Histórico

Coronel Martínez, a curso de general

LOS CONTINUOS GOLPES a las bandas delincuenciales y su constante presencia en las zonas más conflictivas de la ciudad, entre otras acciones, le valieron al comandante de la Policía Metropolitana, coronel Luis Eduardo Martínez, su llamado a curso para brigadier general.

03 de noviembre de 2010

Los golpes contra la delincuencia, la coordinación de sus labores con todas las entidades y las acciones en contra de las finanzas de los grupos armados ilegales, hacen parte del legado del coronel Luis Eduardo Martínez Guzmán para Medellín, al dejar el comando de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, por su llamado a curso de ascenso a brigadier general.

Estos ascensos fueron dados a conocer ayer por el Ministerio de la Defensa y ellos también incluyen a los coroneles, Carlos Enrique Rodríguez, quien trabaja en la agregaduría de Colombia en España; Édgar Sánchez Morales, director de la Escuela Nacional de Policía general Francisco de Paula Santander; Saúl Torres Mojica, agregado de Colombia en Ecuador; Fabio Alejandro Castañeda, comandante de la Policía Cundinamarca, y Gabriel Parada Díaz, asesor del Área de Control Interno de la Institución.

Estos coroneles fueron escogidos entre 17 aspirantes, cuyos nombres fueron notificados mediante un llamado público, abierto y en presencia de sus subalternos, en acto que se cumplió en la Dirección General de la Policía y el cual presidió el General, Óscar Adolfo Naranjo.

El coronel Luis Eduardo Martínez estudió Derecho en la Universidad Gran Colombia, de Bogotá, y se especializó en Derecho Administrativo. Nació el 24 de marzo de 1963, en Manzanares, Caldas, y se vinculó a la Policía Nacional en enero de 1983. Realizó cursos de inteligencia, investigación criminal, antiterrorismo, antisecuestro, contraguerrilla y carabinero.

Fue subcomandante y comandante de la Policía Antioquia y se posesionó el 11 de agosto de 2009 como jefe de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá.

El oficial asumió el cargo en medio de una guerra por el poder entre bandas que trataban de tomar el control del expendio de drogas en varios sectores del Valle de Aburrá.

Para hacerle frente a la problemática decidió iniciar un trabajo integrado con las autoridades civiles y militares, así como con la Fiscalía General de la Nación.

Cuando la situación se hizo más difícil en comunas como la Uno, en el nororiente, y la 13, en el occidente de Medellín, trasladó su despacho a esos sectores para hacer más efectiva la acción policial tanto en el ámbito represivo como en el de trabajo social, con la aplicación del Plan de Vigilancia Comunitaria por Cuadrantes. Visibilizó a los jefes de las bandas criminales como alias "Sebastián" y "Valenciano".

Fortaleció la inteligencia y golpeó lo que llamó las "rentas criminales", con un decidido ataque a las plazas de vicio, el microtráfico de droga y las microextorsiones.

El coronel Martínez logró poner en boca del Gobierno Nacional la necesidad de aumentar las penas para delitos como el porte de armas y la utilización de menores en actividades delictivas.

Producto de esas iniciativas, desde el pasado mes de julio se empezó a notar un descenso en las cifras de criminalidad en Medellín y sus municipios vecinos.