Cultura

Llovieron hamburguesas en Medellín por 12 días

Burger Master se propuso encontrar las mejores de autor, hechas en la ciudad. La gente, encantada.

Soy periodista del área digital de El Colombiano. Si la vida no me hubiera arrastrado hasta el periodismo, tal vez habría sido bailarina.

16 de junio de 2017

Hernán Toro se ha comido 17 hamburguesas en 10 días. Para compensar el exceso de calorías, el paisa pedalea una hora diaria en su bicicleta. Luego llega a su casa, se sienta frente al computador y trata de que sus palabras sean fieles al platillo que se acaba de comer.

Él es uno de los comensales más juiciosos del Burger Master, un concurso que puso a competir 30 hamburguesas de autor de Medellín en una maratón que termina, después de 12 días.

De las 17 que ha probado, su número uno es la Jacinto Junior, del restaurante La Salumería. “Desde que llega a la mesa y uno siente el olor, sabe que no se enfrenta a una propuesta común. El primer mordisco confirma la sospecha. Los materiales son de la más excelsa calidad. La carne es perfecta”. Según él, el platillo de La Salumería alcanza niveles estratosféricos de placer. “Cada bocado es un universo de sabores, texturas y placer gustativo. Esto es como un orgasmo bucal”.

Los paladares son caprichosos y, sobre todo, diferentes. Para Luis Javier Zapata, por ejemplo, la ganadora debería ser la de Office Burger, por su salsa de Jack Daniells y el pan, que no se parece al de ninguna otra. Natalia Uribe prefiere la de Sin sombrero, por tener los ingredientes con mejor sabor, con aros de cebolla que hacen la diferencia.

Así la favorita de uno puede ser la última de la lista de otro, y al revés. “En la gastronomía no hay gustos buenos o malos”, dice Tulio Zuloaga, autor del blog Tulio Recomienda y artífice del Burger Master.

Él trajo la idea de Puerto Rico, donde probó muchas hamburguesas de autor, aunque ninguna tan buena como las de la capital antioqueña. “Las de Medellín son muy superiores, y yo lo quiero demostrar”.

Tremenda maratón

Como el objetivo de la propuesta es que la gente elija, los restaurantes deben vender a precios asequibles para distintos públicos: $10.000 por cada plato y $15.000 en combo con papitas y cerveza.

La meta era servir 20.000 en 12 días, pero el amor de los paisas por las burgers la desbordó. En la primera semana, los restaurantes multiplicaron sus ventas por 1.000 y sirvieron 114.292.

En tres días, Apóstol vendió más cervezas que en todo un año, y el domingo, a pesar de trabajar día y noche, tuvieron que cederle el puesto a Heineken para los combos de $15.000.

El sábado en la noche, filas de más de cien personas afuera de los restaurantes demostraban que algo anormal estaba sucediendo. Los panes y el queso se agotaron, los dueños no pegaron el ojo y los cocineros y meseros trabajaron jornadas de más de 12 horas en las que a duras penas pararon para ir al baño. A punta de energizantes, los trabajadores lograron resistir el trajín de un evento sin precedentes.

Al final, la recompensa será haber participado en un evento gastronómico que podría romper el récord mundial por cantidad de platillos vendidos, y el restaurante que elijan los participantes se llevará el honroso título de servir la mejor hamburguesa en una ciudad que demostró ser amante de la parrilla.

Los resultados se conocerán esta semana