Director por un día

Antioquia en el 2030 en lo social

Este artículo se publicó en el aniversario 105 de EL COLOMBIANO, con Carlos Enrique Moreno como director invitado.

06 de febrero de 2017

El siguiente artículo es una descripción vivencial, es decir, una narración donde el autor se sitúa imaginariamente en el 2030, narrando los cambios que vivió Antioquia en lo social, y explica los avances y las medidas que se tomaron para llegar allí.

Hace dos décadas recorrí Antioquia como representante de la Unión Europea y pude constatar los desafíos que enfrentaban para construir una sociedad próspera, cohesionada y en paz.

Hoy veo con satisfacción que han logrado avances sorprendentes en desarrollo social, avances de los que tal vez no son muy conscientes.

Lo primero que quiero destacar, es el paso de una sociedad excluyente y polarizada a una sociedad cohesionada que respeta la dignidad de cada persona, sin discriminaciones de color, posición social, religión, género o filiación política.

Es el resultado de la sistemática y novedosa movilización por la equidad, emprendida por medios de comunicación, educadores, iglesias, partidos políticos, empresas, artistas, ONG y agencias gubernamentales, que llenó las cátedras, los sermones, los discursos políticos, los programas de comunicación y las redes sociales con mensajes y testimonios de respeto a la dignidad humana.

Contribuyó también la abolición de los estratos socioeconómicos que dividían la sociedad y perpetuaban una cultura discriminatoria y excluyente.

Como consecuencia del reconocimiento de la igual dignidad de todos, pudieron mejorar sustancialmente la equidad en el acceso a las oportunidades. En el 2015, en Antioquia, el coeficiente de Gini por ingresos era de 0.521 y el Gini de la tenencia de la tierra, de 0.832 en 2011. Hoy estos dos indicadores se redujeron a 0.150 y 0.300 respectivamente. Hay mayor equilibrio en el desarrollo de las regiones.

Lo lograron haciendo prevalecer los derechos y no los privilegios o las recomendaciones, frente a las oportunidades de estudio, de trabajo, de contratación y de seguridad social.

Los empresarios, en un acto de grandeza y sensatez, hicieron un pacto para generar más empleos de calidad, equilibrando la balanza entre remuneración del capital y remuneración de la mano de obra.

Entendieron que sin distribución del ingreso no hay un mercado dinámico y que sin mercado no tiene sentido la producción.

El estado suprimió buena parte de los subsidios a la pobreza, que cumplieron su papel en momentos críticos, pero generaron después una situación de dependencia y atraso utilizada por los políticos como arma electoral.

Otro aspecto significativo es la disminución de delitos. El índice de homicidios pasó de 977 en 2015, a 200 este año, similar a países de la Unión Europea. Antioquia pasó de ser la primera región del país en hechos victimizantes con más de 8.000 casos en 2016, a menos de 2.000 registrados este año.

No hay ahora un solo secuestrado en Antioquia y los casos de extorsión se han reducido drásticamente. El narcotráfico y la corrupción con todas sus secuelas dejaron de ser un estigma para los antioqueños.

Estos logros se dieron gracias a los acuerdos de paz firmados con las Farc y el Eln, a la depuración de las fuerzas de seguridad y a la esperada Reforma a la Justicia que restauró la dignidad y la eficiencia de la rama judicial. También fueron exitosos los programas de respeto a la legalidad, a la diversidad y a los derechos humanos.

Por último, hoy tienen una sociedad más participativa que se manifiesta en múltiples organizaciones sociales preocupadas por el bien común y en partidos políticos democráticos que representan los diferentes intereses de la población en los organismos de poder.

La abstención electoral pasó del 60 al 20 por ciento. Fue un claro resultado de programas de formación democrática con niños, jóvenes y adultos y de concertar un estatuto de los partidos que permitió la renovación de la clase política y dio garantías a la oposición y a las minorías.

En definitiva, hoy Antioquia es una sociedad más moderna, más democrática, más justa y más solidaria de la que conocí hace 20 años.

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