Elecciones 2018

Una vice acostumbrada a romper los moldes

A Marta Lucía Ramírez no le es extraña a la Casa de Nariño. Ha sido dos veces ministra en 20 años de una carrera que no le ha impedido cultivar una familia que gira en torno a ella.

Periodista bumangués del área digital de El Colombiano. Busco historias que demuestren que la realidad siempre supera a la ficción.

18 de junio de 2018

Colombia conoció el talante de Marta Lucía Ramírez en una imagen que podría ser calificada como banal. Pocos días después de ser designada Ministra de Defensa, en agosto de 2002, siendo la única mujer hasta la fecha en ocupar este puesto, afrontó su primer evento militar.

En medio de las habladurías sobre la responsabilidad de marchar a la par de los generales de las Fuerzas Armadas, Ramírez, impecablemente vestida de traje de rojo y tacones, no perdió el paso de sus similares, acostumbrados al paso de la tropa. Ahora era la encargada de comandar cerca de 140 mil miembros de las Fuerzas Militares. Una mujer de mano firme.

No sería la única batalla que forjaría, una mezcla entre dureza de carácter y sensibilidad, según lo describen colegas y familiares.

“Mientras estuvo en la cabeza de las fuerzas públicas, todos los viernes almorzaba en el batallón de sanidad, o iba al hospital militar”, cuenta Natalia Ramírez, sobrina de la vicepresidente electa, quien prácticamente se crió a su lado.

En aquella época, rodeada de escoltas, mantenía pendiente en los semáforos de quienes vendían tarjetas de telefonía prepago para celulares. Cuando encontraba uno, se abastecía de cuantas pudiera y las repartía a los soldados heridos.

Muchos de ellos se recuperaban de sus heridas de guerra a kilómetros de sus familias y sin tener cómo comunicarse con ellos.

“Siempre ha tenido un carácter muy fuerte, pero sobre todas las cosas, es muy mamá. Y así se mezclan esos dos atributos: ella era la mamá de su tropa”, relata la sobrina.

La Ministra duró poco más de un año en la cartera de Defensa, después de varias tensiones surgidas entre ella y los generales, alrededor de la billonaria contratación de las Fuerzas Armadas.

Finalmente, la situación se volvió insostenible y Ramírez presentó su renuncia, que coincidiría con una pausa en su vida pública de tres años, antes de llegar en 2006 al Congreso de la República, por el Partido de la U.

Quince años después, su camino la reuniría de nuevo con Álvaro Uribe Vélez, un tránsito que le han criticado, tras endurecer sus posturas frente a temas como la crisis en Venezuela.

Poco tiempo habría de pasar antes de que quisiera aspirar a un cargo de un perfil mayor, después de todo, como lo ha narrado su esposo, Álvaro Rincón, en distintas ocasiones, su meta es la presidencia de la República.

Camilo Gómez, exAlto Comisionado de Paz del gobierno de Andrés Pastrana, recuerda que cuando conoció a Ramírez, se desempeñaba como Ministra de Comercio y lo que más le sorprendió es “que es incansable trabajando”.

Por ese nivel de compromiso, no lo dudó cuando su antigua compañera de gabinete le propuso que lo acompañara para su aspiración presidencial. Pero no fue en 2010, en la que salió derrotada de la consulta conservadora con Noemí Sanín, sino en 2014, luego de cuatro años retirada del ojo del público.

“Trabaja muchas horas del día, con gran capacidad de captar y oír distintas versiones”, describe Gómez, con quienes terminaron, en aquel año, de terceros en primera vuelta, por detrás del presidente Juan Manuel Santos y el candidato del Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga.

Cuatro años más tarde, como cuando marcó el paso de la tropa, ahora deberá marcar el del país como la primera mujer en ocupar la Vicepresidencia. Un honor relativo, según ha contado ella en su círculo más privado, pues considera que la cuestión no es ser la primera en hacer algo, sino hacer algo que sea útil al país en cualquier momento.