Cultura

Gustav Klimt, el de El beso, a 100 años de su muerte

Gustav Klimt es un pintor austriaco que vivió en la transición de los siglos XIX y XX. El beso es su obra más conocida de un conjunto creativo que se enmarca en el simbolismo.

Envigadeño dedicado a la escritura de periodismo narrativo y literatura. Libros de cuentos: Al filo de la realidad y El alma de las cosas. Periodismo: Contra el viento del olvido, en coautoría con William Ospina y Rubén López; Crónicas de humo, El Arca de Noé, y Vida y milagros. Novelas: Gema, la nieve y el batracio, El fiscal Rosado, y El fiscal Rosado y la extraña muerte del actor dramático. Fábulas: Las fábulas de Alí Pato. Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa.

05 de febrero de 2018

A pesar de que nacer y morir suelen ser los actos de la vida que más se recuerdan de las personas, de Gustav Klimt el que más se reconoce es El beso. Le salió tan íntimo, sensual, apasionado y envidiable, que se diría que ese par de amantes destilan una miel que no empalaga.

Ese artista, del que hoy se cumplen 100 años de muerte, es para muchos críticos y estudiosos, el más importante creador austriaco del siglo XX.

Con esas expresiones contundentes con las cuales se atreven hablar los grandes críticos, la española Margarita Nelken Mansberger, también novelista (La trampa del arenal), llegó a referirse a él así: “Klimt es el arte vienés”.

Nacido el 14 de julio de 1862, en Alsergrund, el arte de este pintor se enmarca —jamás había sido tan bien usado este verbo como en este momento— en el simbolismo.

Dicho de manera somera y de paso, este movimiento, de origen francés y de finales del siglo XIX, intenta crear una pintura no atada a la realidad, sino producto de una emoción provocada por la experiencia. A los artistas como Klimt les interesa más la capacidad de sugerir que de representar fielmente las cosas.

Al principio, trabajaba con Ernst, su hermano, que era grabador, y con Franz Matsch, artista y amigo de ambos, en un estudio que se llamaba La Compañía de los Artistas y trabajaban por encargos.

En 1897 fundó un grupo artístico, la Secesión Vienesa, que tuvo la revista Ver sacrum, que quiere decir la Sagrada primavera, alternativa de los grupos de artistas apoyados por la academia, y tomaron a Palas Atenea, la diosa griega de la sabiduría y la justicia, como su símbolo.

Para la artista y crítica Libe de Zulategui, Klimt es una de las figuras fundamentales del arte. “Marcó un cambio en el concepto estético. Utilizó un elemento medieval, el oro, y le dio un sentido ultramoderno”. Libe dice que si bien es representante del simbolismo, no deja de ser romántico.

De acuerdo con la Historia del Arte, de Espasa Calpe, preparada por Isidro Bango, Enrique Arias Anglés y otros y publicada en 1999, Klimt se separó de la asociación en 1905. Y en cuanto a su obra, cargada de símbolos, dice que es reflejo de un mundo íntimo que la psicología, recién nacida en esa época, se interesó en estudiar.

Entre las obras más representativas de Gustav Klimt están El Retrato de Adele Bloch-Bauer I o la Dama Dorada, vendida en 135 millones de dólares a la Neue Galerie de Nueva York, en 2006, donde se exhibe; Manzano I, cuadro que, junto con otros tesoros artísticos propiedad de residentes judíos fue confiscado por el gobierno nazi, y restituido a la heredera Maria Altmann por el gobierno de Austria, en 2006; Palas Atenea, realizado en 1898 y que está en el Museo Histórico de Viena.

Los nazis y los puritanos sufrieron mucho con el arte de este creador austriaco, por considerarlo no sensual sino abiertamente pornográfico.

Klimt se casó con la diseñadora de modas Emilie Louse Flöge, coterránea suya con la que tuvo unos 14 hijos, quienes se han ocupado de documentar la vida de este artista. Dicen que ella soportó muchas aventuras amorosas de él. Son esos estudiosos de su vida y obra quienes han revelado la vida del austriaco, porque si por él hubiera sido, nada sabríamos: pocos datos dejado sobre sí mismo. Nunca llevó un diario, no escribió nada de sí. “No existe ningún autorretrato mío. No me interesa mi propia personalidad como objeto de un cuadro, sino más bien me interesan otras personas, en especial mujeres, otras apariencias... estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante”, dicen que comentó.

Gustav Klimt murió el 6 de febrero de 1918, a los 55 años. En los últimos meses había sufrido varios problemas de salud: un infarto, del que derivó una apoplejía, y una gripa, de la que se le desencadenó una neumonía. Falleció en el hospital general de la Alserstrasse, que ya no existe.