Fútbol

Juan Pablo “Tatay” Torres nació para ser crack del fútbol

El volante viene causando sensación con su talento y desequilibrio en Atlético Nacional. Su historia.

Comunicador social periodista de la U. de A. Sigo el fútbol profesional y aficionado, la gimnasia, el voleibol y las otras disciplinas del ciclo olímpico. Redactor de El Colombiano

08 de abril de 2023

Es volante, un 10 natural, un crack nacido para el fútbol. Así describen sus formadores a Juan Pablo Torres, el muchacho de 19 años que por estos días alterna con Atlético Nacional y que llena de ilusión a la fanaticada verde con el surgimiento de un nuevo ídolo.

Le dicen Tatay porque desde que tenía 3 y 4 años llamaba así a la pelota, esa que le ha dado un giro a su vida y con la que espera llegar a la élite mundial. Un sello que seguramente dará mucho qué hablar. “En el barrio todos me llaman así, siempre he tenido ese amor y gusto por la pelota y el fútbol”, contó el jugador en entrevista para el club.

La carrera futbolística de Juan Pablo comenzó en la cancha, que más parece un terrero, del barrio 19 de abril, en el sector de San Gabriel, Itagüí, un sitio conocido como El Hoyo. Allí, con su talento innato, dio las primeras pinceladas que llamaron la atención de los cazatalentos.

Uno de ellos y el más influyente, Diego Mazo, que desde hace 22 años está vinculado al equipo verde y quien además de entrenador, se convirtió en un amigo y un segundo padre para este futbolista que le reconoce todo su aporte.

La primera vez que lo vio jugar fue en un zonal del Babyfútbol en Sabaneta con el equipo de Clubdesam. Tatay tenía 10 años y el dueño del equipo era Héctor Morón, a quien Diego Mazo le preguntó si estaba dispuesto a presentarlo en Nacional. La respuesta fue positiva, pues consideraba que para su club era un plus poder llevar jugadores al elenco más representativo del país.

Tras una reunión con el otrora director de las divisiones menores, Nelson Reyes, se firmó un convenio de cooperación y el niño se puso la camiseta verde, la que hoy, nueve años después, porta orgulloso en la Liga colombiana y la Copa Libertadores Conmebol.

Tras visitar y lograr la aprobación de los padres Jairo y Milena, y conocer el entorno familiar de Juan Pablo, este inició el proceso en el equipo sub-11, con el que fueron campeones en la Liga Antioqueña de Fútbol. Al segundo año estuvo en el Ponyfútbol y en otras dos finales de liga regional. “La relación se volvió como la de un padre y un hijo, siempre pendiente del tema de la alimentación, de que durmiera bien, que no trasnochara y callejeara tanto”, relata Diego Mazo.

Con el cambio de categoría, Tatay pasó a la Sub-13 con el técnico León Villa y luego a la Sub-14 y Sub-15 con Jimmy Arango, exjugadores de la institución.

Llegó la pandemia del covid 19 y con ella los entrenamientos virtuales. Ahí apareció de nuevo Diego Mazo con quien se reencontró en el equipo Sub-16. Subían dos veces por semana a practica a la sede de Guarne. Tras la emergencia sanitaria los frutos del trabajo no se hicieron esperar: fueron campeones en la Primera C (2021) y la Primera A (2022).

Después de eso integró el equipo Sub-20, el que también dejó rápido porque fue integrado al grupo profesional. “El crecimiento de Juan Pablo ha sido enorme. Como todo buen jugador, poco le gustaba marcar, pero ya es más agresivo y recuperador. Lo que hace es innato, desde los 10 años lo vi haciendo pases como el que tiró en día miércoles ante Patronato en Copa Libertadores”, dice Mazo.

En su relato, el estratega agrega que el fútbol de Tatay es natural. “Lo hace fácil, sin forzar nada. Es capaz de ver el compañero mejor ubicado, hacer el pase por el lugar que uno menos piensa, eso es de él. En las otras cosas como hacer presión, recuperar, tirarse una plancha, ha mejorado mucho. Ese man siempre ha sido crack”.

Entorno familiar

Un aspecto que Mazo resalta en la vida de Tatay Torres es que tiene una familia “bonita y organizada”. El papá hace transportes en un carro que tiene, la mamá trabaja en algo de modistería, cortes y moldes. La hermana mayor es tecnóloga en Administración y el hermano Michael labora en una empresa. “Siempre han estado los cinco junticos, en lo bueno y lo malo, es un grupo espectacular y eso ayuda mucho para que él viva en un entorno tranquilo y se potencialice”.

Juan Pablo habla de su barrio y el deseo que tiene de contribuir en su progreso. A Diego le ha manifestado que se sueña con construir una unidad residencial en la que los vecinos tengan apartamentos con comodidades y los servicios básicos, con la calle de acceso pavimentada.

En ese caserío que creció están sus amigos y la gente que se volvió su familia. “Son casitas sin muchos recursos, a las que a veces nos les llega el agua, que cuando la quebrada se crece se les mete, entonces la ilusión de Juan es que el sector cambie la cara de un barrio marginado a uno normal”.

En cuanto a su faceta humana, el entrenador se refiere a un joven equilibrado y calculador, que se ubica de acuerdo con el ambiente. “Si se trata de estar serio, lo hace. Si hay algo de folclor, lo saca, no es el más recochudo, pero molesta y se tira chistes, al momento de integrarse se acomoda fácil; ríe y goza como cualquier muchacho de su edad”.

Sus dotes deportivas

Felipe Merino, entrenador de la Sub-20 de Nacional, lo define como un joven talentoso. “Es atrevido y habilidoso con el balón. Creativo, de gran rapidez mental y conector del medio campo con los atacantes; pasador y driblador. Es utilizado como un interior, pero es más un media punta, ya casi no está con la sub 20 porque desde noviembre 2022 entrena con el equipo profesional”.

Tatay mide 1,70 metros pero la proyección es que llegue a los 1,77, una buena estatura para su posición. Su arribo al elenco le ha permitido mejorar la estructura física en el Centro de Alto Rendimiento en Guarne con todos sus recursos nutricionales y demás.

Y aunque a muchos no les gusten las comparaciones, Mazo no puede evitar asemejarlo a Néider Morantes, el 10 clásico, el del pase gol que deja al delantero mano a mano con el arquero. “No tiene que ponerle moño al pase, lo tira con tres dedos, con chanfle, son recursos que posee”.

También habla de un mediocampista que pisa el área rival, que tiene buen remate de media distancia o tiro libre, y que posee gol. Le gusta cobrar penaltis hasta de vaselina, en fin “es atrevido y natural”.

Juan Pablo Torres, que también ha recibido las enseñanzas del Arriero Herrera, Lucas González y Felipe Merino, y quien creció admirando a Iniesta, Messi y Neymar, sueña con hacer goles en finales internacionales con Nacional y más tarde jugar en las Ligas de España o Inglaterra. Un joven de buen corazón al que le gusta el sancocho y detesta el mondongo, y que ya cultiva su camino en el alto rendimiento.