Cultura

Trabajar para cambiar el mundo

La Nobel de Paz Jody Williams sabe que lograr cambios en el mundo es un esfuerzo colectivo.

Es periodista porque le gusta la cultura y escribir. A veces intenta con la ficción, y con los poemas, y es Camila Avril. Editora de la revista Generación. Estudió Hermenéutica Literaria.

24 de abril de 2016

Jody Williams ganó el Nobel de Paz en 1997, y ya era una viajera. Desde 1984 empezó a recorrer el mundo. Con su campaña para prohibir las minas antipersonal –por eso se ganó el Nobel– viajó por distintos lugares para lograr el Tratado de Ottawa. Es una viajera que ha visitado 77 países, y que vuelve a Colombia, para el cierre de la Feria del Libro de Bogotá.

Su rutina, sin embargo, ha cambiado. Ahora descansa durante los meses de verano de su país, Estados Unidos, y también en diciembre. “Ya es tiempo de descansar durante el año para poder seguir la vida de activista”, dice.

Es un pájaro que no se cansa, no obstante, y que sigue soñando un mundo mejor. “Cada acción que tomamos por el beneficio de los demás –se lee en la dedicatoria de su autobiografía, La hippie que llegó a ser Nobel de la Paz– tiene mucha importancia. Encuentren su pasión y trabajen por ella, aunque sea un par de horas al mes. Eso cambiará su mundo de formas que no se alcanzan a imaginar”.

Jody, que anda de viaje por estos días y antes de aterrizar en el país, responde por correo, en español.

Su autobiografía la nombra como la hippie que llegó a ser Nobel. ¿Aún se siente hippie?

“Tal vez, según la definición de hippie. Si hippie quiere decir que no siento obligación de conformarme a las ideas y sentimientos de la población en general, sí soy hippie. Tampoco me siento en obligación de promover la ‘línea oficial’ de un gobierno. Creo que tengo una obligación moral de hacer preguntas y dar respuestas que muchas veces la mayoría prefiere ignorar”.

Dicen que sigue soñando con cambiar el mundo. ¿Qué sueña?

“Creo que la mayoría de la gente del mundo sueña con un mundo mejor con menos violencia y conflicto armado, con mas igualdad de recursos en la sociedad en general. Un mundo donde la mayoría tiene oportunidad, educación y salud. Un mundo con justicia y un fin de impunidad. Un mundo donde ya no explotamos el medio ambiente e intentemos vivir en y con la naturaleza. Es posible”.

¿Qué cambió después de ganarse el Nobel?

“He debido tener un perfil público que nunca buscaba. Eso me ha costado bastante porque necesito mucho espacio y silencio, pero ni modo, así es mi vida. Y con la colaboración de las seis mujeres Nobel de la Iniciativa de las Nobel (de la que ella es fundadora), que ya tiene 10 años, estoy más feliz porque siento que estoy compartiendo el premio con las organizaciones de mujeres activistas de base que apoyamos”.

Después de tantos años y experiencia, ¿cómo trabajar por cambios que perduren?

“Hemos visto muchos cambios buenos durante la historia de los seres humanos. Ahora el mundo parece ser un desastre, pero no lo es. Estamos viviendo un tiempo de muchos desafíos, pero tarde o temprano esto va a cambiar también. Podemos decidir luchar por un mundo mejor para todos saliendo de los problemas que estamos enfrentando hoy en día o podemos decidir no hacer nada y esperar a ver qué sale de la crisis”.

A veces la gente se desconecta del mundo y se preocupa solo por su vida. ¿Hacer un mundo mejor, tener un país mejor, elegir buenos gobiernos, depende del trabajo colectivo? ¿Cómo convencer a la gente de que ponga su esfuerzo?

“Yo creo que mucha gente hoy en día se fija solo en su vida personal y sus deseos personales y no quiere pensar en el mundo colectivo. Los cambios en el mundo no vienen de “un individuo”, sino de un grupo de individuos luchando juntos para lograr un objetivo de bien para todos. He conocido a muchas personas que no tienen mucha paz interna, pero han hecho mucho para hacer el mundo mejor para todos, hasta para las personas que no les caen bien. Obviamente no es mala cosa buscar la paz interna, pero si llega a ser una forma de egoísmo sin ganas de pensar y ayudar los demás, no sirve de mucho, en mi opinión. Hasta mi amigo el Dalai Lama ha dicho que la meditación es cosa buena, pero eso no cambia el mundo; para cambiar el mundo hay que luchar”.

