Histórico

DEMOCRACIA REPRESENTATIVA Y DEMOCRACIA PARTICIPATIVA

27 de abril de 2013

A propósito del Foro sobre Participación Política que hoy se inicia en Bogotá, organizado por Naciones Unidas en Colombia y el Centro de Pensamiento y Seguimiento al Diálogo de Paz de la Universidad Nacional, y teniendo en consideración la alta solicitud de cupos para participar hecha por partidos, movimientos políticos y demás organizaciones de la sociedad civil, así como por ciudadanos a título personal, esto plantea de un lado los déficits de participación existentes en nuestra democracia y de otro la desconfianza en la democracia representativa, especialmente de los partidos políticos.

La democracia representativa fue el modelo clásico de participación política que se configuró, asociada al surgimiento del Estado-Nación moderno, por razones de diverso tipo -tamaño de los territorios, imposibilidad de participar de todos los ciudadanos, restricciones a la participación asociados a mecanismos como el denominado voto censitario- y esto a su vez estuvo ligado al surgimiento de los partidos políticos -expresivos de corrientes de opinión política diferenciadas- como mecanismo privilegiado para escoger a los representantes. Esto, acompañado del rol jugado por los grupos de interés fue durante mucho tiempo la forma de participación política en las democracias occidentales.

Pero crecientemente fueron tomando protagonismo formas de participación contestatarias, de sectores sociales -sindicales, campesinos, estudiantiles- y grupos de ciudadanos que a través de manifestaciones, protestas, y otras modalidades fueron expresando los vacíos de participación que demandaban, desde sus particulares miradas e intereses. Es la evidencia de las limitaciones y crisis de la democracia de representación.

En los últimos decenios del siglo XX toma fuerza en todas las sociedades, aunque con diferentes énfasis, la demanda de participación más amplia y esto se va a reflejar en la introducción en los ordenamientos constitucionales y legales de diversos mecanismos de participación política -referendos, plebiscitos, consultas populares, entre otros- y de participación ciudadana; sin embargo, siguen expresándose con fuerza en sociedades como la nuestra diversas formas de participación social extra-institucional -marchas, paros, bloqueos, manifestaciones- reflejando esto la creciente demanda de participación de la sociedad y su deseo de buscar incidir en la solución de los asuntos que les competen. Es la emergencia de la democracia de participación.

En el caso colombiano es evidente que la crisis de credibilidad y confianza en los partidos políticos se acentúa a partir del Frente Nacional, en relación con los partidos tradicionales, especialmente al evidenciarse las pocas diferencias político-ideológicas entre los dos, pero especialmente por la consolidación del clientelismo como el mecanismo privilegiado de relación con los ciudadanos y de reproducción política.

Posteriormente se produce una atomización de estos partidos y el surgimiento de una gran variedad de partidos políticos que correspondían más a estrategias electorales y a intereses caudillistas que a agrupaciones de tipo político-ideológico compartidas entre sus miembros. Esta crisis de la democracia representativa no parece resolverse, sino que tiende a acentuarse.

Pero igualmente, muchos de los mecanismos de participación política y ciudadana, comienzan a ser percibidos como insuficientes o inútiles, ya sea por la forma como se reglamentó su ejercicio, como por la escasa respuesta que su uso genera de parte de las autoridades del Estado. Y claro, este no es un fenómeno exclusivo del país, parece ser propio del mundo contemporáneo. Los Indignados en Europa, la llamada Primavera Árabe, las movilizaciones indígenas y de diversos sectores sociales en Latinoamérica son expresión de ese inconformismo con los mecanismos e instancias de participación política y social.

No hay duda que no existen respuestas unívocas a esta crisis de las democracias contemporáneas, que además no son uniformes, pero lo que sí es evidente, es que cada vez más los ciudadanos del mundo actual quieren y exigen participar en la solución de los problemas que los afectan. El reto es cómo dar respuesta a esto.