De las falsas fotos de Rosalía en toples hasta el video ‘fake’ de Gal Gadot: los riesgos de la IA
El reciente revuelo en redes sociales por la publicación de unas falsas fotos de Rosalía recordó el crucial asunto de la intimidad de las estrellas del espectáculo vulnerada por el mal uso de herramientas digitales.
En un lado, hay dos selfies de la cantante catalana Rosalía en toples. En el otro, las mismas fotos, pero con sostén o una delgada camisa verde. Entre las imágenes falsas —las primeras— y las reales —las otras— está la habilidad en el manejo del Photoshop de JC. Reyes, un reguetonero cuyo nombre se ha vuelto viral en las redes sociales por la publicación de las fotos editadas.
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Nacido en Sevilla, Reyes se ha convertido en el blanco de las críticas por tomar unas fotos de la cantante de Hentai y editarlas al punto de dejar sus senos a la vista de los internautas.
Más allá del evidente afán publicitario de Reyes —que la misma Rosalía señaló en un trino—, el asunto pone sobre la mesa otra de las aristas respecto al desarrollo de las herramientas digitales y de la IA: la eventual vulneración de los derechos a la privacidad.
En efecto, uno de los retos que enfrentan quienes diseñan herramientas virtuales para el trabajo gráfico es la práctica de ciertos usuarios de intervenir imágenes y videos para darles un marcado contenido sexual.
Y no es la primera vez que esto le ocurre a una celebridad. En 2017 se viralizó un supuesto video íntimo de la actriz israelí Gal Gadot —reconocida por encarnar a la Mujer Maravilla en la más reciente saga de películas de superhéroes—, que resultó siendo, en realidad, una muestra de un sofisticado dispositivo para pasar las facciones de un rostro a otro sin que haya mayores disonancias.
De esa forma, la opinión pública se enteró de la existencia de los deepfakes: videos de celebridades diciendo o haciendo cosas que en realidad no hicieron o dijeron.
Lo que más llama la atención del asunto es que al ojo humano le resulta muy complejo detectar su falsedad.
Y el más grave problema es que este material —a pesar de ser denunciado—, sigue circulando en las redes sociales.
También, no deja de ser inquietante que cada vez las herramientas de edición y diseño van a ser más afinadas, al punto de que diferenciar las imágenes reales de las falsas será muy difícil.