Un baño romano para recorrer Bath
Esta ciudad de Inglaterra es conocida por sus aguas termales.
Es periodista porque le gusta la cultura y escribir. A veces intenta con la ficción, y con los poemas, y es Camila Avril. Editora de la revista Generación. Estudió Hermenéutica Literaria.
Los deseos que algunos arrojaron a la fuente no eran pidiendo algo para ellos, como un mejor trabajo, por ejemplo. A la diosa Sullis, parece que era a ella a la que le hacían ofrendas, le pedían que castigara a aquel que les robó un objeto de su casa, por más pequeño que fuera, o a ese que les hizo algo, por más insignificante que fuera también. Pedían justicia.
Esos artefactos hacen parte del museo de los Baños romanos de Bath, en Reino Unido. Entre lo que han encontrado están 12 mil monedas romanas, que se creen eran parte de lo que ofrecían a la diosa.
Bath es un pueblo pequeño, a 15 minutos en tren desde Bristol. Un lugar para caminar e irse encontrando, sin preguntar incluso —aunque como en Reino Unido en general, si lleva un mapa en la mano alguien le preguntará si necesita ayuda—, con lugares para dejar en la memoria, si bien las aguas termales naturales son el primer referente de esta ciudad inglesa.
Los baños romanos fueron construidos alrededor del 70 D.C. y, aunque en el siglo V no se utilizaron más y quedaron enterrados, hoy se conservan sus ruinas, que dejan ver y recorrer gran parte de lo que fueron, además de la historia que han logrado reconstruir, que se cuenta con animaciones, videos, objetos (como la cabeza de la que se cree es Sulis Minerva) y maquetas. Lo único diferente es que si bien los romanos se bañaban en este complejo, ahora solo se puede saber que el agua está caliente por el constante vapor que sale de las piscinas.
1’170.000 litros de agua, que alcanzan los 46°C, llenan los baños de este lugar cada día, según se lee en la página oficial de turismo de Bath. Para los romanos, lo natural era un trabajo místico de los dioses. Ahora es considerado una de las maravillas naturales del mundo.
Bath, no obstante, tiene más espacios para recorrer, como las calles y los lugares que Jane Austen, la escritora, solía visitar cuando vivió allí, y escribió dos de sus novelas, La abadía de Northanger y Persuasión. Hay un museo.
También hay que ir a The Royal Crescent, un conjunto de casas, en un semicírculo de 30 grados. Y caminar, caminar y caminar, para encontrar las iglesias, el Circo, los teatros y hasta un cerdo azul, al lado de la Abadía de Bath.