Cultura

Los diversos rostros de Cristo

La figura cardinal del cristianismo fue reinterpretada por artistas, escritores y cineastas a lo largo del siglo XX.

17 de abril de 2022

No hay en la historia de Occidente una figura similar a la de Jesús de Nazaret. La imaginación de los artistas la ha dotado de rostros distintos, en directa sintonía con las modas y los sensibilidades de las épocas. El Jesús del arte bizantino y románico –de facciones fuertes y mirada severa– es muy distinto al rubio de ojos claros que se ve en los cuadros del Sagrado Corazón de Jesús.

Para algunos el carpintero judío es el mismo Dios –el Verbo, Luz de Luz–, para otros es el humano que más cerca ha estado de los misterios de la espiritualidad y la trascendencia y para otros se trata de un líder moral de la dimensión de Mahoma, Buda y Sócrates.

América Latina fue el escenario en los años sesenta del siglo pasado del surgimiento de la Teología de la Liberación, un movimiento intelectual dentro del clero que reivindicó el contenido político de los Evangelios y de las enseñanzas cristianas.

De distintas formas, el cura Camilo Torres y el obispo Pedro Casaldáliga encarnaron esa nueva interpretación. Con esta óptica, Jesús fue representado con las facciones de un campesino despojado de tierras o de un indígena que ve zozobrar su sistema de vida por el avance de la empresa de la modernidad.

El magnetismo de Jesús no se restringe a quienes profesan las múltiples creencias que sobre él se han tejido. También los agnósticos, los escépticos y los ateos miran con curiosidad al hijo de María.

A veces para lanzar sobre él los dardos de la crítica, a veces para narrar su vida y perfilar su silueta con altas dosis de poesía e irreverencia. Hay de todo en estos relatos: historias de ciencia ficción, comedias, textos edificantes, diatribas feroces y estudios de mayor o menor rigor.

El arte del siglo XX no escapó de la fascinación por Jesús que para millones de personas es el motivo de la esperanza. La centuria ofreció un completo catálogo de relecturas del mito fundacional del cristianismo. Muchos artistas aprovecharon las zonas grises de su biografía para deslizar interpretaciones ingeniosas.

El recuento de las obras literarias, de cine y música que han dado cuenta de Jesús ofrece una perspectiva de las formas en que las sociedades han lidiado con el sentimiento religioso. Cada generación se ha visto en la obligación de acercar al nazareno a las preocupaciones de su respectivo presente.

Más allá de algo anecdótico, las transformaciones de las miradas respecto al sentido de Jesús responden a los cambios sociales, políticos y culturales que las sociedades han vivido. El Jesús representado por Pier Paolo Pasolini, por ejemplo, está muy conectado con las preocupaciones intelectuales de la Italia posterior al fascismo. También, El Cristo, pintado por Salvador Dalí, refleja la humanidad sin rostro del salvador de los hombres.

Desde los años cincuenta del siglo pasado los artistas asumieron una actitud más irreverente –enlazada con las estéticas de las vanguardias y del arte marxista– a la hora de escribir, pintar y filmar historias que tuvieron de protagonista al fundador del cristianismo.

Al hacerlo, sacaron a Jesús de las sacristías para llevarlo a los escenarios del rock (Jesucristo Superstar), de la comedia salvaje (La vida de Brian), de la abierta provocación erótica y política (La última tentación). Por supuesto, la ortodoxia no miró con benevolencia estas obras y las condenó al ostracismo y a la excomunión.

Cada tiempo histórico enfrenta el dilema de reescribir los mitos fundacionales de su identidad, de ponerlos a tono con las contingencias del presente.

En casi todas las nuevas lecturas y narrativas sobre Jesús de Nazaret se ha hecho especial énfasis en un punto clave de su vida que ha sido soslayado por los discursos convencionales: su abierto desafío a las normas y las estructuras de los poderes vigentes en el siglo I.

En el seno de una religión asfixiada por los rituales –el judaísmo–, Jesús encarnó un mensaje espiritual centrado en las obras de misericordia y de comunión con los demás. En los años de opresión romana en la región de Judea, Jesús habló de un reino de hermandad en el que los postergados ocuparán un lugar de honor.

Al contenido transformador de esta manera de vivir fueron muy sensibles los creadores del siglo anterior y también lo son los del actual. En todo caso, esta lista es apenas una aproximación a uno de los pilares de la civilización occidental. Un camino para descubrir los mil rostros de Jesús condenado a muerte por los romanos.