Director por un día

Antioquia en el 2030 en sostenibilidad, según nuestros lectores

Este artículo se publicó en el aniversario 105 de EL COLOMBIANO, con Carlos Enrique Moreno como director invitado.

06 de febrero de 2017

Los siguientes artículos son descripciones vivenciales de nuestros lectores, es decir, narraciones donde ellos se sueñan una Antioquia en el 2030, narrando los cambios que se vivieron en protección al medio ambiente y sostenibilidad, y los avances y medidas que se tomaron para llegar allí.

El renacer urbano de Antioquia

Por: Colectivo La Ciudad Verde @LaCiudadVerde

El punto de quiebre ambiental para Medellín fue el año 2016. Hasta ese momento, estábamos convencidos que seguíamos en la ciudad de la eterna primavera. Las ventas de carros crecían cada año y “el hacha de mis mayores” expandía la ciudad hacia los bordes y convertía los pocos parques que quedaban en centros comerciales.

Fue en el 2016 que el aire nos pasó la primera gran factura y vimos llegar la nube de contaminación que escondía las montañas. Sin embargo, aunque ciudadanos y académicos pusieron el grito en el cielo, desde la alcaldía se trató como un problema menor.

En 2017 sufrimos 3 contingencias ambientales, en 2018 las máscaras eran algo permanente y en 2019 pasamos de ser la ciudad innovadora a la Pekín latinoamericana. Las enfermedades respiratorias subieron, mientras el turismo y la inversión internacional en Medellín disminuían. La alcaldía de la época no fue capaz de tomar medidas efectivas porque eran poco populares, y nos dejó una ciudad casi irrespirable.

En las elecciones de 2019, el aire fue el tema central. La nueva administración convocó a un gran debate de ciudad, donde guiados por la academia, la ciudadanía se embarcó en una cruzada valiente para lograr una Medellín respirable. En vez de invertir en intercambios viales, la alcaldía construyó en dos años toda la red de ciclorrutas planteada para 2030. Las cámaras de fotomultas se convirtieron en el esqueleto del nuevo cobro por congestión que reemplazó al inoperante pico y placa, y finalmente logramos tener rutas óptimas de buses con una flota eléctrica, totalmente integrada al sistema metro.

La ciudad decidió apostarle de verdad a continuar Parques del Río y a consolidar la ciudad compacta que soñaba desde finales del siglo XX. A los niños de hoy en día les puede parecer increíble que el gran parque de Palacé fuera una avenida de 5 carriles llena de talleres y ventas de autos en sus andenes, pero esto solo se pudo lograr con la renovación urbana que trajo Parques del Río desde Caldas hasta Barbosa.

El Área Metropolitana del Valle de Aburrá (AMVA) alcanzó su mejor forma y reconocimiento como autoridad ambiental y de transporte metropolitano. Así, las secretarías de infraestructura física y movilidad de los diez municipios finalmente empezaron a coordinar su actuar bajo el liderazgo del AMVA. Esta política pública demostró ser útil para descongestionar las principales avenidas, para aumentar los índices de seguridad vial y para disminuir notoriamente los niveles de contaminación.

El sector privado fue clave para esta transformación. Los horarios flexibles y el teletrabajo, se sumaron al paquete de innovaciones que crearon una forma distinta de pensar la movilidad. Los bancos, oficinas y concesionarios se metieron de cabeza en la promoción de la movilidad autónoma y eléctrica, mientras que se logró que los subsidios de transporte mensuales para los trabajadores se entregaran en forma de una Tarjeta Cívica para viajar ilimitadamente. Esto hizo que el sistema integrado fuera la primera opción para todos desplazamientos cotidianos en toda el área metropolitana.

Esta gran transformación urbana del siglo XXI en Medellín, inspiró nuevas olas de transformación urbana en las subregiones de Antioquia. “Barrio Bajos en Carbono” se replicaron desde Apartadó hasta Puerto Berrío, posibilitando la implementación de muchos desarrollos tecnológicos en sectores como la agricultura, la gestión sostenible de residuos, y la movilidad humana. Con la llegada de la energía renovable doméstica, las personas pudieron por fin entrar a la cadena de valor de la energía. Entregar excesos de energía a la red se convirtió en una fuente de riqueza en todos los rincones del departamento, al tiempo que fortalecía al sistema eléctrico del país.

Luego de los procesos de paz con las Farc y el Eln, la participación ciudadana se reinventó. Durante años, la ciudadanía activa empujó a la clase política tradicional, para avanzar en el difícil proceso de reconciliación y reconstrucción de nuestra sociedad; ¡gracias a la ciudadanía se salvó un proceso que la clase política intentó boicotear en innumerables ocasiones!

