Música

Ampliar el mundo de los niños, una canción a la vez

La banda Tu Rockcito lanza hoy con Filarmed un disco para el público infantil. Hacer canciones para ellos tiene un propósito.

Periodista que entiende mejor el mundo gracias a la música, que atrapa cada momento que puede a través de su lente fotográfico y a la que le fascina contar historias usando su voz.

30 de abril de 2021

Lejos de ser una canción sobre los colores del arco iris, los animales del zoológico o hábitos que hay que aprender antes de dormir, Canción para los días tristes gira en torno a algunas de esas preguntas que a veces no son fáciles de contestar. ¿De dónde viene la tristeza? ¿Por qué cortan un árbol? ¿Por qué no se acaba la guerra?

El tema hace parte de un disco y un concierto filarmónico que la agrupación Tu Rockcito está estrenando hoy junto a Filarmed (ver Para Saber Más). Por más de una década, la banda ha querido concentrarse en componer para un público infantil.

Con ellos hay propuestas de otros artistas e instituciones como María del Sol Peralta, Marta Gómez, Claraluna, el Colegio de Música de Medellín y Cantoalegre (nominados al Latin Grammy por su disco Viva La Fiesta en 2020) y hasta Carlos Vives quien en 2008 produjo un álbum colaborativo en torno a los cuentos de Rafael Pombo. Allí participaron Aterciopelados, Juanes y Fonseca, todos creando música para los niños.

¿Cómo se logra?

Tu Rocksito habla desde su experiencia y la de los artistas que trabajan en ello: “Es crear escenarios llenos de creatividad y posibilidades de juego porque esa es la edad propicia para eso”, cuenta Paula Ríos cantante de la banda. Además, porque “esas posibilidades de juegos e imaginarios permiten formar un adulto creativo”.

Hay canciones de todo tipo, donde se juega con el ritmo y la repetición, donde hay baile, pero con ejercicios como Canción para los días tristes, con la que se acercan a otra idea en la que creen: “lo más poderoso de hacer música para niños es que no hay ningún tema sesgado o que no sea posible”, dice Ríos.

Agrega que muchas veces a la música se le ha usado como un instrumento para otro fin: puede haber una canción para lavarse los dientes u otra para levantarse, pero por ejemplo, esta sirve para explicar, de frente, que a veces “la tristeza hace parte de la vida, al igual que la frustración y la rabia –apunta la cantante–. No les niegas eso a los niños, sino que les dices que hace parte del panorama de la vida y les das herramientas emocionales para la misma. Es un camino para llegar a otras emociones que a veces no se conectan con el mundo infantil”.

El grupo también ha querido aproximarse a preguntas frente a la ciencia. Los temas pueden ser diversos porque “con los niños, cuando tú hablas su idioma, es fácil conversar”, sin subestimarlos y sin pensar que si se habla más agudo, mejor entienden. “Estamos ante seres absolutamente geniales que tienen una compresión elevada en muchos temas”, detalla Ríos.

Una cuestión de lenguaje

Para el maestro Jairo Ojeda, quien desde hace más de 30 años ha dedicado su vida a componer para niños, el proceso de pensar una canción para ellos es una cuestión que arranca desde el profundo respeto por su evolución.

“Cuando entendemos que el niño no es un adulto pequeño, sino un proceso de formación delicado y muy fino, entonces tenemos que pensar que en alguna forma hay que consultar esos estadios del desarrollo”, apunta él.

En esa sed que tienen de querer aprenderlo todo, “uno no puede olvidar su condición. Hay que ser cuidadosos porque ellos creen en lo que estás diciendo y ahí hay que ver cómo le digo las verdades a un niño sin maltratarlo o apabullarlo”. Dándole cabida, además, a la imaginación.

Claro, en la infancia se está en contacto permanente con toda clase de propuestas culturales. De hecho, dice el compositor, es ideal que la música les permita “ensanchar sus horizontes estéticos” y que el niño conozca la música de su región, “pero también la universal”, desde lo más local, hasta Mozart y otros grandes compositores de la humanidad, “porque esa es la herencia de la cultura universal y como ciudadanos del mundo tenemos derecho a conocerla”.

Crear música para ese público tiene sus consideraciones adicionales: el texto es fundamental “porque la oralidad y la palabra es el código y el signo por excelencia para nombrar, orientarse y organizar nuestro mundo”.

Esa palabra se acompaña con una experiencia estética particular, que para los bebés será diferente que para los más grandes, explica Hita Ojeda, también intérprete y creadora de música infantil, quien empezó a cantar desde muy pequeña las composiciones de su padre, Jairo.

Para un niño de 5 años el enfoque puede ir hacia crear contenidos que apoyen su lenguaje o su coordinación, “la experiencia determina que es más fácil aprender las palabras si unes el movimiento o el ritmo”, dice ella. Por otro lado, un proyecto enfocado hacia bebés, como uno que ella lanzó recientemente, puede ser más mántrico, que apele a atmósferas que los tranquilicen.

La importancia de que exista música pensada para ellos, los compositores la comparan a los alimentos, hay unos más acordes para las edades y otros que no se deben ingerir todo el tiempo por el bienestar de ese individuo.

“Si un niño siempre está expuesto a música que es más del consumo de los adultos, no es que le haga daño, pero eso que escucha no le hace tanto bien como lo que está hecho para él –añade Hita Ojeda–. Si la forma en la que está construida la canción le sirve para imitar fácilmente, eso le permite un mayor desarrollo cognitivo”, o si las palabras que están en la canción “enriquecen su léxico y su imaginario”.

“Si no le damos ese tipo de alimentos especiales para él, el mundo lo va a alimentar con cosas que no siempre son las mejores”, apunta Jairo. “El niño tiene que crecer en confianza, viviendo en seguridad, comunidad y alegría porque sabemos que todo eso está fortaleciendo su proceso de crecimiento”