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Daniel, un intrépido que ama las alturas

El menor de la familia Restrepo García es el rey del trampolín y uno de los talentos para los Juegos Olímpicos de la Juventud.

Periodista de la Universidad del Quindío. Cuyabra hasta los huesos y mamá de un milagro llamado Mariana, amante de la salsa y apasionada por el deporte.

16 de diciembre de 2015

El repique del teléfono siempre era una alerta. La tensión se apoderaba de doña Lucy García y don Carlos Mario Restrepo, y no era para menos, pues en un 90% siempre las llamadas eran para anunciarles alguna novedad con Daniel.

Antes de cumplir los cuatro años, el hijo menor de esta familia ya se había abierto el mentón, la frente, la ceja, la oreja y raspado la nariz en múltiples ocasiones.

En el centro de salud los médicos ya los conocían, parecía un nazareno y varias enfermeras al ver a los angustiados padres, preguntaban: ¿Y ahora de dónde se cayó?

Así lo recuerda Carlos Mario, quien argumenta que los llamados de atención del jardín por la hiperactividad del niño los llevó a buscar la voz de un especialista.

“El médico nos dijo que Daniel era hiperactivo y que lo mejor era que practicara un deporte, por ello decidimos inscribirlo en natación y taekwondo”, recuerda el padre.

Los clavados su pasión

Antes de que cumpliera los 4 años el niño empezó a entrenar, y fue precisamente en el agua donde encontró su pasión. Cuando terminaba los trabajos en la piscina se escapaba y se lanzaba desde el trampolín.

“Lo que pasa es que Daniel es intrépido, le encantan las alturas y jugar en el agua”, dice su padre, quien ahora lo admira por su dedicación y constancia en el deporte.

Fueron tantas sus escapadas que la instructora de natación les recomendó que lo vincularan a los clavados y así lo hicieron.

“Se lanzaba y no le daba miedo, era muy activo y cuando uno menos pensaba lo veía en el trampolín”, recuerda su mamá, quien aún sufre cuando lo acompaña a las competencias. No ha podido superar el cosquilleo en el estómago cada que lo ve en la plataforma de 10 metros.

Poco a poco Daniel fue mejorando en su comportamiento, la filosofía del taekwondo que combina la cortesía con la integridad, la perseverancia y el autocontrol fueron ayudando para que el menor se concentrara más y empezará a rendir tanto en el estudio como en el deporte.

Combinó las dos disciplinas hasta enero de este año cuando alcanzó el grado de cinturón negro y ahí le dijo a su padre que ahora quería estar solo en clavados.

El niño pasó a ser adolescente y con la constancia que les imprimió a los clavados se empezó a destacar, tanto que fue llamado a la Selección Antioquia y luego a la de Colombia.

Sus padres dejaron de visitar centros de salud para dedicarse a la piscina, siempre lo acompañan en los entrenamientos y se rotan para estar en las competencias apoyando a este chico que ahora, además de soñar con ser medallista olímpico, tiene en mente ser aviador.

“Es que me gustan mucho las alturas, aunque a uno le da siempre susto antes de lanzarse. Lo que siento cuando estoy en el aire, haciendo los giros y ubicándome para caer, es algo indescriptible”, argumenta la joven promesa de los clavados de Antioquia y Colombia.

Este año fue especial para Daniel, además de terminar su ciclo en el taekwondo, se consolidó como el rey del trampolín nacional en uno y tres metros, además tuvo una figuración destacada en Cuba en el Panamericano.

Óscar Urrea, técnico de Antioquia y Colombia en clavados, resalta que aparte de ser arriesgado, este joven es constante, disciplinado, dedicado y está comprometido con ser el mejor.

“Ha logrado superar algunas dificultades por lesiones y otros temas personales, pero actualmente está enfocado en los lanzamientos de trampolín en los que esperamos sea medallista en los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018, ya que tiene todas las condiciones para lograrlo”, argumentó el entrenador.

Y es que a sus 15 años, Daniel ya empezó a ganarse un nombre en esta disciplina. Además, estuvo un mes en México donde la exigencia y la lejanía de la familia lo llevaron a concentrarse en mejorar su nivel y lo logró.

Compañía ideal

En la piscina ahora tiene otra motivación, su novia, quien practica el nado sincronizado; ambos se respaldan y apoyan todo el tiempo.

Y aunque tiene que repartir las horas entre el estudio en el Liceo Salazar y Herrera, los entrenamientos, su novia y sus amigos, Daniel se las arregla para disfrutar con todos de su poco tiempo libre.

Alejandro Arias, su compañero en el salto sincronizado, lo describe como un deportista que le encanta el riesgo y a pesar de su corta edad hace giros y saltos que solo experimentan los mayores.

“Es que Daniel es atrevido y arriesgado, siempre busca hacer saltos nuevos y exigentes y por eso se destaca tanto”.

En el 2016 además de terminar el colegio, este deportista espera consolidarse en el Mundial juvenil, para iniciar su carrera como aviador. Ese es otro de sus sueños y en medio de risas reconoce que siempre está en las nubes, ya sea lanzándose desde la plataforma de 10 metros o soñando como pilotear una nave.

Y aunque ha tenido algunos sustos, lesiones que lo han dejado fuera de competencia, Daniel seguirá entrenando, porque sueña con ser medallista olímpico .