EL ABRAZO DEL OSO
Fanáticos chavistas/maduristas seguidores de Bolívar -quien poco estimaba a los bogotanos- sindican a los poderes "rolos" de fraguar una conspiración contra el eje Maduro-Diosdado.
Esa acusación la hace el canciller Elías Jaua. Deja sí por fuera de tal conjura al resto de colombianos. Según el denunciante, la confabulación se urde desde la capital colombiana. "Es un complot, no de Colombia, sino de Bogotá", sentencia, con una seguridad que produce entre risa socarrona y mofa.
¿Quién conspira contra los poderes venezolanos desde Bogotá? ¿Bogotanos de rancia estirpe o simples parroquianos residentes en la capital? ¿Autoridades del Estado? ¿Acaso venezolanos radicados en el altiplano? ¿Poderes legítimos o fácticos? ¿Quiénes de estos aparecen en la mente mitomaníaca de los capataces chavistas?
Insinúa el canciller Jaua que la cabeza del atentado podría ser JJ Rendón -asesor de algunas campañas políticas en Colombia y Venezuela- "con un grupo de venezolanos que se fueron del país, luego de la derrota del Golpe de Estado que ellos promovieron". ¿Estaría entonces, además, en esta conspiración -como deducción lógica a este ilógico razonamiento del temerario canciller- el frustrado presidente Carmona, quien 48 horas después del contragolpe a Chávez, empacó maletas, tiró la banda presidencial y se refugió en Bogotá?
Parece que este capítulo de la novela del complot será el punto esencial en la reunión Santos–Maduro que a instancias del expresidente Lula se realizaría en el Ecuador, país presidido por un campeón de la mordaza a la libertad de expresión.
Sería el primer acto de una nueva comedia en las tensas relaciones colombo-venezolanas. De unos vínculos traumáticos que arrancan desde la época del Libertador, cuando el general venezolano Páez quiso fusilar a Santander, pugna que fue uno de los gérmenes para dinamitar La Gran Colombia.
Con razón dijo Bolívar que estos pueblos "eran ingobernables".
Pero, ¿Qué podría salir de esta cumbre que enfriaría fugazmente la historia del drama colombo-venezolano? ¿Abrazos y carantoñas? ¿Declaraciones fofas de buena voluntad con mamolas por debajo de la mesa? ¿Preguntará Maduro por el estado de los 18 aviones que según el bocón de Rangel están listos a decolar desde Palanquero para bombardear Caracas? ¿Pedirá Maduro que se investigue a Uribe Vélez a quien, en sus obstinadas alucinaciones, llamó asesino sin despertar pública protesta de Santos? ¿Le exigirá aquel a este que repudie a Capriles y lo acuse de haber penetrado a la Casa de Nariño como cualquier lagarto, sin cita y consentimiento alguno del presidente colombiano?
Todo se puede esperar del personaje subordinado a Diosdado, ese nuevo Robespierre del siglo XXI. El que imita al esquizofrénico francés que liquidó a quienes se inventaba como enemigos del sistema de terror que había implantado. Y que empleó la maquinaria estatal para acallarlos, ejecutando en la guillotina a sus rivales y antiguos socios, cuando se sintió incómodo con su compañía…
Ojalá que en esta reunión no se agache demasiado la dignidad colombiana. Que no quedemos rehenes de las extravagancias y truculencias del jayán venezolano. Que se recuerde en tan difícil diálogo, que bravuconadas y chantajes son expresiones de los gobiernos débiles de opinión, así sean fuertes en armas y arrogancias populistas.