Histórico

A.A., una esperanza que suma 76 años

09 de junio de 2011

A pocos metros del Pasaje La Bastilla, entre Colombia y La Playa, donde el consumo callejero de alcohol embriaga las voluntades y carcome los cerebros, se extiende una mano amiga para estos adictos y todo aquel que se considere picado por el bicho del licor.

En un tercer piso del edificio Furatena funcionan las oficinas centrales de Alcohólicos Anónimos (A.A.), entidad que hoy, 10 de junio, cumple 76 años de servicio a la humanidad... y a la vida.

En el lugar, sus funcionarios, que guardan el anonimato, recuerdan de memoria la historia de la entidad: en 1934, el corredor de bolsa Bill W. (como se identifican los afiliados a A.A.) fue internado en un hospital de Nueva York sumido en una depresión originada por la bebida. Allí, tratado por el doctor Silkworth, se sintió una persona libre.

Luego salió para un viaje de negocios a la ciudad de Akron, Ohio, y al llegar al bar del hotel sintió las ansias por el alcohol, pero no cedió a esa provocación y optó por llevar su mensaje a otros adictos, por lo que recurrió al directorio telefónico a ver cómo se ponía en contacto con otro enfermo y, de esa manera, conoció al médico Bob. Ambos, el 1o de junio de 1935, fundaron, en Akron, a Alcohólicos Anónimos, que hoy hace presencia en 186 países y cuenta con 115 mil grupos, de ellos 915 en Colombia.

Como la aviación y la radio el mensaje de A.A. entró al país por Barranquilla, pero se desarrolló en Medellín.

En 1952, en un hospital barranquillero estaba recluido, por problemas con el licor, el paisa Arturo Escobar, quien recibió la visita de Alejandro, un colombiano que se había recuperado con A.A. en Nueva York.

Más tarde, Alejandro recayó en la enfermedad, pero Escobar retornó en 1958 a Antioquia y se hizo invitar a un congreso sobre alcohólicos en Envigado. En ese certamen conoció a Darío Uribe y ambos formaron, en 1959, el primer grupo en Colombia, que empezó a funcionar en el cuarto piso del edificio Pestrada, ubicado en Junín con Colombia, centro de Medellín. El grupo creció y se pasó para un caserón de la Playa con Sucre.

De los pocos fundadores, entre ellos una mujer, solo vive Arnoldo R., residente en Sabaneta, quien confiesa que lleva 52 años de abstinencia.

"El grupo en Medellín lo iniciaron dos borrachos ayudándose uno al otro y el mensaje lo recibimos unos pocos porque nos gozaban cuando íbamos a las reuniones.

"Empecé a beber a los 17 años y entré a A.A. a los 35. Tengo 87 y soy más feliz ahora que cuando tenía 35, ya que estaba alcoholizado y vine a reconocer mi mal, cuando llegué al edificio Pestrada, de la mano de, en ese entonces, un futbolista de Nacional, quien tenía el mismo problema, pero recayó", anota con ánimos Arnoldo. En Colombia, hay 15.000 alcohólicos recuperados por la organización.

En A.A. las historias de los adictos son vitales para recuperar a los demás. No se requieren cuotas ni inscripciones, solo el deseo de volver a vivir.