Leer 10 libros por año reto en colegios de Medellín
La estrategia busca que los niños y jóvenes lean más, pero que lo hagan por placer y no solo por una nota.
Comunicador social y periodista. Actualmente redactor de los temas de la industria automotriz nacional y global. Y también explorando temáticas de estilo de vida y turismo.
¿Qué tienen que ver Lope de Vega, Olga Elena Mattei o Gonzalo Gallo con ecuaciones, fracciones, racionales y el álgebra de Baldor?
Eso seguro se lo preguntarían esta semana los alumnos de séptimo, octavo y noveno grado de la Institución Educativa San Lorenzo de Aburrá, que han visto cómo sus horas de clase de matemáticas se han visto “invadidas” por la poesía, la literatura y las reflexiones.
El culpable de esa mezcla, bastante extraña a primera vista, es el profesor Giovanni Holguín Rojas, un docente con 20 años de experiencia y que busca a través de la lectura lograr, en primera instancia, un cambio en el ambiente escolar.
Él está aplicando una estrategia con la que busca que los alumnos dejen de ver la lectura como una obligación de clases, y se convierta en una opción de placer y goce.
Y en el largo plazo su mira está puesta en hacer que los muchachos del centro educativo, del sector de Santa Inés, en Manrique, puedan avanzar con éxito en su entorno académico y eliminar las notas que evidencien un rendimiento académico deficiente.
Más allá de la nota
“Cuando uno pone a los muchachos a leer, se da cuenta que no tienen un buen nivel de comprensión”, agrega, y eso redunda en un desempeño escolar de baja calidad, explica.
Pero acercarlos a la lectura no puede ser un proceso obligado, impuesto por un requisito para llenar una calificación.
“Que lean por placer, y no porque les pusieron a leer un libro que no les gustaba”.
Giovanni conoció, gracias a un grupo de docentes en Facebook, una metodología ideada por colegas suyos en Bogotá, del colegio Villas del Progreso, en la localidad de Bosa, que busca que la familiarización con los libros por parte de los muchachos no se convierta en una instrumentalización de la lectura, que no lean solo para obtener una calificación para cumplir un requisito, sino que lo hagan porque de verdad sienten pasión por ella.
Diez libros en un año es la forma como sus gestores han denominado esta metodología, para que las lecturas que los jóvenes realicen sean propuestas por ellos mismos, que cada uno lea lo que le gusta o sirve para ampliar sus intereses, explica Oscar Quintero, docente del área de lenguaje y humanidades, y uno de los impulsores de la idea, que ya comienza a replicarse en la Institución Educativa San Lorenzo de Aburrá.
Giovanni está a cargo del área de matemáticas del séptimo a noveno grado, con bloques en promedio de cinco horas semanales para sus clases en cada uno de los grupos.
En las jornadas académicas que tiene con sus diferentes grupos, dedica siempre alrededor de 30 minutos para que sean las letras las que copen el espacio que minutos antes habían tenido los números y las variables.
“Cuando tengo un bloque de dos horas, dedico 30 minutos para esta actividad. Y cuando solo tengo una hora, solo dicto la mitad del tiempo en la materia, y la otra media hora es para leer”.
Y aunque la propuesta de 10 libros al año es para que los jóvenes escojan sus propios libros, en estos primeros días Giovanni propone algunas lecturas.
Sin embargo, con los muchachos que conforman el séptimo grado ya visitaron el pasado martes la biblioteca escolar, y cada uno de ellos escogió un libro para leer a partir de la próxima semana. “Algunos escogieron títulos muy gruesos, algo que no se esperaría en ellos”, comenta sorprendido, pero también contento porque ve que poco a poco cala entre ellos la idea de leer como placer para el espíritu.
Y como docente de jóvenes, el profesor Giovanni apela también a los sentimientos que comienzan a aflorar en la etapa de la adolescencia.
“Algunos textos y poemas hablan del amor, eso les atrae y conecta con ellos”.
Hasta corregir la postura
Pero para leer no basta con juntar letras. También es necesario hacerlo de forma correcta, y uno de los trabajos que el profesor lleva a cabo en su clase de matemáticas es también prepararlos y corregirlos en temas como la postura y la relación física con el libro.
Incluso leen en voz alta a sus compañeros para poder observar cómo es este proceso. Si leen alto, bajo, si lo hacen con la mirada pegada al piso y no observan a su audiencia en esa situación.
Además, comprenden que el acto de leer requiere unas condiciones físicas especiales, como el silencio, cuando cada uno está inmerso en su libro o su texto elegido y requiere la concentración necesaria para poder disfrutar el placer y comprender al máximo lo que los libros le están diciendo a través de sus páginas.
Más convivencia
Para el docente, acercar a los muchachos del colegio a la magia de las palabras impresas es también una forma de generar en ellos un mejor comportamiento y relaciones con sus compañeros. “Uno encuentra entre ellos maltratos, algunos insultos. Es difícil desarrollar una clase en silencio”.
Por eso, agrega Giovanny, busca que con el proceso de acercamiento a leer “los muchachos logren apaciguarse, concentrarse y encontrar lecturas que le lleguen al alma”.
