75 años de una rebelión animal escrita en clave
La obra de George Orwell, Rebelión en la Granja, fue publicada el 17 de agosto de 1945. Una crítica vigente al abuso de poder.
Periodista que entiende mejor el mundo gracias a la música, que atrapa cada momento que puede a través de su lente fotográfico y a la que le fascina contar historias usando su voz.
En las páginas de Rebelión en la Granja, George Orwell plasmó cómo el poder corrompía hasta la naturaleza animal. El periodista y escritor británico publicó esta reflexión sobre el socialismo, mal manejado, en 1945, cuando se acercaba el fin de la Segunda Guerra Mundial. Su foco estuvo en una crítica hecha fábula sobre lo que sucedió con los ideales socialistas en Rusia.
En su texto lo que había empezado como una rebelión contra un hombre que poco pensaba en el bienestar de los animales de su granja, se convertiría en la mejor oportunidad que tendrían unos pocos para tomar el control, traicionando las ideas que llevaron inicialmente a ese cambio.
Cerdos ebrios de poder, quienes inicialmente parecían querer liderar una granja hacia un escenario más justo, se convertían cada vez más en una suerte de adaptación humanoide egoísta y enceguecida que se apoderaba de los privilegios sin aportar soluciones. Al final todo se traduciría a un concepto trastocado: “Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros”.
Una crítica cercana
Este libro se convirtió en una de las críticas más conocidas al modo cómo se desarrolló el socialismo en Rusia años después de la Revolución. Espacios como The Guardian y The New Yorker dieron críticas positivas sobre la obra en su momento, a pesar de que durante toda la Guerra Fría fue objeto de otras críticas negativas por su simpleza. Muchos de esos dardos venían de personas de ideologías de izquierda.
Orwell, sin embargo, también creía fuertemente en los ideales del socialismo. El profesor de la Universidad de Pennsylvania, Richard White, analizó el texto para la revista Utopian Studies en 2008 y decía que Orwell podía ser descrito como un “socialista ético”, alguien que se mantenía “sospechoso de una ruptura absoluta entre la situación actual y el futuro ideal” y aseguró que usar violencia desde el socialismo, por ejemplo, para acabar con otras violencias no llevaba a nada.
La forma
Orwell vio, de primera mano, los horrores de los que era responsable la Rusia de Stalin como combatiente en la Guerra Civil Española. Con este texto quería evidenciar cómo se había trastocado lo que arrancó en la Revolución Rusa de una manera que fuera fácil de entender “por la gran mayoría”, afirmó el Ph.D en Inglés, Erik Jaccard, de la Universidad de Washington.
Con el tiempo, más allá del motivo original del texto, la crítica aplicó a otras esferas: haciendo uso de la paradoja y la ironía, como cuenta el profesor de Eafit Juan Manuel Cuartas. Se puede leer como una fábula y a partir allí la reflexión se desplaza “a diferentes formas de totalitarismo”.
“Gran parte de la obra de Orwell gana en la alegoría, que nos permite, en ese ocultamiento, decir verdades que no se puedan decir directas”, cuenta Juan José Giraldo, literato y director de proyectos de la corporación cultural Almenar.
Al tomar como herramienta a la fábula o al permitirse esos juegos con animales que generan preguntas sobre actitudes humanas, logra “un alejamiento” y ese acto de poner un bando diferente al hombre, objetiviza el fenómeno”, concluye Giraldo.