Un heterónimo de Pessoa, que fue en realidad un hombre
Uno de los tantos heterónimos que usó el escritor Fernando Pessoa, Coelho Pacheco, era real. Escribió un poema, incluso.
Envigadeño dedicado a la escritura de periodismo narrativo y literatura. Libros de cuentos: Al filo de la realidad y El alma de las cosas. Periodismo: Contra el viento del olvido, en coautoría con William Ospina y Rubén López; Crónicas de humo, El Arca de Noé, y Vida y milagros. Novelas: Gema, la nieve y el batracio, El fiscal Rosado, y El fiscal Rosado y la extraña muerte del actor dramático. Fábulas: Las fábulas de Alí Pato. Premio de la Sociedad Interamericana de Prensa.
Uno de los casos más extraños de personalidades literarias plurales, si así puede llamarse, es la de Fernando Pessoa (1888-1935). Como en una especie de esquizofrenia, en el frágil cuerpo del poeta –uno de los autores portugueses más reconocidos de todos los tiempos– habitaron tantos heterónimos, escritores con vida propia, cada uno con un estilo, unos gustos y una biografía diferentes, que “fácilmente” se coló uno que no era heterónimo, es decir, que no era otro él, sino que era una persona de carne y hueso. O como lo diría Pessoa, era uno de esos “entes vestidos que se cruzan”.
Coelho Pacheco fue considerado por décadas como uno de esos seres que no van por ahí, ni toman café ni pagan impuestos, como esos que pertenecen a la lista de heterónimos de Pessoa: Alberto Cairo, Bernardo Soarez, Ricardo Reis, Álvaro de Campos... Cada uno con pensamientos. Incluso, sostenían discusiones estéticas entre sí, o con Pessoa, al que a veces criticaban.
Y ese quién era
De José de Jesús Coelho Pacheco, su nombre completo, apareció el único poema que se le conoce, con su nombre: Para além do’outro ocean, que se ha traducido: Todavía más allá del mar, del cual transcribimos este fragmento:
Un ave siempre es bella porque es ave/ y las aves siempre son bellas/ pero un ave sin plumas es tan repugnante como un sapo/ y en un montón de plumas no hay belleza/ de este hecho en sí tan desnudo yo no sé inducir nada/ pero siento que debe haber en él una verdad muy grande.
Un estudioso de Pessoa, como el portugués João Gaspar Simões, consideraba a Coelho Pacheco como una “figura episódica”; otra especialista en el autor del Libro del desasosiego, María Aliete Galhoz, lo definió como “heterónimo ocasional”. Sabían que era admirador de Alberto Caeiro. Y en su poema hay rasgos de la filosofía de este, el sensacionismo.
La profesora Teresa Rita Lopes accedió al manuscrito original del poema firmado por Coelho Pacheco, hallado por su nieta, Ana Rita Palmeirim, entre papeles de su abuelo junto a otros poemas inéditos, influidos por la filosofía de Caeiro y las innovaciones del vanguardista Campos.
Coelho Pacheco, nacido el 27 de mayo de 1894, dejó muy pronto la literatura para dedicarse a vender autos. Él murió en 1951, antes de que el poema se publicara como si fuera obra de Pesso.a.
Así que terminó la confusión: Coelho Pacheco jamás fue heterónimo de Pessoa. Fue una persona de carne y hueso al que el escritor le publicó un poema en su revista. Una revista en la que aparecían obras de esos heterónimos. Y años después de la muerte de ambos, Pessoa y Coelho, los editores incluyeron esos versos como si fueran obra del escritor portugués