Sin miedo a la violencia, la gente empezó a volver al campo. Sin embargo, no eran los mismos que salieron espantados desde el principio. Los nuevos colonos tenían una herramienta fundamental: educación de primer nivel. Además, como antioqueños, no volvimos a nuestro campo solamente para recrearnos, ahora volvimos para invertir en un campo productivo y sostenible, que ofreció oportunidades con equidad para quienes antes eran rechazados. Los cultivos orgánicos con alto valor agregado, que empezaron como una moda en las casas de recreo en el Oriente Antioqueño, se convirtieron en una alternativa atractiva y rentable para cientos de familias campesinas que mejoraron sus ingresos y condiciones de vida.

La increíble transformación rural de Antioquia no hubiera sido posible sin la gran alianza de empresarios y ciudadanos del 2018. Allí fue cuando nos convencimos de la sensata idea que la paz necesitaba desarrollo sostenible, y decidimos hacer de Antioquia un gran laboratorio de equidad; un ejemplo vivo de que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas se podían lograr, especialmente aquel que se refiere a paz y justicia.

Cuando éramos jóvenes, el orgullo paisa nos sonaba a un cuento viejo y veíamos que la conquista de estas montañas agrestes era menos importante que hacer plata. Pero este siglo, con el reto de lograr una Antioquia sostenible, cientos de miles de paisas nos encontramos con nuestras raíces: somos gente obstinada y trabajadora, que quiere lo mejor para todos. Gracias a ese esfuerzo, logramos un territorio sostenible que sirve de ejemplo para el mundo en desarrollo, especialmente para aquellos lugares con procesos de posconflicto. Esto se convirtió en una razón adicional que nos hace sentir orgullosos de ser hijos de esta tierra.

La felicidad como forma de vida

Giovany Restrepo Gómez

Qué lindo resulta despertarse y ver este gran paisaje, un sol radiante imponiéndose sobre las monumentales montañas, una ciudad totalmente verde con sus parques verdes repletos por niños, cero bocinas de carros, cero humo negro y además solo se logran escuchar las lindas campanas que ocasionalmente suenan quienes conducen las bicicletas.

Y es que desde que se determinó por ley que el transporte público era el que iba a reinar en todo el departamento, siempre y cuando utilizara combustibles verdes, muchas cosas han cambiado. Se incrementaron notablemente las zonas de esparcimiento, disminuyó en un 90% la contaminación en el ambiente hasta el punto de que el río Medellín por fin fue nuevamente disfrutado por los ciudadanos, los niveles de accidentalidad son casi nulos e incluso la salud ha mejorado.

Todo esto se sustenta en que los últimos 3 gobiernos han hecho de la educación una prioridad en la forma de vida de los antioqueños. Y es que cuando pensamos que las cosas no podrían estar mejor, nos dan la gran noticia de que Antioquia será nuevamente la sede de Congreso Internacional de la Felicidad Verde o Green Happiness en noviembre de este año 2030.

Este congreso se realizó por primera vez en la ciudad en el año 2020 que fue el año de su inauguración y desde entonces no regresaba a Colombia, pero 10 años después vuelve al departamento a dar cuentas de los altos índices de calidad de vida en los antioqueños y en general en Colombia.

En este congreso se discuten todas las políticas que se crean en los estados con el fin de mejorar la calidad de vida de su población, partiendo de estrategias ecológicas que satisfagan necesidades de los ciudadanos y del medio ambiente. Además desde entonces el departamento se preocupó más por sus habitantes y saco un nuevo indicador, imitando al reino de Bután, ya que se comenzó a medir la FIB (La Felicidad Interna Bruta), siendo esta uno de los fundamentos más relevantes para asegurar que en Antioquia y Colombia se vive mejor.

Partiendo de las políticas sobre convivencia y felicidad implementadas por el gobierno departamental y las alcaldías municipales, se dio lugar a la transformación social que estamos viviendo actualmente. Han incrementado todos los estándares de calidad en cuanto a la forma de vida, la felicidad se convirtió en la mejor opción y ya no sólo deseamos vivir en este lugar los nativos sino los foráneos también decidieron asentarse en nuestro departamento.

Ahora en Antioquia se vive mejor, puesto que todos estamos convencidos de que la felicidad verde es la mejor opción!

La Antioquia que sueño en el 2030

Por Carlos Andrés Pérez Díaz

Viajé con mi familia al Urabá Antioqueño, paraíso donde hoy la diversidad se conserva y produce riqueza para todos, incluyendo las comunidades indígenas y los afrodescendientes que históricamente han habitado esta región, para celebrar el fin de año de la tercera década de este siglo.

Disfruté el viaje en bus conversando con una profesora de escuela pública, con maestría en desarrollo sostenible gracias a una beca de la Gobernación, sobre la red de maestros de protección ambiental del Bajo Cauca y la actual recuperación de La Mojana en conjunto con los departamentos vecinos.

