Más que Rey del Despecho, cambió la música antioqueña
Además de cantante, fue compositor de varias canciones tropicales y productor de cantantes de música popular. Esta es la importancia de Darío Gómez.
Editor General Multimedia de EL COLOMBIANO.
Cuando Darío Gómez se separó de su primera mujer estuvo tan adolorido y despechado que decidió darle a esa tusa un vuelo de creatividad, dijo: “Que esto me sirva para algo”. Así empezó a escribir canciones de desamor. En los años 80 compuso El Rey del Despecho, que fue su corona total, el reconocimiento que ya nadie más le quitaría. Rey de los desafortunados, de los que llevan la herida sangrante del abandonado. Fue Darío quien le dio nombre a un género musical. Dijo: “Esto es música de despecho”.
La importancia de Darío Gómez en la música producida en Medellín no tiene comparación alguna. Tras la muerte del compositor Gildardo Montoya, quien le dio las canciones más gloriosas de la música parrandera a Antioquia, el puesto de director artístico en Codiscos quedó vacío y los dueños de la disquera decidieron dárselo a Darío, quien había grabado ya unas cuantas canciones y había mostrado madera para la composición.
En ese puesto —recuerda el presentador y locutor Hernán Usquiano—, Darío creció como nadie: “Ahí destapó toda su capacidad como productor, compositor y como intérprete”. Se concentró en componer canciones para las orquestas de cumbia y salsa que estaban de moda y giraban por todo el país e, incluso, Estados Unidos.
Entre las composiciones más famosas que hizo para esos años hay canciones que perduran hasta hoy. Para Los Hispanos compuso Me faltabas tú y La sardinita; para El Combo de las Estrellas, Las colombianas, Fiebre de amor y El dolor de un rico; para Rodolfo Aicardi y La Sonora Dinamita escribió El tizón; para Alcides Díaz y el Combo Nutibara también compuso Perdónale; para Orquesta Los Éxitos escribió Olvídame si puedes.
No solo escribió de desamor, pero esas letras las dejaría para su repertorio. Fue su inspiración el cantante puertorriqueño José Miguel Class, quien tenía ese mismo sino, esa misma cruz: un enamorado que vivía sangrando de despecho. Lo que hizo Darío, que luego repetirían cantantes como Luis Alberto Posada o El Charrito Negro, fue mezclar la música popular mexicana con los sonidos montañeros de Antioquia, Caldas y Risaralda. Así grabó sus primeras canciones, a las que les sumó todo ese despecho.
Como todo artista, empezó imitando y luego encontró una voz. En ese proceso nadie se le iguala en Colombia, pues todos los que vinieron después de él hicieron lo mismo, incluso Jessi Uribe, Paola Jara, Pipe Bueno y los demás, quienes no han encontrado una voz y una identidad, como sí lo hizo Darío Gómez.
Su carrera de música popular empezó con Los Legendarios y luego se hizo solista. Él mismo se hacía la autopromoción. Los viernes, cuando salía de trabajar de Codiscos a las 4 de la tarde, llenaba su Renault 4 de discos y tomaba carretera hacia el Valle. Bajaba a Versalles, Santa Bárbara y La Pintada, por donde visitaba emisoras y cantinas; al otro día tomaba camino hacia Supía, Riosucio, Anserma, La Virginia y Pereira, por donde hacía lo mismo; el domingo daba vuelta por Cerritos, Bugalagrande y llegaba hasta donde pudiera.
“Llegaba con las camisas manchadas en la parte del sobaco, pero no era sudor sino que ahí ponía los discos y le soltaban tinta y le echaban a perder la ropa. Eso demuestra su capacidad de trabajo, su empeño por salir adelante —dice Hernán Usquiano—. A él le colocaban la música por buena, por dedicable y por lo buena persona que era con la gente de la radio”.
Su relación con los locutores fue fundamental. Fue Orlando Montoya, quien trabajó en Radio Paisa y La Voz de las Américas, quien le sugirió un día que grabara una versión en español de I will survive, el éxito de Gloria Gaynor; le dijo que esa canción le calzaba perfecto porque hablaba de tremendo despecho.
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Después de Codiscos y de hacer una carrera vigorosa como solista, Darío Gómez quiso afianzarse como productor y lanzó su Discos Dago, donde firmó con cantantes tan importantes como Rodolfo Aicardi, Gabriel Romero, Ricardo Fuentes, Las Hermanitas Calle, Segundo Rosero, Los Marinillos, por mencionar algunos. Incluso tuvo la oportunidad de grabar a Celia Cruz y Matilde Díaz en su estudio bajo la dirección musical del maestro Johnny Pavas.
Hoy, después de que miles de personas lo despidieran por las calles de Medellín, y que se duplicara la venta de licor en la ciudad, y que todos los cantantes de la nueva ola del despecho reconocieran a Darío Gómez como su maestro, como su gran influencia, no queda duda de la importancia de su legado