La incertidumbre invade a las futbolistas colombianas
La historia de Laura es la misma de muchas jugadoras ante la negativa de realizar la Liga.
Comunicador social periodista de la U. de A. Sigo el fútbol profesional y aficionado, la gimnasia, el voleibol y las otras disciplinas del ciclo olímpico. Redactor de El Colombiano
Por Wilson Díaz Sánchez
Cuando Laura Aguirre mira el cielo de Medellín desde el barrio Miranda (centro-oriente), donde habita desde que tenía cinco años, siente que esa vista opaca de estos días de contaminación asemeja el panorama del fútbol femenino del país.
“Es absurdo lo que están haciendo los directivos, no entienden que nosotras motivamos a que la gente regrese en familia a los estadios y somos ejemplo para que muchos jóvenes no sigan malos pasos”, lamenta esta lateral izquierda que ha integrado selecciones de menores (ver protagonista). Se refiere a la negativa de la Dimayor de realizar la Liga Profesional este año y al intento “evidente” de la Federación de relegar de los procesos a las jugadoras mayores de 23 años, “esas que hicieron que esto fuera posible”.
Laura recuerda la primera edición de la Liga, en 2017, cuando la misma dirigencia, con Jorge Perdomo como presidente de la Dimayor, anunció el nacimiento del torneo con bombos y platillos.
Su rendimiento resultó sobresaliente y fue elegida en el Equipo Ideal entre las integrantes de 18 elencos. Tenía 21 años y ante el chance que se le presentaba de convertirse en jugadora profesional, cuenta que le puso alma y corazón a su trabajo con Formas Íntimas-Envigado.
Ella, al igual que sus colegas, sintió que le había llegado la oportunidad de devengar unos pesos para cubrir los gastos personales, incluido el estudio, y apoyar a sus familias. Algunas dejaron los trabajos y otras aplazaron la academia y le apostaron con todo buscar cupos en la Selección. Era el momento de vivir del fútbol, luego de coronar una batalla que duró más de dos décadas.
En el caso de Laura, que se graduó de bachiller, el contrato que firmó en esa ocasión y que renovó en 2018 (actuaron 23 equipos) le permitió “aportar más dinero” a su hogar que también conforman su mamá, la abuela, un hermano y un primo menores que ella.
Hoy en día, aunque su club le sigue brindando un auxilio económico que le permite “sobrevivir”, y ante la incertidumbre del futuro del campeonato profesional femenino, asegura que está pensando en dejar el fútbol, ponerse a estudiar y buscar un trabajo. Su amiga Alejandra Hurtado, que se fue becada para EE. UU. gracias a su talento, le dice que busque esa opción. “La situación es complicada, los tíos nos ayudan y la abuela en este momento está en bancarrota”, confiesa Laura.
La estabilidad laboral que esta futbolista antioqueña pensó haber alcanzado nunca llegó, pues como asegura, esperar todo el año para jugar una Liga de tres o cuatro meses y que ahora está en el limbo, “desmotiva”.
Pero su amor al fútbol, la lealtad a su club y la fe en que la lucha que están dando sus compañeras y la agremiación brinde frutos, hace que no abandone los entrenamientos.
Mientras tanto, en su casa, cerca del Jardín Botánico, aguarda que el panorama en el fútbol femenino de Colombia se despeje n