Cinco instrumentos musicales extraños
El theremin, un instrumento musical atípico, fue noticia esta semana. ¿Cuáles son otros ejemplos?
El theremin, un instrumento musical atípico, fue noticia esta semana. ¿Cuáles son otros ejemplos?
Comunicador social. Periodista del área de tendencias. Me interesan la ciencia, el lenguaje, la sociedad y el internet. Me gusta responder las preguntas que se hace la gente cuando se hace preguntas.
Clara Rockmore parece tocar un instrumento invisible. Mueve las manos en el aire y las notas de una partitura de Bach o Tchaikovsky se expanden, galvánicas por el espacio.
A los músicos suele pedírseles expresividad en sus interpretaciones. No obstante, Rockmore está estática, impasible. No puede dar un paso hacia adelante o atrás, porque cambiaría el sonido del aparato. Tampoco puede emocionarse demasiado, perder la rigidez de su postura.
Su hazaña no solo está en tocar música clásica con un theremin, aparato complejo donde el intérprete no tiene contacto físico con el instrumento. También está en haberlo hecho antes que muchos y mejor que la mayoría.
Esta semana, Google dedicó uno de sus “doodles” -donde modifican el logo del buscador- a la presticia musical de Rockmore. El homenaje consistía en un juego donde debía tocarse un theremin virtual y atinar, como la haría la misma Rockmore, a la nota adecuada.
Aunque se le reconocen otros talentos, lo extraño que podía significar tocar con maestría un instrumento como este hizo que se prestara más atención a la carrera de la lituana.
En 1967, luego de escuchar a su inventor, León Theremin, interpretarlo, el crítico musical del New York Times describió su sonido como: “un cello perdido en una niebla densa y llorando porque no sabe cómo volver a casa”.
Estos son otros instrumentos que, aunque no tienen el sonido extraterrestre del theremin con el que se hizo un concierto a través del espacio, sí comparten su carácter huraño y usualmente desconocido.
Un músico poseído
Se creía que, como el violín de Paganini, la harmónica de cristal endemoniaba a quienes la interpretaban. En verdad, el instrumento inventado por Benjamin Franklin producía envenenamiento por plomo, según algunas fuentes. Consiste en una serie de cristales que simulan las copas de vidrio llenas de agua con las que, mediante fricción, se puede producir música.
Magos y bailarinas
Parece un piano y se toca como un piano, pero suena como unas campanas o un xilófono. No obstante, si ha escuchado la canción de Hedwig, el búho de Harry Potter, o El cascanueces, de Tchaikovsky, ha escuchado la celesta. El sonido tintineante de este instrumento proviene de unos martillos que, al comando de las teclas que el músico toca, golpean una serie de placas metálicas.
Concierto intergaláctico
En el 2001, tres músicos del Centro de Theremin de Moscú interpretaron siete canciones que fueron transmitidas de forma interestelar. El concierto hacía parte del Teen Age Message, una iniciativa de la Academia de Ciencias de Rusia que buscaba contactar otras formas de vida.
Sonidos de pesadilla
Un sonido agudo es un sonido ‘brillante’. Los del waterphone (acuófono según una traducción literal) lo son tanto que se tornan aterradores. No sorprende, entonces, que se utilice para producir música de películas de horror entre otros. El acuófono es un cilindro metálico con un recipiente en el fondo, del que se desprenden varas metálicas que producen diferentes tonos. Puede tocarse con el arco de un violín o golpearse con un mazo.
El primo del theremin
El trautonio. Su nombre parece el de un elemento químico. Antecesor de los sintetizadores modernos, tocar el instrumento parece usar un equipo de espionaje arcaico: hay que presionar un cable de metal y usar una serie de botones y perillas que modifican el sonido. Oskar Sala, físico y músico alemán reconocido por interpretarlo, compuso con él parte de la música de Los Pájaros, de Alfred Hitchcock.
Poco más que una cara linda
El otamatone es fácil de llevar, tiene un diseño llamativo y un precio no muy elevado (US 25). ¿Por qué no es más exitoso? Su sonido es chocante, como frotar dos pedazos de plástico. Esta invención japonesa, que existe desde 2009, funciona a base de baterías. Mientras una mano controla el tono del aparato la otra ‘modula’ la boca de este, que puede crear distintos efectos sonoros.