Cultura

Un cementerio viejo en San Jerónimo inspiró a Darío Gómez para componer “Nadie es eterno en el mundo”

La canción que le dio fama mundial surgió de una conversación sobre la vida y la muerte al son de unos aguardientes.

26 de julio de 2022

En 1989, Darío Gómez era ya una el Rey del Despecho, el máximo exponente de la música popular en Colombia y uno de los más importantes en el continente. Pero faltaba todavía regalarle al mundo su obra más emblemática: “Nadie es eterno en el mundo”.

Meses atrás de escribir su canción más exitosa, Darío había regresado a su San Jerónimo natal a recorrer sus calles y reencontrarse con viejos amigos. Se sorprendió al saber que el cementerio que había prestado sus servicios fúnebres durante medio siglo había cerrado y que en ese mismo lugar cientos de familias construirían sus hogares.

“El alcalde de ese entonces decidió entregarles el lote a las personas más humildes del municipio para que construyeran sus casitas. Tras conocer el asunto, me reuní con un amigo a tomar unas copas y nos pusimos a reflexionar cómo decenas de personas, de familias, iban construyendo sus casas y sus vidas a medida que iban haciendo a un lado a los muertos. Ahí hablamos y entendimos lo efímero y frágil de la vida y la ingratitud de los vivos hacia los muertos”, dijo Darío Gómez en 2020 recordando aquel momento.

Ese amigo se llamaba Luis Ernesto Gallego y en medio de las botellas vacías le aseguró a Darío que tras presenciar la insignificancia de la vida convertida en polvo y olvido podía escribir una canción memorable. “Sí, y se llamará Nadie es eterno en el mundo”, respondió el cantante a su amigo quien moriría cuatro meses después por problemas respiratorios.

“Nadie es eterno en el mundo” vendió más 60 millones de copias y lo catapultó a estrella internacional al cantar a dúo con Rocío Durcal y Vicente Fernández. Tito Rojas también la inmortalizó y en la cultura popular de América Latina es un himno infaltable sin importar las clases sociales.