El fin de una época: Mario Vargas Llosa, el sobreviviente del Boom, se despidió del periodismo de opinión
Desde principios de los noventa, el autor sostuvo la columna Piedra de Toque.
Periodista, Magíster en Estudios Literarios. Lector, caminante. Hincha del Deportes Quindío.
Pocas veces se asiste al cierre de una época. Esto es así porque son los historiadores los que definen cuándo comienza y concluye un ciclo de la historia. Y lo hacen una vez el polvo de los acontecimientos se ha asentado. Sin embargo, para muchos lectores no se escapó el dato de que con el final de la columna de Mario Vargas Llosa en El País, de España, se cerró el Boom, ese grupo de novelistas cuyos libros despertaron la curiosidad del mundo entero. En plata franca, el Boom ha sido la generación más importante de las literaturas de este lado del planeta. Los hechos son los hechos. Tan es así que dos de sus miembros —Gabriel García Márquez en 1982 y Mario Vargas Llosa en 2010— recibieron el Nobel de Literatura.
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El Boom es una etiqueta inventada en los principios de los sesenta por el académico Luis Harss para nombrar al grupo de novelistas que en ese momento sacudía con sus libros al público hispanoparlante. Aunque los debates sobre quiénes son sus miembros no han parado, lo cierto es que el Boom tiene unos integrantes universalmente reconocidos: a saber, Gabriel García Márquez, Julio Cortazar, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes. A esos mosqueteros se le suman, a veces y dependiendo el crítico, Guillermo Cabrera Infante, José Donoso, Álvaro Mutis, Juan Rulfo.
Discusiones aparte, lo cierto es que cada uno de ellos publicó al menos una novela que con los años se ha convertido en el libro de cabecera de sus respectivos países. Ni más ni menos eso son Cien años de soledad, Rayuela, Conversación en La Catedral y La muerte de Artemio Cruz. De alguna forma, nuestra mirada de lo que es la literatura está condicionada por esos libros.
De los cuatro, Vargas Llosa es el único con vida. Y, por lo mismo, era hasta el 17 de diciembre el único cuya obra seguía expandiéndose. Ese día el nobel peruano se despidió de los lectores de El País, periódico en cuyas páginas sostuvo la columna Piedra de Toque desde 1990. En su texto de despedida, Vargas Llosa habló de la diferencia de las opiniones y de los hechos, un asunto que a simple vista perece sencillo de entender, pero que con la dinámica de las fake news ha revelado su vigencia.
Esa reflexión la unió con la historia de El País y su aporte al proceso de transición democrática en la España que salía del marasmo de la dictadura franquista para entrar de lleno en el vértigo de la democracia. “La revolución que supuso el diario tenía este carácter singular: los hechos reales, por un lado, y, por el otro, lo que el diario defendía o atacaba”, escribió el autor de La ciudad y los perros.
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Vargas Llosa les recomendó a los nuevos periodistas defender con honestidad su verdad, a pesar de lo que piensen las mayorías o los dueños de los medios noticiosos. Esa tendencia a ir en contravía de los sentires de su generación fue un rasgo de la trayectoria profesional del peruano. Vargas Llosa transitó de la izquierda revolucionaria al liberalismo de derecha. Y ese tránsito lo separó de García Márquez, Cortazar y Fuentes, ellos cercanos a la revolución cubana y a las ideas del socialismo.
Esa transformación, que comenzó con el juicio público a Heberto Padilla, se percibe en las antologías de las columnas de prensa del peruano. “Cuando he publicado compilaciones de artículos, como “Contra viento y marea”, en la que se puede seguir mi trayectoria del socialismo al liberalismo en textos de hace muchos años, he querido que mis lectores asistan a través de esos artículos contradictorios y discrepantes entre sí a mi propio aprendizaje moral y político”, escribió el nobel.
Vargas Llosa ha sido un personaje que ha transitado con soltura por las secciones de cultura, política y farándula. Con su retiro de la prensa también se cierra una época y se le pone fin a un tipo de escritor: el que escribía sobre lo divino y lo humano en la prensa, al tiempo que publicaba novelas, obras de teatro y ensayo.