Fútbol

¿Cortes de pelo y bautismos en el fútbol son una inocente tradición o un peligro emocional? Debut de Rivero en Nacional abrió debate

Hay opiniones divididas sobre el tema y los expertos lo analizan.

Comunicador Social-Periodista bilingüe, amante de los deportes. He trabajado en Radio Bolivariana, RCN y Telemundo. Actualmente hago parte de El Colombiano.

20 de septiembre de 2024

El debut de Elkin Rivero, juvenil de 18 años de Atlético Nacional, en el reciente partido contra Alianza ha generado una controversia en redes sociales que va más allá de lo futbolístico. La atención no se centró únicamente en su desempeño, sino en su desprolijo corte de cabello, un estilo que evocaba la imagen de un fraile, y que fue parte de un conocido ritual de iniciación para los jugadores jóvenes que suben a la Primera División. Este acto, que para algunos fue cómico y anecdótico, ha desatado un debate más profundo sobre los posibles efectos emocionales y psicológicos de estas prácticas.

La tradición de cortar el cabello de los juveniles que debutan en el equipo principal no es nueva en el fútbol, ni tampoco exclusiva de Colombia. Tiene sus raíces en el servicio militar, donde los reclutas eran sometidos a un corte de pelo que simbolizaba su entrada a un nuevo mundo, despojándolos de su individualidad y, en cierto modo, de su pasado. En el contexto del fútbol, esta práctica se ha mantenido como una especie de “bautismo” en el que los jugadores jóvenes son sometidos a la voluntad de los más veteranos, quienes ejercen su poder simbólico sobre ellos.

Para el psicólogo deportivo Esteban Vélez, este tipo de rituales tiene un propósito claro dentro de la dinámica de grupo: “La lógica del ritual tiene que ver con la bienvenida que aquellos que ya pertenecen al grupo les dan a los que se están iniciando. Lo que se demuestra aquí es quién tiene el poder”. Sin embargo, Vélez también advierte que estas prácticas pueden tener un trasfondo peligroso. En algunos casos, lo que comienza como una broma puede convertirse en una forma de abuso o violencia.

En el caso de Elkin Rivero, las opiniones están divididas. Algunos ven su corte de pelo como un simple rito de paso, una travesura sin mayores consecuencias que refuerza los lazos de equipo. Incluso desde Nacional han dicho que el jugador aceptó la “primiparada” sin inconvenientes, mostrando una actitud relajada y sin resentimientos. “Tiene que ver con la personalidad y el carácter de cada persona”, comentan los psicólogos, subrayando que no todos los jugadores reaccionan de la misma manera.

Sin embargo, hay quienes consideran que este tipo de rituales pueden ser degradantes para los jóvenes que apenas están iniciando su carrera profesional. Lo que para unos es un acto cómico, para otros puede ser una experiencia humillante que afecta su autoestima y su integración en el grupo.

Vélez señala que “no siempre un ritual es traumático, pero en países como Argentina, por ejemplo, hay casos documentados donde la experiencia sí resultó dañina para algunos jugadores”. En este sentido, el psicólogo cita investigaciones que muestran cómo ciertos jugadores, al ser sometidos a estos ritos, se sintieron tan humillados que no lograron adaptarse al grupo e incluso abandonaron su carrera futbolística.

Daniel Vega, exjugador argentino, relató en una entrevista cómo una experiencia similar casi lo aleja del fútbol. “Una noche en la pretemporada quisieron raparme. Me resistí, me arrastraron por la fuerza y tuve que pelear para que me respetaran. Al día siguiente, llamé a mi familia para que me vinieran a buscar. Al final, no me cortaron el pelo, pero pasé el resto del año con la etiqueta de mal compañero”.

Historias como la de Vega no son aisladas. Leonardo Di Lorenzo, exjugador de San Lorenzo y Temperley, también compartió una experiencia traumática: “Cuanto más te resistís, es peor. Te rapan y te ridiculizan. A lo largo de mi carrera vi cómo algunos chicos lo sufrían más que otros, y en algunos casos, la experiencia se volvía insoportable”.

En Colombia, este tipo de ritos, que implican una exposición pública pero sin violencia física, han sido aceptados con más naturalidad y se perciben como un acto de integración sin las connotaciones negativas de los cortes de pelo o las bromas pesadas.

El caso de Elkin Rivero abre una nueva conversación sobre la necesidad de repensar las tradiciones en el fútbol. Aunque en su caso particular no parece haber sufrido consecuencias emocionales graves, queda claro que no todos los jugadores tienen la misma capacidad para soportar este tipo de situaciones.

Algunos deben cantar en público

Al argentino Ángel Di María y al francés Paul Pogba les tocó cantar en público cuando llegaron a la Juventus. Di María lo hizo subido en una silla, cantando el tema Despacito de Luis Fonsi, mientras que Pogba lo realizó durante una cena de concentración. De otro lado, al ucraniano Oleksandr Volodimirovich Zinchenko le tocó hacer su ritual de iniciación con el Arsenal inglés, también cantando delante de varias personas desconocidas. Este tipo de prácticas se han masificado más, ya que no tiene las implicaciones físicas y emocionales de otros actos.

Graves denuncias de rituales sexuales

En 2017 en Inglaterra se abrió una investigación por unos supuestos rituales de iniciación que tenían connotaciones sexuales. Unos 35 jugadores dieron su declaración. Según el Daily Mail, la FA investigó qué grado de conocimiento había en los clubes sobre estas prácticas. La investigación estuvo relacionada con la que destapó más de 1.000 casos de abusos sexuales y violaciones. Entre los testimonios sobre los rituales sexuales estuvo el de David Beckham. Hace unos años, el futbolista británico confesó que cuando debutó con el primer equipo, a los 16 años de edad, le obligaron a masturbarse frente a sus compañeros mirando una foto de Clayton Blackmore, defensa del equipo.

Otros pasan por el “túnel del dolor”

Otro de los rituales famosos es cuando todo el plantel se forma de un lado y otro haciendo una especie de túnel para que el novato pase por ahí. Mientras él hace el tránsito le van lloviendo puños y patadas y entre más se demore en pasar recibe un mayor castigo por lo que los debutantes deben intentar pasar por el túnel en el menor tiempo posible para así salir con menos contusiones en su cuerpo. A veces también lo hacen con huevos que revientan en su cabeza.