días electrizantes, es conveniente que tenga en cuenta la advertencia del físico de la Universidad Nacional: "Si está conectado a tierra directamente, si tiene zapatos de goma o si está descalzo, si está húmedo o está sudando, entonces puede haber un mayor efecto, mayor corriente sobre su cuerpo".