David es grande desde su niñez
Desde que se puso debajo de un arco mostró categoría. Al comienzo lo criticaban por chiquito.
Si el cuerpo de David Ospina fuera tan grande como su nobleza taparía todo el arco. Pero eso no es necesario, pues con su agilidad y reflejos evita goles y le brinda alegrías al país.
Quienes lo conocen desde niño dicen que el guardián del seleccionado colombiano, vital en la clasificación al Mundial de Brasil-2014, conserva su calidad humana a pesar de los triunfos y la consagración. Lejos está de darse ínfulas de grandeza, así la tenga como lo demuestra con su presente en el Niza de Francia y el conjunto nacional.
Del monito que llegó a los cinco años de edad a la Escuela de Fútbol Alexis García, en ese entonces con sede en Itagüí (Coltejer), solo se escuchan elogios por su don de gentes y calidad deportiva.
"No era portero, jugaba en el campo y tenía mucha técnica", rememora Ceferino García, el coordinador del semillero que luego funcionó en Curtiembres y en San Fernando, frente a la Plaza Mayorista.
Un día el arquero del equipo no llegó a un partido, y ante la pregunta del entrenador de quién quería tapar, David -tenía seis años- se puso los guantes y ahí se quedó para siempre. "Mostró recursos, agilidad e intuición. No era alto, pero sabíamos que iba a crecer".
En los festivales de penaltis que hacían después de los entrenamientos apostaba con los profesores y siempre salía ganador. "Cobremos de a tres penaltis y si le tapo dos me da gaseosa", le decía Ospina a Ceferino, quien resalta también la inteligencia de este arquero que, además, fue buen estudiante.
Llorando en el parque
Ceferino tampoco olvida el primer viaje a Duitama con cerca de 50 "pelaos", quienes se hospedaban en las casas de los niños anfitriones. "Recuerdo a David llorando en el parque con su mamá, pidiendo que lo dejáramos en el hotel con ella. Después de hacer valer las reglas del club, se fue a la residencia de un jugador local".
A los 14 años fue transferido a Nacional, donde tres años después debutó como profesional bajo la orientación de Santiago Escobar. Pero fue Carlos Navarrete quien le dio alas para que se afianzara en el rentado y lo arropó en su estreno en la Copa Libertadores.
Dos títulos con Nacional en 2007, con Óscar Quintabani como estratega, confirmaron su pasaporte internacional que lo llevó directamente a Europa.
"David es un hombre sencillo, de hogar, buen amigo y gran trabajador. Irse tan joven a Francia le han dado una mentalidad diferente", dice Navarrete.
La defensa de Merino
Felipe Merino, quien permanece en las divisiones menores de Nacional, lo dirigió en la Infantil de Antioquia, campeona en 2001 en Cartagena, y lo tuvo en la primera participación por fuera del país con el uniforme de Colombia.
De esas vivencias, cuenta que David era que más bajito de la Selección paisa y que lo llevó a pesar del reclamo del presidente Jaime Robledo: "¡qué va a llevar a ese arquero tan bajito…", le manifestó.
Ese chiquitín le dio la razón al técnico, pues fue definitivo para el título tapando penaltis. Con esa misma base, Reinaldo Rueda le pidió a Merino llevar un elenco a un amistoso en el estadio Azteca, de México. Y ahí estaba David, en 2002, empezando a forjar una historia que ha resultado exitosa.
El médico Óscar Mario Cardona, de Indeportes, le había dicho a Felipe Merino que Ospina iba a ser alto, que tenía crecimiento tardío. Y confiado en ese concepto, el estratega siempre se la jugó con él.
Una vez Eduardo Lara lo devolvió de una Sub-17 "por bajito", ante lo cual Merino le insistió y terminó como suplente de Libis Arenas. Luego lo tuvo de titular en mayores.
"Le estoy entregando oro y me lo devuelve", pensaba el estratega paisa que más tarde tuvo que aconsejar al arquero para que no abandonara Nacional. Tenía 17 años y recibió una tentadora oferta para que se fuera a jugar en Argentina, en compañía de su familia. La propuesta incluía trabajo para su padre.
En la casa verde
El médico Federico Upegui lo recuerda como un muchacho tímido y "muy respetuoso de los profesores y de todas las personas". Lo define como un gran trabajador bajo las órdenes del preparador Fabio Calle.
"Me llamaba la atención que siempre tenía en mente salir de Nacional y hacerse grande en Europa, él mismo se fabricaba sus sueños", añade el galeno que resalta la madurez de Ospina desde temprana edad.
El utilero Wílmer Osorio lo define como un hombre "noble, tranquilo, humilde y callado que esperó con paciencia la oportunidad". Nunca olvidará los recorridos desde Llanogrande con él, pues cuando David, quien vivía en Santa María la Nueva, compró carro, lo traía hasta Itagüí después de los entrenamientos.
"A pesar de ser el mejor de Colombia mantiene la misma calidad como persona", anota el popular Niño que vio pasar de largo a David en Nacional frente a los experimentados arqueros Andrés Saldarriaga, Breiner Castillo y Juan Pablo Ramírez, y en la Selección Agustín Julio, Neco Martínez y Faryd Mondragón, entre otros.
Hoy, David Ospina, uno de los artífices del regreso de Colombia a la Copa Mundo tras 16 años de ausencia, vive feliz en Francia con su esposa Yesica Esterlin Castro (paisa) y su hija Dulce María. Listo para ir a Brasil a ratificar su calidad humana y profesional.