Motores

Prueba de ruta a los taxis “zapaticos”

Cursa un proyecto de decreto que le pondría fin al ingreso al país de vehículos pequeños para servicio público. Estas son sus características principales.

15 de enero de 2020

Hasta hace poco más de 20 años los taxis en Colombia eran casi como los de cualquier parte del mundo: sedanes compactos de tres volúmenes, es decir, motor, cabina y maletero diferenciados. En los años 60 y 70, los mayores recordarán las famosas “lanchas” norteamericanas, los Dodge Seneca y Plymouth Fury, que compartían vías con los Dodge Dart ensamblados por Chrysler Colmotores en Bogotá y en los años 80 con algunos Chevrolet Celebrity, Renault 18 y Mazda 626, también de servicio público y de fabricación nacional. Eran de generoso tamaño, acomodaban confortablemente a cuatro pasajeros más el conductor y tenían un espacio para llevar equipajes, además de motores que respondían bien las exigencias de las vías en Medellín.

A finales del siglo pasado comenzó la producción e importación masiva, especialmente de Corea, de los que se conocerían como taxi tipo “zapatico”, autos de reducido tamaño, sin el baúl integrado a la cabina y de discutible seguridad en las pruebas de choque de los organismos internacionales, que ya comenzaban a evaluar las capacidades de los vehículos para resistir impactos en diversas circunstancias y tipos de choque.

Fue así como aparecieron modelos como los Chevrolet Spark, que en su versión taxi se denominó 7-24, y el Sprint. El Hyundai Atos, el Kia Eko Taxi (versión del Picanto particular), el Renault Clio, Suzuki Alto y algunos modelos llegados de China, con marcas como Chery, Hafei, BYD y JAC.

Estos remplazaron paulatinamente a los taxis como el emblemático Chevrolet Chevette, el Renault 9 y el Mazda 323 NT. Cifras del Ministerio de Transporte indican que hoy en día los “zapatico” componen el 70 % del parque de taxis del país, es decir, unos 320.000 ejemplares, cerca de 18.000 de ellos en el Valle de Aburrá, que tiene cerca de 27.000 taxis registrados, según el RUNT.

Ventajas

Un factor que desequilibraba la balanza en favor de los nuevos modelos era su economía, tanto en precio como en consumo de combustible. En su mayoría venían con motores de un litro y algunos hasta de 800 centímetros cúbicos. En jornadas completas de trabajo, con un promedio de 12 horas diarias, se gastaban solo unos ocho galones de gasolina, y si incluso les hacían la conversión al sistema de gas, el ahorro era más significativo.

“Esos taxis lo que tienen es que son económicos, tanto en gasolina como en repuestos. Andan prácticamente con el olor y se les consiguen todos los repuestos y muy favorables, además de que ocupan poco espacio en las calles”, comenta Iván Rodríguez, quien lleva ocho años manejando un Hyundai Atos de 2012.

¿Si andan?

EL COLOMBIANO hizo con Iván varias pruebas en su Atos, que ya tiene casi 400.000 kilómetros. Subimos la loma de San Julián, una de las más temidas de la ciudad por su grado de inclinación, y el Hyundai subió algo alcanzado, sin mayores afugias. “Vea, este carro sube a Las Independencias, a Carambolas, al Picacho sin ningún problema, no es una bala pero él le llega tranquilito. Eso sí, no le ponga gas porque ahí sí no sube. Bueno y tampoco es que sea el más correlón en plano, pero se defiende. Igual, ya en Medellín no hay donde correr con esta congestión”.

Ellos tienen la caja muy corta, así que en plano funcionan muy bien y si se impulsan logran subir las lomas sin problema. Sin embargo, cuando van con la carga llena se alcanzan en la subida porque la potencia no les da. La mayoría tiene entre 60 y 65 caballos, eso significa poca fuerza.

Desventajas

Sur reducido tamaño, con un promedio de 3,3 metros de largo y un maletero de no más de 200 litros, ha sido un problema para conductores y usuarios. “Cuando a uno lo llaman a hacer carrera para el aeropuerto, eso es un lío. O caben las maletas o cabe el usuario”, ríe Edward Jaramillo, taxista que tiene como base el acopio del Primer Parque de Laureles. Varios de sus compañeros se quejan de la seguridad. “El golpe lo recibe es uno, son unas cascaritas de huevo”. “Solo los de dos años para acá tienen las bolsas de aire y los frenos que no se bloquean, de resto, lo que aguante la latica”, dicen dos de sus compañeros que omitieron sus nombres.

Inseguros

Y es que según LatinNCAP, el organismo que mide en esta región la seguridad de los carros en caso de diferentes tipos de golpe, automóviles como el Hyundai Atos o el Chevrolet Spark de 2015, que se usaron para taxi en Colombia, no cumplen con los mínimos estándares de seguridad en las pruebas de choque. Obtuvieron cero estrellas para la protección del ocupante adulto y solo dos estrellas para protección de ocupante infantil (Hyundai Grand i10), siempre y cuando lleven la silla adecuada y vaya con cinturón de seguridad abrochado, algo que no se ve cuando viajan infantes en los taxis. “Los niños suelen ir en brazos de su madre o sueltos en la cabina, nadie se sube con una silla de bebé y muchos taxistas no saben ni cómo se usa, además que es engorrosa de poner porque muchos asientos llevan forros que tapan los broches de los cinturones”, apunta Iván Rodríguez.

¿El fin de los zapaticos?

Prohibidos ya en varios países para prestar servicio público por sus escasas medidas de seguridad y su reducido tamaño, impropio para llevar pasajeros y equipaje, ahora una iniciativa gubernamental busca frenar su venta y perfilar los cerca de 10.000 taxis que ingresan anualmente al mercado nacional con una medidas reglamentarias que se basen en automóviles que cumplan los mínimos estándares de seguridad, tengan maletero aparte de la cabina y estén homologados para cinco ocupantes sin que tengan que apretujarse dentro de la cabina.

La normativa, que está pendiente de comentarios y sanción definitiva, prevé que para 2021 los concesionarios ya no tengan existencias de estos modelos en sus vitrinas y se comiencen a ver de nuevo en las calles sedanes más funcionales y de buen tamaño que soporten las exigencias de calidad, además de tener homologaciones internacionales en seguridad.