Histórico

ALONSO, INHABILITADO PERO NO ACABADO

03 de marzo de 2012

Ni silenciado, ni derrotado.

Cuatro días después de emitido el fallo que inhabilita al exalcalde Alonso Salazar para ejercer cargos públicos durante doce años, seguramente muchas personas todavía estarán celebrando, bien con brindis largos, con chistes flojos ocasionados por la coyuntura o con la sonrisa maliciosa y socarrona de quienes se conforman con que a otro le vaya mal, en vista de que a ellos les fue peor.

El fallo, la verdad, no fue nada sorpresivo. La sorpresa corrió por cuenta de la desproporción. Por cosas peores, otros funcionarios han sido tratados con más benevolencia. Quedó en el ambiente la sensación de que Alonso fue sancionado no por haber hecho lo que hizo, sino por haberlo hecho él.

Si hubiera enviado un emisario a denunciar lo que pasaba, seguramente hoy no estaría inhabilitado. Doble moral, ¡nos vas a matar!

Tomar decisiones en el ejercicio de un cargo público es como jugar una partida de ajedrez y tener que ganarla sin perder siquiera un peón. Si el funcionario se arriesga y toma decisiones puede resultar inculpado, pero si no las toma será condenado de todos modos, por omisión y complicidad.

Alonso cumplió con su deber, a conciencia y con pruebas. Eso, señores, se llama actuar con ética y con valentía. Tuvo en sus manos la posibilidad de callar, pero prefirió enfrentarse a una sanción que ingresar al cartel del "tapen tapen". Puso el bien general sobre el particular aun a costa de su futuro político.

Los funcionarios honestos que cumplen a cabalidad con sus deberes, incluso por encima de algunas normas que pretenden impedírselo, corren el riesgo de que les sea negada hasta la presunción de buena fe en sus actuaciones.

Hay que tener vocación de mártir para arriesgarse, porque el sector público los acorrala, les ata las manos e, incluso, pretende cerrarles la boca. Errado mensaje. Son muy duros estos tiempos para el país, pero parecen ser peores los que vienen si hasta se delinque por alertar.

¿Ganó la ciudad? Sí.

¿Perdió Alonso? No. Ya ganó ante quienes pensamos que su acción es consecuencia de su responsabilidad de defender la hoja de vida de una ciudad, lo público y la ética. Gravísimo sería tener un mandatario que se acoplara al delito, le diera la espalda y pasara por la administración como una sombra indigna.

Ánimo, Alonso. No sólo desde los cargos públicos se construye país. En doce años son muchas las investigaciones que se hacen y las denuncias que se publican. Letras y lectores lo esperamos con ansias.

Los que no celebramos la desgracia ajena necesitamos que haya tanta prisa en la investigación de la denuncia, que es lo importante, como la que hubo sobre la "falta gravísima" del alcalde. No sea que espabilemos y de repente vaya a dar a un baúl empolvado del que todos se olviden pasado mañana.

Si hubo constreñimiento al elector jamás lo sabremos, aunque digan lo contrario los que hoy celebran, acarician una victoria paupérrima y sueñan con una revocatoria del mandato.

¡Del ahogado, el sombrero!.