Cultura

The Washington Post revela lo que nadie quiere ver sobre los tiroteos escolares en Estados Unidos

Es un trabajo que acaba de presentar el diario estadounidense con ilustraciones 3D para sacudir a tantos norteamericanos negacionistas del control de armas. El impacto de los rifles en el cuerpo de las víctimas.

Siempre quise ser periodista. Me gusta hacer preguntas.

29 de marzo de 2023

En cuestión de minutos un tirador puede disparar hasta 500 balas con una pistola de asalto en una escuela o universidad de Estados Unidos y pulverizar en un parpadeo múltiples cuerpos. Pero aún no se conoce el verdadero impacto que causan los proyectiles al atravesar tejidos, huesos, arterias, órganos. En Estados Unidos han ocurrido este año 19 tiroteos masivos en centros académicos, sin embargo, las imágenes de las escenas de crímenes o los cuerpos de las víctimas, los detalles de las autopsias, son materia de pudor y casi nunca aparecen en páginas de prensa. No se trata de un veto legal o constitucional, es más bien una cuestión ética, una línea roja que no se atreven a cruzar ni siquiera los medios más sensacionalistas.

No significa que en Estados Unidos se evite hablar de la carnicería humana causada con armas de asalto —por la mayoría de asesinos masivos— y que son de libre venta. La violencia armada es un trauma nacional bastante abordado. Pero hay tanta sutileza y delicadeza en los relatos que el periódico The Washington Post ha querido pinchar el nervio más íntimo y profundo de los estadounidenses en un reportaje con animaciones 3D que muestra cómo las balas de una AR-15 destrozan a las víctimas.

Le puede interesar: Profesores de Ohio, en Estados Unidos, podrán portar armas tras tomar solo 24 horas de formación

El artículo se titula The blast effect y dice cosas así: “Las heridas muestran la fuerza letal de la AR-15... pero rara vez se ven. El arma es la elegida por muchos asesinos en masa y funciona con una eficacia brutal”. Y sigue: “Una sola bala impacta con una onda de choque lo suficientemente intensa como para volar un cráneo y destruir órganos vitales. El impacto es aún más agudo en el cuerpo compacto de un niño pequeño”.

La redacción de TWP lo advierte muy bien: las fotos de la escena del crimen se consideran demasiado espantosas para publicar y, a menudo, se mantienen confidenciales, así que muy pocas veces el público o los legisladores que escriben las leyes sobre la tenencia de armas saben cuánta destrucción puede causar un asesino masivo. Principalmente, en el cubrimiento de esos casos las noticias se basan en las descripciones que brindan sobre los crímenes funcionarios locales o médicos forenses que, en algunos casos, han dicho que los restos eran tan irreconocibles que solo podían identificarse a través de muestras de ADN.

El hastío por este tipo de atentados es incontenible, así que el periódico decidió mostrar con ilustraciones en figuras humanas las heridas tanto de entrada como de salida que sufrieron Noah Pozner, un niño de 6 años, y Peter Wang, de 15, asesinados en tiroteos en sus escuelas en 2012 y 2018, respectivamente, además de una animación en 3D de la trayectoria de dos disparos hipotéticos en el pecho, uno de una AR-15, el arma que domina el mercado y la psique de los estadounidenses, y otro de una pistola convencional.

Cualquier impacto de bala en un órgano vital puede causar la muerte, dependiendo del calibre, la distancia, la velocidad con la que sea disparada. Sin embargo, las armas que utilizan la mayoría de tiradores en escuelas y universidades de Estados Unidos provoca un sangrado torrencial. El especial interactivo fue construido a partir de la revisión de casi 100 informes de autopsias de varios disparos de una AR-15, testimonios judiciales y entrevistas con cirujanos traumatólogos, expertos en balística y un médico forense.

“The Post determinó que existe un interés público en demostrar el poder destructivo único del AR-15 cuando se usa para matar”, advierte la publicación adelantándose a lo incómodo que podría resultar un trabajo periodístico como el elaborado en un país que teme que este tipo de reportajes deshumanice a las víctimas o cause un trauma mayor, pero los padres de Noah y Peter accedieron a su publicación al considerar que la gente debe saber la verdad. “Buscamos formas de ilustrar ese efecto en los cuerpos de una manera inquebrantable pero respetuosa”, explicó la editora Sally Buzzbee.

El cuerpo de Noah fue retirado junto al de 14 compañeros y dos profesores del baño de una escuela en Connecticut, tenía tres heridas de bala que lo destrozaron: una en el pulgar izquierdo, otra en la espalda y una más en la cara. The Washington Post mostró las heridas y el movimiento de los proyectiles que lo atravesaron.

El mismo tipo de arma mató a Peter. Había sido comprada legalmente por Nikolas Cruz, quien hizo 139 disparos, 13 de ellos contra el joven de 15 años en la escuela secundaria de Marjory Stoneman. La descripción es atroz: dos balas desgarraron el pecho de Peter, una magulló sus pulmones y otra perforó la articulación del hombro; mientras que otras cuatro fragmentaron su cabeza. Ambos casos fueron representados en figuras humanas utilizando ilustraciones animadas.

Las reacciones a la publicación fueron inmediatas y en cadena. Solo por poner dos ejemplos: “Necesitamos una prohibición de armas de asalto y verificaciones de antecedentes universales. También necesitamos miembros del Congreso que no sean comprados por el lobby corporativo de las armas”, aseguró el representante demócrata Mike Levin. “Las armas de guerra no tienen nada que hacer en nuestras calles. (Hay que) prohibir las armas de asalto”, dijo la congresista Lori Trahan. Tanta fue la repercusión del artículo que TWP tuvo que quitar el muro de pago para que todos pudieran leer la historia.

Los estadounidenses han optado por abordar este traumatismo incluso con una belleza estética en películas o series de televisión. En 2021 “If Anything Happens I Love You (Si algo pasa, te amo)”, una película de Will McCormack y Michael Govier, ganó un Óscar en la categoría Mejor Cortometraje de Animación. Sin ningún diálogo ni color, el corto de solo 12 minutos logró retratar a una pareja absorta en su propio dolor y cuyas vidas se desploman tras el asesinato de su hija preadolescente.

La crítica que recibió la película se podría resumir en una frase de la revista de reseñas de libros Kirkus Reviews: “Un dolor intenso exquisitamente representado”. El corto fue la segunda producción de Netflix más vista durante la semana de su estreno, en noviembre de 2020; sin embargo, en Estados Unidos han tenido poco o ningún acceso al devastador efecto de este tipo de armas sobre las víctimas. Ese tormento tan impactante está reservado para los familiares de los muertos, los sobrevivientes o las poquísimas personas que tienen acceso a las escenas de crímenes, hospitales o la autopsia de los asesinados. En fin, un sufrimiento que apenas se entiende de puertas para adentro y que ahora la prensa se anima a mostrar son menos estupor.

El artículo de TWP cierra con una advertencia mayúscula: “Has estado en esta página durante más de 11 minutos. El tirador tardó 11 minutos en matar a 60 personas y herir a otras 869 en un concierto de Las Vegas”.