Un club de letras
Pero no solo Giovanni busca que la relación de los niños y los jóvenes por la lectura deje de estar mediada por lo que un pénsum académico dicta o por la necesidad de cumplir con un requisito para avanzar de un curso a otro.
Como parte de la política educativa del departamento de Antioquia, la lectura es un pilar fundamental, más cuando se trata de una lectura placentera, autónoma y partiendo de la autogestión sobre qué leer.
Leer por leer. Esa es una de las estrategias que busca que en Antioquia los niveles de lectura puedan superar el promedio nacional que, según la encuesta de consumo cultural realizada por el Dane en 2014, un colombiano lee al año 4,2 libros.
Para este objetivo, los clubes de lectura juegan un papel fundamental para convertir a los libros en compañeros de viaje de los muchachos, no como una carga en sus morrales que deben llevar para poder pasar el curso.
Explica Yaneth Peláez Montoya, coordinadora de la Red de Lenguaje de la Secretaría de Educación de Antioquia, que ya existen en el departamento 36 de estos clubes que reúnen a los muchachos en torno a una actividad que está alejada de las clases.
“No se trata de una obligación académica, y se hace fuera del horario curricular”, plantea la funcionaria.
En los clubes, los jóvenes interesados en la lectura reciben un acompañamiento de profesionales que adelantan estrategias lúdicas y de juego relacionadas con el desarrollo de las lecturas que cada uno de ellos escoge.
Además, estos clubes cuentan con el apoyo del Ministerio de Educación, que a través de la Colección Semilla aporta cerca de 270 títulos de publicaciones, bien sea literatura o de diferentes áreas
El objetivo final es que a través de nuevas formas de acercamiento a los libros, los niños y jóvenes del departamento también desarrollen un proceso más crítico de los materiales y los textos que enfrentan, bien sea como parte de sus actividades académicas o del disfrute del tiempo libre.
Explica Yaneth que la necesidad de lograr un acercamiento de la población joven antioqueña a los libros, no solo los de texto escolar, está motivada por los resultados bajos que presenta el departamento en las pruebas tipo Saber.
De acuerdo con los resultados de Saber 11 para 2014, dados a conocer en 2015 como las cifras más recientes, el departamento bajó su calificación del puesto 13 al 16 entre los 32 departamentos del país, con una calificación de 36 %.
“Se trata de toda una apuesta de la Secretaría de Educación y la Universidad de Antioquia, que busca que el juego sea uno de los métodos de enseñanza en el área del lenguaje”, apunta Yaneth Peláez.
Pero no solo se trata de la innovación en la enseñanza. También es una tarea de generación ciudadanía. “Es fomentar la cultura ciudadana a través de la lectura, utilizando para ello la herramienta de las bibliotecas municipales”.
La biblioteca, el centro
Y es que la biblioteca es el centro del desarrollo para muchas de las ideas que llevan a los muchachos a las páginas de un libro.
Medellín, por ejemplo, trabaja de manera intensa en las cerca de 247 bibliotecas escolares de las 189 instituciones educativas públicas que hay en la ciudad.
Desde la coordinación de lectura y bibliotecas escolares se brinda apoyo a los mediadores de lectura: bibliotecarios escolares, maestros y padres de familia, para que comprendan que la lectura es más que una competencia medida en pruebas como las Saber. Es también una propuesta sociocultural”, comenta Leidy Vásquez Ramírez, coordinadora de lectura y bibliotecas escolares de la Secretaría de Educación de Medellín.
La visión que desde la Secretaría tienen es que, por ejemplo, los bibliotecarios se empoderen con los chicos que acuden a este sitio, y que no lo vean solo como un lugar de estudio. “Que apoyen a ese muchacho que va la biblioteca no por un proceso educativo, pero sí por uno de formación, que disfruta de la biblioteca como un lugar de goce estético, al que va para un enriquecimiento espiritual”.
Explica que aunque se hable de lectura, no solo se trata de pasar páginas. También el fomento incluye la oralidad, como otra manera de diversidad discursiva.
Ocurre con la lectura en voz alta, a través del programa Leo con Vos, y con buena Voz.
Esta oralidad también rompe con uno de los paradigmas que ha generado en los jóvenes un rechazo a la biblioteca. “Se la transgrede como el lugar del silencio”, acota Leidy.
Pero estos espacios de lectura también se llevan a los colegios, e incorporan a los profesores y a los padres de familia.
Con estas estrategias, algunas articuladas por parte de las administraciones municipales y departamental, y otras impulsadas de manera individual por docentes desde las aulas, en las que día a día buscan mejorar la calidad de vida de sus alumnos, los libros y sus historias poco a poco dejan de ser un elemento lejano a la cotidianidad de los muchachos para convertirse en parte de sus opciones.
Y que expresiones como la de Erick Leandro Mena al salir ayer de clase de matemáticas con el profesor Giovanni, en la que leyeron un escrito de Gonzalo Gallo, puedan escucharse en otras aulas y otros colegios: “profe, que bacano que sigamos haciendo esto”.