Me explicó las grandes extensiones de sembrados diversos alrededor de la vía. “Se están acabando los monocultivos”, me dijo. “Una mayor diversidad de cultivos es más segura frente a las plagas y genera mayor riqueza en los suelos”. Recordé que ahora en los supermercados es posible ver mayor diversidad de frutas y verduras, producidas en el departamento.

En la reserva realizamos un recorrido por las actividades de investigación de la Universidad de Antioquia y empresarios de la región, donde han patentado nuevos productos de salud y belleza, y las actividades de preservación del ecosistema, mitigando los efectos del cambio climático de las últimas décadas.

Nos explicaron las estrictas políticas de consumo sostenible de agua y energía, y de reaprovechamiento de residuos sólidos que rige en las áreas de reserva y en toda la zona de Urabá. Al día siguiente pedaleamos por la red de ciclorrutas de la región y vimos la majestuosidad del parque eólico y la creciente dinámica portuaria.

Me impresiona el cambio de esta zona desde que la visité hace 15 años. Le explico a mis hijos que la transformación es fruto del esfuerzo común entre ciudadanos, estado y empresas, quienes tomaron seriamente los Objetivos de Desarrollo Sostenible, realizaron alianzas y propusieron acciones concretas para cumplirlos a partir de polos de desarrollo regional, como Urabá y Bajo Cauca.

Les pongo como ejemplo la movilidad: ciudadanos que deciden moverse a su trabajo en medios no motorizados o en transporte público, en los cuales el estado hizo grandes inversiones mejorando la seguridad, agilidad y comodidad de estos sistemas y empresas que incentivaron el uso de estos sistemas para promover el cambio cultural necesario.

Con acciones como estas, más la mejora en la calidad de la educación y el fortalecimiento del sistema de ciencia y tecnología, logramos innovar para afrontar los retos sociales, económicos y ambientales de Antioquia.

Óscar Darío Montoya Gómez

Agenda del Mar

En Antioquia, la minería ilegal del oro sigue siendo un cáncer que acaba, de manera alarmante, con nuestros bosques y ríos. La presión ciudadana y de las organizaciones ambientales ha llevado a imponer, en los últimos años, mayores controles y sanciones a las multinacionales que terminan comprando ese oro que se extrae de manera ilegal y termina “legalizándose” en la cadena.

La deforestación continúa y es un problema que, sumado a los recientes fenómenos del niño y la niña, ha ocasionado graves inundaciones en unos municipios y sequías en otros. El sector agropecuario intenta minimizar la crisis adoptando sistemas agroforestales más sostenibles, pero es mucho lo que falta por hacer.

En cuanto a la problemática de la calidad de aire, la crisis sanitaria del 2022 por el colapso de los servicios de urgencias, asociados a enfermedades respiratorias en el Valle de Aburrá, obligó a tomar medidas metropolitanas más restrictivas en cuanto al uso del vehículo particular (carros y motos) y se ha limitado el ingreso a la ciudad de camiones y tractomulas, para los cuales se adecuaron centros de acopio a las afueras.

Los avances en el sistema de transporte público y el incremento del uso de vehículos eléctricos y la bicicleta ha permitido frenar los índices de material particulado.

En lo que más hemos avanzado en materia medioambiental es en la declaratoria de áreas protegidas, donde ya llegamos al 20% del territorio así como en la reducción del 50% en el consumo de plástico gracias a las leyes impuestas y una mayor conciencia ambiental de los ciudadanos.

El enorme costo social y económico de los problemas ambientales ha motivado soluciones innovadoras por parte de las empresas, las universidades y las ONGs, para quienes la sostenibilidad hace parte clave de los pilares del desarrollo. Los antioqueños seguimos demostrando que pequeñas acciones generan grandes cambios.

Por Silvia Constanza Orozco Puerta

Sueño Antioquia resaltando la labor de quienes nos dan de comer día a día, los agricultores. Sueño con la materialización de una vida digna para estos campesinos que trabajan tan duro para el departamento y sueño con que se vean como empresarios ellos mismos, dejando atrás la visión de ser “menos” que las personas de ciudad.

Lograría Antioquia llegar a esto tratando el agro como un negocio local donde el campesino es el dueño y gerente de su propia empresa, que es su finca y no una finca del estado. Con entrenamiento de calidad y oportuno a los profesionales del agro que puedan asesorarlos y con salarios dignos a los agricultores que les permitan acceder precisamente a sus servicios de asistencia técnica.

Sueño con una Antioquia sin indigencia, sin robos y sin violaciones. Sueño Antioquia llena de seguridad para poder rodar en bicicleta en paz.