Cultura

Gustavo Vélez, el heredero de Rodrigo Arenas y de Fernando Botero

El trabajo del antioqueño ya hace parte de algunas de las colecciones más importantes de escultura del mundo.

Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.

07 de agosto de 2023

De todos, la escultura es el arte más conectado con el tiempo. La piedra pulida y cincelada puede prescindir de los códigos culturales y seguir maravillando a los espectadores. Por ejemplo, no hace falta ser un experto en la cosmogonía y en la religión de los antiguos moradores de la Isla de Pascua para perder el aliento ante sus esculturas ni se requiere un conocimiento profundo de la Italia del Renacimiento para apreciar la grandeza del David, de Miguel Ángel. Tal vez por eso la escultura sea el arte primigenio, el de los talismanes y la unión con la tierra.

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Algo de esto se percibe en el trabajo del maestro Gustavo Vélez y en su afirmación de que el trabajo del escultor debe, primero, respetar la historia del bloque de mármol y, segundo, dejar contenta a la piedra después de darle forma. Radicado en Pietrasanta, Italia –la meca de la escultura clásica– Vélez es, para los entendidos en el tema, el heredero de la tradición escultórica de Rodrigo Arenas y de Fernando Botero. Y lo es en un sentido que supera las formas y se arraiga con la relevancia de un trabajo que ya hace presencia en las principales ciudades de Europa.

EL COLOMBIANO visitó su taller, ubicado a pocos kilómetros de Medellín, en el que pase unos meses al año. El resto del calendario vive en Italia.

¿Cuánto lleva en este ejercicio de darle forma al mármol?

“Bueno, este tema del mármol, de la talla directa sobre la piedra, empezó en Italia. En Florencia estudié escultura, pasando ya por algunas fases de lo que es el trabajo con el bronce, el acero. También aprendí diferentes técnicas como el modelado en arcilla, los moldes en yeso.

Gracias al buen consejo de un profesor de escultura me interesé en el mármol. Él me dijo: “Ya sabes algunas técnicas. Hay algo más importante: el mármol, tienes que explorarlo”. Entonces me trasladé a Pietrasanta, allí encontré las cavas de Carrara y aprendí la técnica de la talla sobre el mármol. Me encontré con una técnica milenaria, histórica, que todos conocemos, desde el Renacimiento”.

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Su vocación surge por un negocio que tenía su papá en el que usted le ayudaba y era muy ágil con las manos...

“Mi padre tenía una cerrajería, una ferretería, donde se hacían muchas cosas siempre con máquinas, donde se tenían que pulir las soldaduras. Aprendí muy pequeño esas manualidades. A los ocho o diez años ya estaba soldando, estaba con una pulidora en la mano. Desde entonces nace la inquietud de la creación y empiezo a hacer inventos. A esa ferretería llegaban también infinidad de electrodomésticos, que se arreglaban allá. Eso también me motivaba: comencé a explorar, desbaratar y armar. Supe que lo que quería hacer en la vida era dedicarme a las artes manuales”.

En su trayectoria también han hecho presencia Rodrigo Arenas y Fernando Botero, pesos pesados del arte colombiano...

“Arenas Betancur fue amigo de mis abuelos, de mi padre. Él fue uno de los artistas más monumentales que hemos tenido en Colombia y un gran ejemplo para el mundo. Desde chiquito vi la monumentalidad de su obra y logré compartir en ocasiones con el maestro en su taller. Fue una experiencia muy bonita: tuve a la mano a un artista que había triunfado como escultor. Fue un gran ejemplo antes de partir para Italia.

Y en Italia me encuentro que en Pietrasanta estaba el maestro Botero. A él lo respeto, lo admiro por tantas cosas que ha hecho en el mundo del arte. En el pueblo yo llevo 26 años y él más de 40 y somos los únicos escultores con taller en Pietrasanta. Botero también es un referente para mi carrera”.

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¿Cómo es el proceso creativo para hacer del bloque de mármol una obra de arte?

“La talla directa es algo muy lindo porque uno tiene ya una técnica, que es no solamente tallar por tallar sino aprender a conocer los mármoles, las durezas, las diferentes vetas. En ese encuentro de tú a tú con un bloque uno tiene que respetar la piedra porque por ella han transcurrido infinidad de cosas, han pasado fenómenos de la naturaleza. Uno tiene que lograr que el movimiento, que la armonía que se plasma en cada pieza sean dignos de todo eso que ha pasado en la historia.

Me encuentro con un bloque y lo que más quiero es que ese estilo que he venido trabajando se plasme ahí de la manera más sutil y más clara posible. Con mi obra busco que la geometría se vuelva movimiento. La piedra debe quedar contenta”.

¿Cómo es su vida de escultor en Pietrasanta?

“En Pietrasanta hay una vida muy linda. El día a día está lleno de arte. Hay mucho arte en las calles porque se encuentra uno con los artesanos que saben la técnica del mármol por herencia. En mi cotidianidad salgo de casa, me encuentro con escultores del mundo entero y trabajo en el taller todo el día. Pietrasanta es un ambiente en el que un artista dedicado puede ser feliz”.

¿Cuáles son las exhibiciones de las que se siente más orgulloso?

“Las muestras que más me gustan son aquellas en las que uno interviene con una escultura una plaza principal. Y lo son porque en ellas el arte se mete en la vida del transeúnte normal.

He tenido exposiciones como la muestra del verano de Pietrasanta, que la tuve en el 2013. Esta muestra consiste en una intervención a la plaza principal de Pietrasanta, que se le encarga por año a un artista referente de la zona. Esa ha sido una de mis muestras importantes en toda mi vida artística. He tenido exposiciones en Japón, en Corea, en China, en Francia, en muchas partes del mundo”.

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¿Y en qué proyecto está embarcado?

“Tengo una exposición que se inauguró ahorita en junio, que está en este momento hasta expuesta al público y lo estará hasta el 18 de septiembre. Además, ya estoy trabajando en los proyectos que vienen para el próximo año, que son una muestra de obras monumentales para una ciudad de Suiza.

Para el año entrante tengo un montaje de una obra monumental en un espacio de Pietrasanta. Va a ser parte del Museo al Aire Libre de la ciudad. En esa misma colección el maestro Botero tiene una obra monumental, El guerrero en bronce, que se instaló en los años 90”.