Sobre el proceso de paz en Colombia, hay gente que dice que no estamos preparados. ¿Qué es estar preparados para la paz?

“Creo que tal vez las personas que dicen eso ganan más si el conflicto de décadas continúa. Yo no sé. Tampoco sé cómo un pueblo se prepara para la paz. Para mí, sería fijarme en los puntos de los acuerdos cuando los firman y ser una parte activa en presionar a los dos lados para que cumplan con las obligaciones que han hecho. La paz no llega solamente porque tengamos una visión de ella. Viene cuando un pueblo decide hacer el trabajo necesario para establecerla. No es fácil, pero ya saben vivir en un país en guerra y creo que es tiempo que toda la población acepte la responsabilidad de andar por el camino difícil de crear un país diferente, un país que entiende cómo vivir en paz y resolver conflictos sin violencia. No es fácil, pero sí es posible”.

Hay gente que se queja porque el proceso de paz se ha demorado. ¿Está bien demorarse?

“Es mejor que se demore hasta tener unos acuerdos aceptables a todos los involucrados en las negociaciones, en lugar de firmar algo solamente por firmar”.

Con el posconflicto llega el tema de las minas antipersonal. ¿Cuál es ese trabajo? ¿Cómo se debe hacer?

“Pues una cosa buena es que el gobierno y las Farc han empezado a levantar las minas de la tierra. Normalmente, se hace un plan nacional para desminar y empiezan a limpiar los sectores que tienen minas que afectan las vidas de comunidades diariamente o que afectan la infraestructura del país y así van limpiando la tierra hasta el punto de ya no tener minas. Tal vez parece ser un problema insuperable, pero no lo es. Hasta la fecha, por lo menos 29 países que antes tenían territorios minados ahora ya no los tienen. Hasta países con problemas grandes de minas como Mozambique anunció a fines de 2015 que ya había hecho su país libre de minas. Es posible y es uno de los pasos necesarios en el camino hacia una paz sostenible”.

Las noticias hablan de violencia, discriminación, desigualdad, y dan ganas de llorar. Usted ve esperanza...

“Si no tuviera esperanza, no habría dedicado mi vida al activismo. Las noticias siempre quieren hablar de violencia, guerra, discriminación, etcétera, son las cosas con las que se gana dinero, pero hay muchas cosas bonitas en el mundo y muchas personas que están luchando para ver un mundo mejor. Prefiero fijarme en eso porque sé que podemos cambiar el mundo. He participado en acciones para hacer el mundo mejor y hemos tenido éxito”.

Pareciera que todos sabemos qué es la paz. Usted es una Nobel de paz. ¿Qué es la paz, Jody?

“La paz no es la simple ausencia de conflicto armado, pero su ausencia, obviamente, es fundamental para poder empezar el camino hacia la paz sostenible. Esta tiene como base la seguridad del ser humano y no la seguridad nacional, que es para mí, la seguridad del aparato del Estado, del poder del Estado. Si la población tiene seguridad, mejor, pero estrictamente hablando no es el enfoque de la seguridad nacional. Creo que tenemos que cambiar el enfoque hacia la seguridad del ser humano, de la población de un país”.

Colombia es un país con zonas no desarrolladas y con ausencia de Estado. ¿Eso importa en el posconflicto?

“El desarrollo es importante todo el tiempo. Muchas veces los conflictos armados tienen raíces en la pobreza, la falta de educación y salud. Toda la gente de un país tiene derecho a una vida digna de la palabra. Desarrollo no quiere decir explotación de pueblos indígenas o de campesinos. En muchos países del mundo, pero parece que especialmente en Centro y Suramérica, las compañías mineras o hidroeléctricas o de otras formas de extracción están explotando ferozmente a esas comunidades y robando no solo sus tierras y recursos sino también sus derechos humanos. Para mí, eso no es desarrollo. Esas comunidades tienen el derecho a decidir cómo quieren vivir, qué quieren hacer con sus tierras y sus recursos, o sea, cómo quieren “desarrollarse.” En Latinoamérica el activismo más peligroso es el activismo para proteger la tierra. Compañías grandes y/o multinacionales han matado a docenas y docenas y docenas de esas activistas con impunidad completa. Si eso es ‘desarrollo’, ¿quién lo quiere?”.